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El primer japonés del Tour

Kisso Kawamuro compitió en 1926 y 1927, aunque no acabó ni la primera etapa ninguno de los dos años

Jon Rivas
Kisso Kawamuro Tour de Francia
Kisso Kawamuro, durante una prueba en pista en el velódromo de París.

Kisso Kawamuro llegó a Marsella en 1918 desde Yokohama, su ciudad natal. Acababa de terminar la Gran Guerra. Era hijo de un capitán de la marina mercante. Tenía ya 26 años y la intención de trabajar, como ingeniero del ejército de su país, en la construcción de una base naval en la ciudad mediterránea, aunque finalmente encontró su sitio en la industria del automóvil, que cada vez estaba más desarrollada en Francia y después encontró un puesto en Farman, una pequeña compañía aeronáutica. Pero Kisso también era un amante del ciclismo que había participado en muchas carreras en su país, y quería olfatear el aroma del deporte, ya profesional, en Europa.

El japonés se afincó en las afueras de París, y acudía puntual a las llegadas de las carreras más importantes que finalizaban en la capital francesa. Tenía una bicicleta con la que disfrutaba por afición, y comenzó a inscribirse en algunas carreras menores, hasta que dio el salto. Disputó la París-Longwy en 1925, que ganó el belga Denis Verschueren, y fue 27º.

Ese triunfo personal en una carrera de 300 kilómetros abonó su ambición. En 1926 decidió inscribirse en el Tour de Francia, palabras mayores. Intentaba ser el primer japonés en comenzar la carrera y terminarla. Ese año la prueba no salía de París, sino de Evian. Kisso corriá con el maillot del equipo Baggy-Samin, pero lo hizo a título individual, con el dorsal 138. Sin embargo, camino de Mulhouse, ciudad de llegada, las cosas no le fueron bien. Se dio la salida a las dos de la madrugada del 20 de junio, para un recorrido de 373 kilómetros y el japonés ni siquiera vio amanecer sobre la bicicleta. Cuando Jules Buysse atravesaba en cabeza la meta con 13 minutos sobre sus perseguidores, Kawamuro ya había tomado el tren de regreso a París.

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El fracaso no le arredró. Al año siguiente se presentó en la salida de Suresnes, en las afueras de la capital. Antes del minuto de silencio que el Tour dedicó a Ottavio Bottecchia, dos veces ganador de la prueba, muerto unos días antes, mientras se entrenaba y en extrañas circunstancias, se mostró modesto cuando le preguntaron si tenía intención de acabar la carrera: “Gracias, pero creo que dos etapas son suficientes para mí, no voy más lejos”. Pero ni eso. Kisso Kawamuro se tuvo que retirar el primer día, camino de Dieppe, en una jornada durísima en la que se fueron otros 35 corredores. Aquella fue la última participación del primer japonés en la historia del Tour. Siguió disputando pruebas en pista, y alguna carrera modesta en Francia y Alemania. En 1934, a la muerte de su padre, regresó a Japón, para trabajar en una fábrica de motocicletas.

Kisso falleció en 1973, sin haber visto a ningún compatriota en el Tour. El siguiente fue Imanaka, que corrió en 1996, 70 años después, y tampoco terminó. Los primeros japoneses que se sacaron el carné de ciclista en París fueron Beppu (112º) y Arashiro (129º) en 2009. Todavía no hay ningún nipón que haya ganado una etapa, pero Arashiro subió al podio de Rouen para recibir el premio al ciclista más combativo en una etapa de 2012.

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