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Nakamura somete a Carlsen con autoridad

El estadounidense gana (2,5-1,5) la 1ª manga de las siete previstas tras controlar las cuatro partidas

Hikaru Nakamura, durante el Campeoanto de EEUU de 2019 en el Clun de Ajedrez de San Luis (Misuri, EEUU)
Hikaru Nakamura, durante el Campeoanto de EEUU de 2019 en el Clun de Ajedrez de San Luis (Misuri, EEUU)Saint Louis Chess Club/Justin Keller
Leontxo García

Hikaru Nakamura ha encontrado la piedra filosofal para ganar al casi invencible Magnus Carlsen. Y lo ha hecho con más claridad de lo que indica el marcador (2,5-1,5), porque estuvo muy cerca de resolver el duelo en solo tres partidas. El estadounidense aventaja al noruego tras la primera manga (se juega al mejor de siete) de la Gran Final del circuito de torneos rápidos por internet (Chess24) que lleva el nombre del campeón del mundo. La segunda se disputa este sábado.

“Sí, he estado al menos dos veces a punto de ganar la tercera partida. Luego mis emociones han cambiado como una montaña rusa, porque incluso he estado cerca de perderla, y al final ha sido tablas. Pero, claro, mi moral estaba muy alta desde que gané la segunda”, explicó el americano unos minutos después del triunfo.

La estrategia de Nakamura para este duelo es una mezcla del análisis que él mismo manifestó tres días antes –“Yo soy muy bueno en la defensa y en otras facetas, pero Carlsen es un poco mejor que yo en todas ellas”- y el ya famoso consejo de Anatoli Kárpov -“Las probabilidades de ganar a Carlsen son mayores si le llevas a posiciones muy complicadas”- que además encajan bien con el estilo de Nakamura. Este se marcó un objetivo adicional: jugar más rápido que el campeón para provocarle apuros de tiempo en posiciones complejas. Y ese planteamiento le salió muy bien.

Durante sus primeros años en la élite, uno de los rasgos de Carlsen era, a la vez, una virtud y un defecto: se salía muy pronto -a veces, en las primeros cinco movimientos- de la teoría más trillada, lo que hacía consumir mucho tiempo a sus rivales, porque no podían jugar de memoria hasta el 15 o el 20; pero tal actitud le privaba de la importante arma de causar grandes problemas desde la apertura con venenosas preparaciones de laboratorio. Eso ha cambiado mucho, y la partida inicial de hoy es un buen ejemplo: una novedad de Carlsen con negras en su decimocuarto lance le permitió igualar sin problemas. Lo que siguió fue una interesante y larga lucha técnica, que terminó en tablas.

El segundo asalto fue muy intenso. Nakamura sorprendió al campeón con una variante de riesgo, muy difícil de jugar bien para ambos bandos, que no había empleado nunca, pero está por ver si su conocimiento de ella era suficiente. El caso es que fue el noruego quien introdujo una novedad en el octavo lance, y logró una pequeña ventaja. Luego la agrandó, pero al importante precio de apurarse de tiempo, lo que facilitó que el estadounidense remontara hasta igualar. Y entonces pasó lo inesperado: al parecer, Carlsen no se encontraba a gusto, y se dejó un peón en un final que apuntaba claramente hacia las tablas. Nakamura aprovechó el error con gran eficacia para adelantarse en el marcador.

Magnus Carlsen, durante el Mundial de Londres, en 2018
Magnus Carlsen, durante el Mundial de Londres, en 2018David Llada/Chess24

El americano tenía una gran oportunidad de llevarse la primera manga de la Superfinal. Con blancas en el tercer asalto, repitió lo ocurrido en el primero hasta que se desvió en el movimiento 14, y logró una presión tremenda, poniendo al noruego al borde del abismo y con cinco minutos de ventaja para Nakamura. Sin embargo, parece que la perspectiva de tumbar al campeón en solo tres asaltos ofuscó su vista y su mente, porque solo así se explica que regalase un peón gratis. Eso dio lugar a una posición mucho más compleja, donde todo podía pasar.

La lucha se convirtió en un lío tremendo, con imprecisiones de ambos y apuros de tiempo mutuos. Pero seguro que Carlsen lo veía como un gran alivio, comparado con la situación anterior, y por eso fue capaz de no cometer más errores, quedar incluso algo mejor y asegurar el empate que aún le daba esperanzas.

Obligado a ganar el cuarto asalto, Carlsen no logró ventaja alguna con blancas, y tras solo diez jugadas ya estaba tres minutos por detrás. Su gran apuesta era lograr un control absoluto de las casillas negras en una posición de alfiles de distinto color (el de Nakamura corría por los escaques blancos).

Pero tenía ya siete minutos menos (cinco frente a doce) y, obviamente, su rival hizo todo lo posible para frustrar ese plan. Sin embargo, Carlsen mostró una ilimitada confianza en su instinto -basada, por supuesto, en una comprensión del ajedrez que muy pocos han logrado en la historia-, que le llevó a un final muy favorable de dama y alfil por bando, pero con muchos recursos de tablas para su adversario, por los alfiles de distinto color. Su criterio era correcto desde el punto de vista científico, y es posible que con un juego perfecto hubiera ganado, pero no con menos de un minuto en el reloj cuando la precisión era un factor esencial. Nakamura aprovechó bien las pequeñas imprecisiones del escandinavo y arrancó un empate victorioso, que pone la gran final en gran tensión nada más empezar.

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Sobre la firma

Leontxo García
Periodista especializado en ajedrez, en EL PAÍS desde 1985. Ha dado conferencias (y formado a más de 30.000 maestros en ajedrez educativo) en 30 países. Autor de 'Ajedrez y ciencia, pasiones mezcladas'. Consejero de la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE) para ajedrez educativo. Medalla al Mérito Deportivo del Gobierno de España (2011).

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