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Fútbol contra el odio en las redes

Messi lidera las denuncias de los jugadores contra los insultos que reciben en diversas plataformas sociales

Juan I. Irigoyen
Aficionados toman fotografías a Messi durante un partido amistoso entre Argentina y Croacia.
Aficionados toman fotografías a Messi durante un partido amistoso entre Argentina y Croacia.Catherine Ivill/AMA (GETTY)

Atento a lo que pasa en las redes sociales, Leo Messi reaccionó ante el polvorín en Reino Unido. “Hay que sumarse a esto”, afirmó el delantero del Barcelona cuando la Liga inglesa lideró un boicot contra los insultos y las amenazas en Twitter, Facebook e Instagram, y durante varios días silenció sus cuentas en estas plataformas. “Elevemos nuestra voz para detener el abuso en las redes sociales. Da igual si somos anónimos, famosos, deportistas, árbitros o seguidores de un juego, incluso alguien ajeno a todo esto, da igual la raza, religión, ideología o género... Nadie se merece ser maltratado ni insultado”, publicó el argentino.

El mundo del fútbol eleva su voz contra la creciente ola de insultos y amenazas en las redes sociales, muchas veces bajo perfiles anónimos. “El volumen considerable de racismo, intimidación y tortura mental que hay es demasiado tóxico como para ser ignorado”, afirma Thierry Henry, exjugador del Arsenal y del Barcelona, que cerró sus cuentas, con cerca de 15 millones de seguidores en total, en Twitter, Facebook e Instagram. Wilfried Zaha, del Crystal Palace, ya no habla de hartazgo sino de miedo. “Me asusta abrir los mensajes privados de Instagram. Las redes sociales no son divertidas para un futbolista negro. Nos podemos encontrar con cualquier barbaridad”, expone el delantero de Costa de Marfil. “Yo no soy ni la mitad de importante que Wilfried y llegas a un campo y te dicen de todo. Imagínate en redes sociales. Hay jugadores a los que les da lo mismo, pero no es el caso de Zaha. Y hay que entenderlo y apoyarlo”, añade Vicente Guaita, portero español compañero de Zaha.

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“Las redes sociales validan el discurso del odio desde el sofá de tu casa. Han servido para crear movilizaciones sociales tan importantes como necesarias como el #metoo o el Black Lives Matter, pero también tiene la parte de la ira más descarnada y descontrolada. Todo sirve, todo vale”, asegura el periodista Rubén Serrano, especializado en LGTBI y género, autor del libro No estamos tan bien.

“Antes se podía justificar el insulto en el estadio como consecuencia de la pérdida de papeles. Pero el insulto en redes sociales es meditado, cercano al odio. Les desean lesiones, lo peor. La generación actual lee y mira todo. Y puede ser un factor desequilibrante porque no solo sufren ellos, sino también las familias”, argumenta el psicólogo deportivo José Carrascosa. “Ver toda esa violencia en tu ámbito de trabajo no es fácil. Y en parte del imaginario social, el deporte ha quedado relacionado con algo hostil”, subraya Serrano. Y añade: “Todo responde a una técnica de acoso de un sistema patriarcal, blanco y rico. Las personas que crearon ese espacio de poder responden a ese perfil dominador y no hay una empatía hacia otras realidades distintas de la suya. Y eso se ve reflejado en todos los discursos racistas y homofóbicos que hay en un campo de fútbol y en las redes”.

La pandemia silenció el insulto en los estadios: una hora y media de juego. Ocurre, sin embargo, que por ahora parece imposible callar a las redes sociales, 24 horas, los siete días de la semana. Ya el año pasado, la Liga inglesa se comprometía a rastrear al autor de insultos y presentar una denuncia a la policía. “El comportamiento racista, el abuso y el acoso no tienen absolutamente ninguna cabida en nuestro servicio. Cuando identificamos cuentas que violan cualquiera de las reglas de Twitter, tomamos medidas”, explica un portavoz de esta red en España.

¿Hay mecanismos para controlar los insultos en las redes sociales? “Sí”, cuenta Lola Burgueño, profesora e investigadora en ingeniería informática, “pero es un proceso manual que lleva mucho tiempo y que es imposible tener tanta gente controlando. Hay algoritmos que intentan detectar si hay un mensaje que contiene un sentimiento furioso o de felicidad. Pero esto todavía está en pañales. Y está la libertad de expresión. Es complicado y no se ha abordado desde el plano legal ni desde el tecnológico”.

“Justificar la violencia bajo el amparo de la libertad de expresión nos acerca hacia un estado totalitario. Las empresas no tienen un interés real en que esto se regule. Cuando más tiempo estés en esa red más información das a esas empresas. Esa información es parte de su beneficio”, se queja Rubén Serrano.

“Me gustaría que ustedes, las 200 millones de personas que me acompañan, se pudieran convertir en los 200 millones de motivos que existen para hacer de las redes un lugar seguro y de respeto. Espero que me acompañen y apoyen en esta cruzada”, pidió Messi el día que llegó a los 200 millones de seguidores en Instagram. “Si a alguien tan reconocido por todo lo que hizo en su carrera, además de prudente como es Leo, recibe insultos, debe ser difícil imaginar lo que le puede pasar a otros deportistas”, explica Marcelo Méndez, director de comunicación del rosarino. “La acción de Messi es muy poderosa. Y que una persona como él se implique así es un gran paso. Es levantar una bandera de hasta aquí hemos llegado”, remata Serrano.

El fútbol juega su partido contra el odio.

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Sobre la firma

Juan I. Irigoyen
Redactor especializado en el FC Barcelona y fútbol sudamericano. Ha desarrollado su carrera en EL PAÍS. Ha cubierto Mundial de fútbol, Copa América y Champions Femenina. Es licenciado en ADE, MBA en la Universidad Católica Argentina y Máster de Periodismo BCN-NY en la Universitat de Barcelona, en la que es profesor de Periodismo Deportivo.

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