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La revolución abortada de Take Kubo

El delantero japonés tampoco se afianza en el Getafe tras su gris paso por el Villarreal

Take Kubo, en el partido de su debut con el Getafe, ante el Elche (1-3), celebrado en el estadio Martínez Valero el pasado mes de enero. EFE/Ramón
Take Kubo, en el partido de su debut con el Getafe, ante el Elche (1-3), celebrado en el estadio Martínez Valero el pasado mes de enero. EFE/RamónRamón (EFE)
Ladislao J. Moñino

No había señales de la habitual arista de mercadotecnia que acompaña las contrataciones de jugadores asiáticos cuando el Getafe decidió apostar por Take Kubo (Kawasaki, Japón; 19 años) en el pasado mercado invernal. Su llegada, junto con la de Carles Aleñá, respondió a la necesidad de mejorar el juego ofensivo de un equipo que no respondía a las expectativas que despertó su brillante campaña anterior. “Solo ha habido motivos futbolísticos para traerle al Getafe. Nada que no sea fútbol nos ha llevado a contratarle. Por todo lo que vimos el año pasado en el Mallorca, teníamos muy claro que es un jugador distinto que no teníamos en la plantilla”, aseguraban desde la dirección deportiva del club madrileño cuando se cerró la cesión con el visto bueno del Real Madrid.

El club blanco es el propietario de los derechos de Kubo desde 2019. Un informe urgente de un ojeador madridista, ante el interés del Barcelona por repescarle, recomendó su contratación por el pago de unos dos millones de euros al FC Tokyo. En el Madrid consideraban una ganga el desembolso por un jugador que abandonó La Masia al ser uno de los menores por los que la FIFA sancionó al Barcelona con dos ventanas de mercado sin poder inscribir jugadores.

Ante la deriva de su equipo, José Bordalás solicitó a la dirección deportiva del Getafe un jugador ofensivo para la banda derecha. Kubo fue su primera opción. Descontento en el Villarreal, donde también estaba cedido, por el poco protagonismo que le concedió Emery, tanto el jugador como el Real Madrid vieron en el Getafe el destino ideal para seguir moldeándose en Primera.

La apuesta de Bordalás por Kubo y Aleñá fue tan decidida que por primera vez en cuatro años el entrenador renunció al 4-4-2 para pasar a un 4-2-3-1. Kubo encabezaba una revolución acorde con lo que le decían los informes técnicos de la dirección deportiva azulona. Versátil para jugar como segundo punta, aunque fichado para jugar en la banda derecha por su gran capacidad de desequilibrio en el uno contra uno y para generar mucho fútbol en el último tercio del campo: esas eran las principales cualidades que se le atribuían desde su nuevo club.

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Con apenas un entrenamiento, Bordalás concedió al chisposo jugador japonés media hora en Elche (1-3) en la que participó en dos de los goles. En su primera titularidad ante el Huesca (1-0) tampoco defraudó. En las tres siguientes ocasiones en las que jugó de inicio terminó por caerse del equipo. Sufrió en un partido muy físico con el Alavés (0-0) y fue señalado por la fragilidad defensiva que exhibió el equipo ante el Athletic (5-1) y el Sevilla (0-3). Desde entonces, Kubo se ha visto relegado a la suplencia. La sangría defensiva en un equipo que había hecho de la solidez su gran seña de identidad se llevó por delante a Kubo y también a Aleñá. Bordalás se refugió de nuevo en el 4-4-2 y en jugadores que se amoldan más a su estilo. En el Alfredo di Stéfano (2-0) ya fue relegado al banquillo.

Trabajo defensivo

”Kubo es un jugador que tiene que crecer y mejorar a nivel físico. Es joven, tiene margen de mejora y debe aparecer por otras zonas del campo, asociarse. Poco a poco irá aportando y ayudando al equipo”, explicó Bordalás sobre su suplencia ante el equipo del que es propiedad.

Una semana más tarde, tras la derrota ante la Real Sociedad (0-1), el técnico alicantino ya explicó la segunda suplencia consecutiva de Kubo y también de Aleñá, desde el aspecto defensivo: “El equipo ha encajado muchos goles, no por culpa de ellos porque sean dos jugadores con una vocación ofensiva importante y con calidad, pero habíamos perdido firmeza defensiva. Veníamos de encajar 10 goles en tres partidos y buscábamos sellarnos a nivel defensivo”. La semana pasada en Valladolid, con 2-1, Bordalás le concedió a Kubo los segundos 45 minutos. Mejoró el juego del Getafe, tuvo una ocasión de marcar y generó otra. Ha pasado de liderar una revolución a meritorio como revulsivo.

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Sobre la firma

Ladislao J. Moñino
Cubre la información del Atlético de Madrid y de la selección española. En EL PAÍS desde 2012, antes trabajó en Dinamic Multimedia (PcFútbol), As y Público y para Canal+ como comentarista de fútbol internacional. Colaborador de RAC1 y diversas revistas internacionales. Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Europea.

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