Un ejercicio de transparencia en Ipurua
El Eibar golea al Levante en un entretenido partido en el que ninguno de los dos equipos escondió nada
Eibar y Levante son como dos libros abiertos por la página del índice. No esconden nada. Allí está, a la vista, lo que el lector se va a encontrar. Cada uno con su argumento, son dos equipos transparentes, casi puros, si se puede hablar de pureza en el fútbol profesional. Cristalinos. Entre lo que dicen sus entrenadores, Mendilibar y López, y lo que hacen sus futbolistas, mejor o peor, no hay distorsiones. Y pocas excusas.
Por eso en Ipurua se vio un partido limpio, como la atmósfera de Eibar después de la lluvia que elimina las dioxinas y demás impurezas que circulan por el aire desde el vertedero de Zaldibar, –el pueblo de Mendilibar–, tema estrella en las conversaciones locales por delante del coronavirus.
Desde el primer minuto, el choque entre los dos equipos azulgrana fue un constante ir y venir de una portería a otra. Si la consigna fue ni un paso atrás, los jugadores la convirtieron en ni un pase atrás, salvo para dar luego uno hacia delante. ¿Especulación? Eso para los terrenos edificables, y en Eibar, metida en un valle angosto, no queda ni un metro.
Roger ya anunció las intenciones del Levante en el minuto uno, pero se resbaló al rematar. Replicó Arbilla, con un centro que remató de cabeza Enrich. Mayoral y Morales, que cambiaba de banda constantemente, pero no de opinión, porque su idea fija era la portería de Yoel, se convirtieron en una pesadilla para la zaga del Eibar, que no por ello renunció a sus planes de jugar con la defensa adelantada. Asustó el Levante, apretó el Eibar, cada uno sin renunciar a su estilo, y en el minuto 26 llegó el gol local en una aglomeración en el área del Levante, que resolvió Orellana con un toque de cabeza a la remanguillé, que despistó a Aitor tanto como el ligero toque de Charles, que embocó la pelota a la red.
El gol perturbó durante algunos minutos al Levante, como si sus jugadores se pusieran a cavilar sobre qué estaban haciendo mal para ir perdiendo el partido sin merecerlo, y en ese periodo de reflexión pudo el Eibar apuntillar el marcador. Los granota consiguieron reponerse y otra vez pusieron cerco al área local. Un disparo que se le marchó alto a Borja fue su último cartucho de la primera parte.
En la segunda tuvo más. Las libretas de los periodistas estaban llenas de apuntes, casi siempre ilegibles, de acciones interesantes, cuando hay partidos en que apenas hay que quitarle el capuchón al bolígrafo.
Lo peor para el Levante fue que enseguida llegó el segundo gol eibarrés, tras un contragolpe. Recibió Enrich en la izquierda y su impecable asistencia recibió la respuesta del contundente cabezazo de Charles, de nuevo, que batió a Aitor.
No se rindió el Levante, siguió apretando, pero le mataba el contragolpe vasco, que pudo tener como consecuencia el tercer gol, en un penalti por mano de Miramón tras el remate de Enrich. Después de verlo en la pantalla del VAR, el árbitro lo señaló, pero Charles, que buscaba el hat trick, lo lanzó por el centro y lo detuvo Aitor Fernández. La sentencia llegó cuando más apretaba el Levante. La firmó Orellana después de otra asistencia del imprescindible Enrich, tras una acción de Arbilla por la derecha.
Respira el Eibar con el resultado, siendo fiel a sí mismo. Como lo fue el Levante, goleado en un partido que fue un ejercicio de transparencia que podría haber acabado de cualquier manera.
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