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Champions League - octavos - jornada 1
Barcelona
Barcelona
Messi 27'
1 4
Finalizado
PSG
PSG
Kylian Mbappe 32'Kylian Mbappe 64'Kean 69'Kylian Mbappe 85'

Europa desfigura a Messi

Frente a un PSG superior, el equipo vuelve a palidecer en la Champions con otra versión muy rebajada del 10

Jordi Quixano
Messi
Messi se lamenta por un gol encajado del PSG.Joan Monfort (AP)

Salió al césped con cara de malas pulgas, mandíbula apretada y rictus tenso, nada que ver con esa versión alegre que exhibía en las últimas fechas. La sonrisa de Messi era la expresión del Barça, capaz de ganar siete partidos ligueros de carrerilla. Pero se difuminó de un plumazo en Europa, quizá porque es el termómetro, el escenario que pone a cada uno en su sitio. Y el de Messi hace años que no está junto a los títulos porque el Barça no le acompaña y porque tampoco se rebela cuando las cartas le van mal dadas. Como le sucedió en las recientes debacles europeas y como le ocurrió ante el PSG, futbolista anónimo por extraño que parezca, lejos de ser la frontera de paso para cualquier ataque azulgrana. Así, apenas logró dos disparos (el gol de penalti y otro al bulto); dio 42 pases buenos por ocho malos cuando habitualmente participa al menos el doble en los partidos; hizo dos regates buenos (los únicos que intentó); y perdió 16 balones. Nada que incomodara al PSG.

BCNBarcelona
Barcelona
1
Ter Stegen, Sergiño Dest (Óscar Mingueza, min. 70), Piqué (Riqui Puig, min. 78), Alba, Clement Lenglet, Pedri (Trincão, min. 78), Frenkie De Jong, Busquets (Pjanić, min. 78), Messi, Ousmane Dembélé y Griezmann (Braithwaite, min. 84)
PSG PSG
4
PSG
Keylor Navas, Kimpembe, Marquinhos, Layvin Kurzawa, Florenzi (Thilo Kehrer, min. 88), Verratti (Draxler, min. 73), Paredes, Idrissa Gueye (Ander Herrera, min. 45), Kean (Danilo Pereira, min. 84), Icardi y Kylian Mbappe
Goles 1-0 min. 27: Messi. 1-1 min. 32: Kylian Mbappe. 1-2 min. 64: Kylian Mbappe. 1-3 min. 69: Kean. 1-4 min. 85: Kylian Mbappe.
Árbitro Björn Kuipers
Tarjetas amarillas Idrissa Gueye (min. 19)

Hace años, en La Masia se frotaban los ojos al ver jugar a la generación del 87, equipo cadete de primer año que venció todos los encuentros para coronarse campeón ante rivales con un curso más en las piernas. Cesc, Piqué y Messi lideraban el grupo que con el paso de los años se mezcló con otros canteranos que hicieron época en el Barça como Xavi, Iniesta, Puyol y Valdés, también Busquets y Pedro. El mejunje dio la mejor receta de fútbol que se había visto en el Camp Nou, también una ecuación que casi siempre salía ganadora con Guardiola al frente y Leo en el tapete, equipo que hizo un sextete -repetiría el triplete años después con Luis Enrique- antes que ningún otro. Pero, pasados los años y el éxito, también las malas decisiones en los despachos, el Barça ya no es lo que era y solo Messi y Piqué siguen de pie en el equipo (además de un Busquets que ha perdido influencia en el juego), habitualmente fundamentales porque imponen su ley en las áreas pero netamente superados por el PSG.

Decidió Koeman tirar de galones y dar la titularidad a Piqué, que sumaba tres meses inactivo por tener la rodilla a la virulé pero que ofrecía más garantías que el inexperto Mingueza y el oxidado Umtiti, toda vez que Araujo estaba en la enfermería. Así, como la defensa azulgrana es un guirigay y el entrenador optó por poner orden, voz de mando y salida limpia del balón a costa de retrasar las líneas y jugar junto a Ter Stegen. Resulta que a la zaga del Barça le daba miedo dejar muchos metros a sus espaldas ante la velocidad de Mbappé y también porque no tenía a Piqué para demasiados trotes, apuesta timorata la azulgrana porque tampoco presionaron arriba ni tocaron el balón en campo ajeno. También, un equipo partido en la transición defensa-ataque porque les preocupaba más las vigilancias ofensivas [no despegarse del atacante rival ni cuando tu equipo ataca] que arrinconar al PSG. Messi, que tan fieramente festejó el gol de penalti, pronto volvió a desconectarse, bajar la cabeza y mirar el partido que resolvería Mbappé en la portería contraria con un espléndido hat-trick, señal de que los tiempos cambian. Aunque nada nuevo para este Barça.

Juzgado como ningún otro porque es el líder y porque es de los pocos que puede decidir partidos, Messi no responde cuando el Barça anda torcido en Europa y se carcome al ver cómo se le vuelve a escapar “esa copa linda”. Le ocurrió en 2017, cuando la Juve descascarilló a los azulgrana y Leo no dijo ni pío, afónico en un equipo con más toque que llegada. Le sucedió en 2018, cuando la Roma volteó una eliminatoria que desde el Camp Nou se festejaba, descompuesto el equipo y el técnico Valverde por no dar respuestas. Y se acrecentaba la leyenda de que Leo no marca en los tropiezos europeos, pues no vio puerta ni en la ida ni en la vuelta ante el Liverpool (2007), Manchester United (2008), Inter (2010), Chelsea (2012), Bayern (2013), Atlético (2014 y 2016) y Juve. Tónica que no cambió frente al Roma en 2018, cuando el Barça se dio de bruces con el suelo del Olímpico para certificar la cuarta caída consecutiva en los cuartos de final de la mayor competición continental.

Sí que hizo diana y por partida doble en la ida ante el Liverpool (2019), pero la historia de Anfield dejó claro que con él solo no basta. Tesis certificada por el Bayern, que le endosó ocho goles en la edición pasada para que Leo dijera basta y pidiera irse. Petición negada por hacerlo fuera de tiempo y porque el Barça sin el 10 no es ni la mitad. Aunque ni con esas le vale para ponerse a la altura del PSG y discutirle la eliminatoria. Todos aceptaron la superioridad rival y la justicia del resultado. Messi, que se marchó al vestuario tal y como había salido -con cara de malas pulgas- no dijo nada. Tampoco en el césped. Y eso, para este Barça, es la peor de las losas.

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