“No se puede juzgar a nadie por la edad”
Ramos y Modric, con 34 y 35 años respectivamente y sus renovaciones pendientes, reivindican su peso y ambición en el equipo, y reciben el apoyo de Zidane
Con la inestimable colaboración del joven Vinicius, un grupo de treintañeros empujó al Real Madrid a los cuartos de la Champions, ronda que no olía desde hacía tres temporadas. Modric, Sergio Ramos, Kroos y Benzema ayudaron a domar el ímpetu inicial del Atalanta y castigaron sus errores de pardillo. Así que, finiquitado el choque, fue el momento para que los dos primeros reivindicaran su edad, ambición y peso en el equipo en un momento en que andan en negociaciones para renovar y con un pie en el aire, especialmente el capitán.
”Cuando llevas tanto tiempo cuidándote, sembrando, acabas recogiendo. No se puede juzgar a nadie por un DNI. La gente debe valorar el rendimiento”, advirtió el central, de 34 años, que volvió a señalar que no había novedades sobre su futuro. El croata, al que el sevillano abrazó efusivamente al final del partido en el túnel de vestuarios, secundó el mensaje del jefe de la manada: “No hay que mirar los años. Lo importante es lo que hace el jugador en el campo, no el pasaporte. Yo me siento bien. Todavía tengo ganas de competir al nivel más alto y trabajo día a día para conseguirlo. Hoy demostramos que aún hay mucha hambre y que el equipo quiere seguir ganando”. El doble alegato recibió el apoyo de Zidane. “Luka [Modric] tiene 35 años, pero en el campo no se nota. Y Sergio es nuestro líder. Es mejor que esté con nosotros. Tienen hambre y quieren seguir haciendo historia”, rubricó el técnico blanco.
Junto a las cabalgadas de Vinicius, la cátedra de Kroos y el sentido clínico de Benzema (33 años), ellos dos resultaron decisivos para despachar a los bergamascos. Modric y el delantero francés cocinaron el 1-0 con la colaboración de Sportiello. El balcánico aprovechó el regalo del portero rival y se la cedió al nueve blanco, que anotó su tanto número 70 en la Champions. Se encuentra a uno de Raúl González y es el quinto futbolista que alcanza este registro en la competición. La lista la encabezan Cristiano (135), Messi (120) y Lewandowski (72). El verduguillo a los italianos se lo dio Ramos, que se apuntó su vigésimo penalti consecutivo con el Madrid, esta vez ajustando al palo derecho del portero. “Hoy Panenka no era la opción más idónea”, dijo con una sonrisa. El defensa, ausente en los encuentros de vuelta de las dos últimas eliminaciones europeas (Ajax y City), acabó el partido abrazando uno a uno a todos sus compañeros.
Por segundo choque seguido, Ramos se vio arropado en una defensa de tres centrales, una solución táctica a la que cada vez recurre más ZZ. Sin Casemiro, sancionado, esa fue la opción elegida por el francés para abrigar a Courtois. “Tenemos jugadores y, puntualmente, lo podemos hacer”, comentó de forma lacónica el entrenador galo, poco dado a entrar en profundidades sobre los dibujos y las decisiones.
Hazard, en su casa
”A veces nos falta algún jugador más arriba, pero nos lo podemos permitir para tener más control”, analizó Ramos sobre este esquema. “Los primeros minutos tuvimos la duda porque no sabíamos cómo iban a presionar. Al final, dependes del planteamiento del otro equipo. Pero resolvimos rápidamente. Ellos no tuvieron ocasiones claras”, añadió el sevillano.
Zidane, siempre atento a valorar el tajo defensivo, subrayó que su equipo apenas sufrió atrás ante un contrario que suele desbocarse en ataque. “Hoy no vimos eso”, apuntó el francés. “Desde el principio hasta el final, no bajamos la guardia. Cuando estamos así, somos difíciles de batir. El Atalanta es un equipo que exige mucho físicamente. Interpretamos bien el partido en defensa y en ataque tuvimos buenas sensaciones. Cuando tienes oportunidades y metes, perfecto”, se felicitó el técnico blanco después de varias semanas viviendo al límite y salvando los partidos sobre la campana.
La producción ofensiva resulta a menudo un suplicio para el Madrid, especialmente en las últimas fechas. “Los equipos vienen aquí a cerrarse atrás”, protestó el pasado sábado Benzema tras padecer los rigores defensivos del Elche. Todo lo contrario que en el duelo europeo de este martes. El ansia y la vocación ofensiva del Atalanta inquietaron al Real Madrid los primeros 25 minutos, muy exigido por el ritmo alto de los soldados del viejo coronel Gasperini, pero el plan italiano tenía una rendija que los blancos agradecieron encantados. Penalizados con frecuencia en Liga ante zagas muy cerradas, el ímpetu bergamasco les dejó huecos por los que alcanzar la portería rival. A campo abierto, los muchachos de Zidane se sintieron liberados para correr y verse más cerca del gol, a menudo un elemento esquivo para ellos. Pocos lo agradecieron más que Vinicius, que estuvo en su salsa para desplegarse en eslalon como un esquiador. Otra cosa fue su tino ante el marco contrario.
Una jornada de alivio y escalada que Hazard, otra vez lesionado y con la duda de qué tratamiento es el mejor llegado a este punto de tortura médica, siguió desde casa con la autorización de Zidane para no acudir a Valdebebas.
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