Punto y seguido para Eibar y Huesca en Ipurúa
Los de Mendilibar y los de Pacheta empatan en un partido que despertó en el tramo final y que mantiene la tensión en la parte baja de la tabla
Un partido de empate a cero acabó en empate a uno; un duelo agreste y por momentos mal jugado culminó en un inesperado frenesí. Todo pudo pasar y poco culminó porque ni siquiera se aclaró el golaverage entre Eibar y Huesca. En las dos veces que se han cruzado este campeonato ninguno se llevó el triunfo. Ahí siguen enfrascados en la gresca por la permanencia, pero si alguien puede considerarse perjudicado por las tablas ese es el Eibar, que no acaba de emitir sensaciones alentadoras, sobre todo en Ipurúa. Nada es igual que antes en tiempos pandémicos y el simpar feudo armero no escapa a esa nueva anormalidad. Ya no es un fortín: el Eibar sólo ha ganado allí en una de sus trece comparecencias como local en lo que va de temporada.
Al Huesca el empate le supo bien. En las últimas cinco jornadas apenas cayó en dos, y fue ante Real Madrid y Sevilla por la mínima. El equipo de Pacheta es colista, pero tiene otra cara, seguramente más prosaica que la que destilaba con Míchel a los mandos, también más efectiva. En Eibar fue a más y pudo llevarse los puntos. Se defendió bien de los embates locales, trabajó bien para evitar los centros o atajar el trabajo de los delanteros en la búsqueda del balón largo y las segundas jugadas. Y pareció estar cerca de la victoria con un tanto de Sandro a diez minutos del final. Apenas pudo saborearlo. El Eibar empató de inmediato con el sello de la casa, un saque de esquina que cabeceó Pape Diop a la red.
El partido puede enmarcarse dentro de lo que ya debería ser algo más que una alerta. Hace diez años apenas el 46% de los partidos de la Liga española terminaban tras festejarse menos de tres goles. Hoy ese porcentaje asciende hasta el 58%. Todo ocurrió bajo el solete primaveral de un mediodía sabatino en el entrañable feudo de Ipurúa. Sucedió entre equipos bandera de dos entidades meritorias que han sabido crecer en torno a sólidos proyectos dentro y fuera del verde, pero que por cuestiones más bien demográficas no suscitan grandes seguimientos. Con sus herramientas, zagas bien armadas, delanteros fuertes y medulares preparadas para ver pasar la pelota sobre sus cabezas, ofrecieron un partido sin mucha chicha que alternó altos y bajos, por momentos bien interpretado, pero gripado porque los futbolistas más talentosos pasaron durante bastantes minutos de puntillas.
El Eibar generó más llegadas durante la primera hora de juego. Pudo marcar de inicio, pero Kike García pifió dos veces ante el gol. Poco antes del descanso Pedro León remató al larguero tras un excelente gesto técnico y nada más regresar del receso otra volea de Kike García también estuvo cerca de la meta. Hasta entonces el Huesca apenas había probado a Yoel, titular en equipo vasco por la baja de Dmitrovic, ausente tras la muerte de su padre. Pero en la medida que logró activar a Maffeo y Ferreiro entró en el partido.
Se hizo fuerte en el flanco derecho el colista y por allí fabricó una opción de remate para el delantero Rafa Mir, otro que tampoco mostró su mejor versión. El partido ya era diferente, el Eibar había decaído y el Huesca entendió que era su momento. Ferreiro pareció entonces imparable, tanto como para gustarse con un taconazo que abrió la zaga local. Maffeo puso el balón en el área, Mir ejerció de pívot para abrir espacios y Sandro remató a la red. Pero Diop empató de inmediato y el partido se abocó a un final en el que el Eibar aún pudo ganar si el meta Álvaro Fernández no responde felino a un remate de Kevin Rodrigues. Tampoco hubiera sido justo.
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