Cuatro horas de furia y el otro Everest de Djokovic
El serbio aborda en la final de París al debutante Tsitsipas en busca de su 19º grande, tras una increíble remontada en la que erosionó a Nadal y la llegada de la noche perjudicó la bola alta del mallorquín
Roland Garros amaneció este sábado como si un tornado hubiese atravesado el complejo de un extremo a otro. Mientras Novak Djokovic se restablecía del desgaste y Rafael Nadal y sus allegados se dirigían al aeropuerto Charles de Gaulle para tomar un vuelo de regreso a Mallorca a primera hora de la mañana, procesando todavía la derrota frente al serbio en las semifinales y sopesando si competirá en Wimbledon y los Juegos de Tokio, o bien redefine su calendario en función de lo que le pida el cuerpo, todavía resonaban los ecos de la velada anterior. Los coletazos de una noche de fuego. 4h 10m de ferocidad competitiva que, para muchos, supuso la final anticipada de un torneo que se resolverá con el pulso de este domingo (15.00, Eurosport y DMAX) entre Nole y el griego Stefanos Tsitsipas.
“Fue el encuentro más bonito de la historia del torneo”, describía el diario L’Èquipe, mientras Le Parisien incidía en “la derrota del rey Nadal” y desde Serbia, el deportivo Sportski zurnal calificaba la victoria de Djokovic como “un paso de gigante”. El número uno, 18 grandes en su haber, está a dos títulos del español y el suizo Roger Federer en la gran carrera histórica y podría ser solo uno si consigue derrotar al joven ateniense, que aborda su primera final en un gran escenario. Se postula Tsitsipas con argumentos más que suficientes para arrebatarle el título al de Belgrado, mientras el impacto del clásico del viernes está fuera de toda duda: el zarpazo de Djokovic supone una maniobra maestra, puesto que anuló el comodín parisino de Nadal y se eleva cuando Wimbledon y el US Open aparecen en el horizonte veraniego.
“Ganarle a Rafa aquí es como escalar el Everest”, exponía el balcánico tras un duelo que impresionó a otros colegas de la raqueta. “Es uno de los mejores que he visto nunca”, se pronunció Andy Roddick, ex número uno. “¿Jugamos los tenistas al mismo deporte que ellos dos?”, bromeó Diego Schwartzman. “No se puede jugar al tenis”, se sumó Andy Murray. “Lo de Djokovic ha sido irreal”, añadió el analista estadounidense Patrick McEnroe. El duelo (3-6, 6-3, 7-6(4) y 6-2) trascendió el ámbito tenístico y atrapó a numerosos deportistas, o al presidente del Gobierno frente al televisor. “Gracias, Rafa, nos enseñas tanto en las victorias como en las derrotas”, tuiteó Pedro Sánchez.
Desde el punto de vista técnico, los análisis enfatizaban el contraste entre la determinante derecha abierta de Nole y el revés irregular de Nadal, que cometió 55 errores no forzados (por 37 del rival) y 8 dobles faltas, perdiendo gas en los primeros servicios: promedió un 59% de acierto, cuando a lo largo del torneo no había bajado del 73% y había registrado un 80% de media. “Necesito respirar un poco, unos días de vacaciones”, afirmó el de Manacor, que ha perdido los siete últimos tie-breaks que ha disputado contra rivales del top 10 en los grandes.
“Rafa empezó como un tiro, invirtiéndose muy bien con la derecha y marcando el ritmo, haciendo buenos paralelos”, introduce el extenista Jordi Arrese, ahora especialista del canal Eurosport. “Pero la reacción de Djokovic en el primer set, aunque no lo ganase, le dio alas. A partir del tercero, con la llegada de la noche, las condiciones cambiaron y la pista se puso mucho más lenta; empezó a sacar muy bien y a aguantarle a Rafa, que después de perderlo se quedó muy tocado físicamente”, añade el barcelonés; “la bola le botaba mucho menos y tuvo que hacer mucho más esfuerzo. Empezó a sufrir mucho más con las dejadas y Nole entró dentro”.
Djokovic, por su parte, señalaba: “Ahora mismo no soy el tipo más fresco del mundo, pero tengo un día y medio para recuperar. Disfrutaré un poquito de esta victoria; no tengo mucho tiempo, pero me lo merezco”, señalaba Djokovic, que de vencer a Tsitsipas se convertiría en el primer jugador de la Era Abierta (a partir de 1968) que gana al menos en dos ocasiones cada uno de los cuatro Grand Slams; a sus 34 años, campeón en París (2016) y protagonista de varios partidos antológicos como la final de Australia en 2012, superior entonces a Nadal tras 5h 53m en la final más larga de la historia, o la de Wimbledon en 2019, verdugo de Federer en la más extensa (4h 47m) que se ha registrado en el grande británico.
“Es el mejor partido que recuerdo de Djokovic en tierra, con diferencia”, asegura Arrese. “Rafa no ha logrado esta vez el récord, pero creo que aún es capaz de ganar todos los Grand Slams. Está claro que Djokovic es favorito en pista dura, pero primero hay que ver si puede ganarle a Tsitsipas, que está jugando de forma increíble”, matiza el excapitán del equipo español de la Copa Davis, plata en los Juegos de Barcelona. “Si lo consigue, ganará mucha confianza, tanto de cara a Wimbledon como al US Open. Ese exceso de confianza le vendría muy bien. Si gana, daría un zarpazo importante en esa lucha a tres bandas”.
En todo caso, este domingo tendrá enfrente a Tsitsipas, el jugador que más triunfos ha logrado este año sobre tierra (22) y el primero en el listado de la regularidad anual. El ateniense, de revés a una mano y cada vez más hecho desde el punto de vista físico, necesita un salto en el plano emocional para abordar a un rival con tanta envergadura como Djokovic. “Mi trabajo aquí no ha finalizado”, advertía tras deshacerse de Zverev y citarse con el número uno, al que ha derrotado dos veces en los siete enfrentamientos que han protagonizado ambos. Nole llegará tras haber permanecido 16h 42m sobre la arcilla, por las 15h 12m del adversario que le reta en dirección a su 19º grande.
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