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PAISAJES
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Mbappé y Haaland, el futuro ya es presente

Los goles del francés y del noruego me hicieron recordar la rivalidad a distancia entre Messi y Cristiano

Kylian Mbappe golpea el balón en la eliminatoria de Champions contra el FC Barcelona.
Kylian Mbappe golpea el balón en la eliminatoria de Champions contra el FC Barcelona.LLUIS GENE (AFP)
Andoni Zubizarreta

Minuto 39 del Barça-PSG y este fútbol de pandemia nos permite escuchar la discusión entre Piqué y Griezmann. El central demanda una posesión de balón larga y el delantero le pide que no les meta más presión porque ya van al límite. Todo a gritos y con algunas interjecciones que no puedo reproducir.

Primera cuestión: si estuvieran grabadas todas las discusiones, desplantes, puntos de vista amargos y discrepantes que tuve yo con, por ejemplo, Ronald Koeman (y él conmigo), ya les digo yo que nos saldría mucho más que un videoclip y algo menos que un capítulo de Netflix. Vamos, que discutir cuando tu equipo pasa por un momento difícil es lo mínimo que se puede dar en un terreno de juego. Esfuerzo, presión, pulsaciones al límite, frustración por el resultado y por no disponer del balón son ingredientes para que salten ese tipo de chispas en el terreno de juego, que se apagan cuando el equipo vuelve al vestuario y el entrenador intenta poner orden y afinar el plan de juego. No sé si alguna vez les he contado que Miguel Ángel Nadal, el día que yo anunciaba mi retirada, a la vez que un enorme abrazo me dejó una frase llena de sabiduría mallorquina: “¡Por fin voy a dejar de oírte gritar detrás de mí, pesado!”.

Segundo asunto: Piqué no pedía más trabajo o más presión o más correr, que suelen ser recetas que de tan clásicas han derivado en obvias para momentos desesperados, sino que pedía “una posesión larga”, curiosamente la misma solución que, en el inicio de la segunda parte, proponían Jorge Valdano y Gerard López en su labor de comentaristas de Movistar.

¿Y qué significa una posesión larga en el fútbol?

Por una parte, recuperar el control del juego y desactivar la capacidad de asociación del rival que nos está haciendo tanto daño y que, efecto secundario, nos está llevando a ocupar posiciones en el terreno de juego que no son las que favorecen más nuestras condiciones de juego. Por decirlo así, nos lleva a hacer lo que peor sabemos y en los peores espacios del terreno de juego.

Por otro lado, la posesión larga nos permite respirar, coger aire y confianza con el balón y con la posesión viene la asociación, las líneas vuelven a estar juntas, las distancias son las adecuadas para jugar pero también para defender.

Aunque la posesión del balón se asocia al juego de ataque, este es un excelente ejemplo para verlo como un elemento de nuestra estrategia defensiva como desactivador del juego rival y como ordenador de nuestra posición en el campo y en el juego para llegar a la conclusión de que podremos atacar ordenados si somos capaces de defender ordenados.

Como ya conocen el resultado del partido (1-4) se diría que el plan no se desarrolló de la forma más conveniente para los intereses del Barça y que la posesión y el resultado, quién sabe si hasta la eliminatoria, se fueron para París. Lo definía Ronald como un baño de realidad. Y ese es uno de los mayores valores del fútbol en esta sociedad cuasi virtual, de supuestos, de conceptos que de tan líquidos han pasado a gaseosos y de un mundo construido de intangibles. Ahí el fútbol (el deporte en general) pone esos 90 minutos de absoluta realidad (bueno, si interviene el VAR es un poco menos) donde todo se ve y todo se oye.

Al menos, esos 90 minutos nos permitieron ver y evaluar en directo a Kylian Mbappé, uno de los jugadores más nombrados en estos tiempos y que tras un inicio de Champions un tanto dubitativo se sintió como en el patio del colegio dentro de la inmensidad del Camp Nou vacío.

Un día más tarde, Erling Haaland hacía lo mismo en el Sánchez Pizjuán y confesaba que el hat-trick del francés le había motivado para descorchar su capacidad goleadora, haciéndome recordar a aquella rivalidad goleadora en la distancia entre Messi y Cristiano. Me da que estos han venido para quedarse y que el futuro ya es presente.

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