El Barça sonríe con Riqui Puig
Los dos goles azulgranas ilustran un partido inanimado en Elche
Hay partidos que se explican por los goles, y si se quiere por los goleadores más que por su fútbol, como por ejemplo el Elche-Barça. El 0-1 no se sabe muy bien todavía si fue de Diego González en propia puerta o de De Jong, situación que refleja cómo estaba de soso el choque, muy defensivos los locales y plano el Barcelona. Y el 0-2 fue marcado de cabeza por Riqui Puig, un jugador que mide 1,69 metros y que acababa de salir para perder tiempo, tener más la bola y asegurar una victoria tan cantada como exigible por más calamidades que acumule el Barça.
Nada mejor que la sonrisa permanente de un suplente como Riqui para animar al pesaroso equipo azulgrana en un momento de supervivencia de la misma manera que la ilusión de Laporta invita a muchos socios a soñar con que el club saldrá del agujero en el que está metido cuando se celebren unas elecciones convocadas para este domingo y ahora previstas para el 7 de marzo. Vive el barcelonismo de sensaciones e ilusiones porque la realidad es que al plantel de Koeman le costó marcar diferencias y sumar su quinto triunfo seguido ante un rival que totaliza 13 jornadas sin ganar en LaLiga.
A los azulgrana les falta aún juego, criterio y sentido colectivo y por tanto jerarquía y foco en ausencia del sancionado Messi. Nadie reparó incluso en que jugaba Umtiti, un central que nadie sabe si está lesionado o fuera de forma, porque el Barça estuvo concentrado, mejor sin el balón, poco exigido y con un solo error provocado por Mingueza y corregido por Ter Stegen. Agotado por el calendario, angustiado por la clasificación y desasistido por la falta de refuerzos, al Barça le alcanzó con no equivocarse más de la cuenta y encomendarse a De Jong y Pedri para resolver la inanimada cita del estadio Martínez Valero.
Desacierto de Griezmann
El Elche es un equipo competitivo y canchero que confía su suerte a la buena organización colectiva del Negro Almirón. Aunque ha cedido fiabilidad defensiva, no es fácil de atacar, y más para el Barça, porque le cuesta dar velocidad a la pelota, estar fino en el pase, sin más sorpresa que las acciones de Dembélé. Los espacios escaseaban y ningún azulgrana conseguía entrar en el área de Badía. A falta de juego por las bandas, no había fluidez ni profundidad en el Barça. Tocaban los azulgrana una nana, sin chispa ni ritmo, fáciles de contener por el Elche.
No pasaba nada para desespero de Koeman. Al Barça le incomodaban el rival, el campo y el viento, demasiadas adversidades para un plantel lento, plano y previsible, sin llegada ni ocasiones, falto de disparo de media distancia, como si no supiera qué hacer con el balón, acostumbrado a que lo juegue Messi. Aunque el gol llegó más por dominio e insistencia que por fútbol, cuando el partido ya se le hacía costoso al Elche, la jugada fue la mejor que tejió hasta entonces el Barcelona.
De Jong y Pedri progresaron por la izquierda para Braithwaite y el centro con la derecha del danés fue remachado por De Jong después de ser rematado en propia puerta por Diego González, presionado por Griezmann. El gol expresó que la mejor manera de desorganizar al Elche era desde el extremo, ensanchando el terreno en lugar de acortarlo, provocando el fallo del rival si no se daba el acierto del delantero, descolocados como estaban Dembélé y Griezmann. La acción provocó finalmente que Dembélé se abriera más por la derecha y por la izquierda asomara Jordi Alba.
La contienda se avivó por la alegría del Barça y la agresividad del Elche. Los azulgrana empezaron a perder el cuero y Pedri buscó habilitar con su pase interior a Griezmann. Así llegaron dos oportunidades, una neutralizada por el pie derecho de Ter Stegen, espléndido en el mano a mano con Rigoni, y la segunda protagonizada por Badía, acertado en su respuesta al tiro de Dembélé. El partido se abrió de portería a portería por la falta de control y de gobierno, animado el Elche y vulnerable el Barça, desacertado Griezmann.
El ir y venir duró muy poco y la rueda de cambios ayudó a recuperar el tedio inicial pese al interés que por fin puso Trincão. No hay partido bueno ni malo en el que el portugués no sea requerido por Koeman, igualmente condescendiente en los últimos encuentros con Riqui. Y, al igual que ocurrió ante la Real con los penaltis, el volante volvió a demostrar que es un futbolista de momentos, autor del 0-2, después de una excelente irrupción de De Jong.
Riqui Puig no paró de reír, feliz como unas pascuas, y el Barça se puso a soñar después de un partido para olvidar en Elche.
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