Tyson Pérez, el invento de Laso padre
El ala-pívot del Andorra Tyson Pérez, debutante este año en la ACB, entra en la lista de España para las ventanas del Eurobasket
Hasta los 15 años apenas había jugado al baloncesto. Lo había intentado, pero no entendía el juego, no le gustaba. “No sabía las reglas, ni tirar ni botar, lo único que hacía era pasar el balón. Al mes lo dejé”, recuerda José Miguel Pérez Balbuena (Santo Domingo, República Dominicana, 24 años), conocido en las canchas como Tyson Pérez (su nombre viene porque a su padre le apasiona el boxeo). Ha sido incluido en la convocatoria de Sergio Scariolo para las ventanas de clasificación para el Eurobasket 2021 (contra Rumanía el 20 de febrero y ante Polonia el domingo, 23) tras estrenarse este año en la ACB con el Morabanc Andorra (5,9 puntos y 5,3 rebotes de media en 15 minutos).
Bastantes detalles en su formación y trayectoria se salen de lo convencional. Tyson es un baloncestista forjado de manera artesanal por un maestro. "Todos me decían que tenía mucha suerte –explica Tyson-, pero para mí solo me hablaban de Pepe. No sabía quién era”. Hace tres años y medio, aquel chico que pasaba las tardes con el monopatín en Sada, una villa costera próxima a A Coruña, no reconocía ni el apellido del hijo de Pepe, el mismo que había ganado Liga ACB y Copa del Rey aquel año. Pablo Laso.
"No me sonaba. De baloncesto aún sé poco y entonces jugaba por diversión". Estaba en el equipo de Liga EBA de Betanzos, a diez kilómetros de casa, del nuevo hogar al que llegó desde República Dominicana con apenas ocho años. Los ecos de sus actuaciones llegaron a Pepe Laso, dedicado hace tiempo a las labores de coach, creador en España del primer campus con niños, que no dudó en desplazarse a Galicia para exhibir ojo clínico.
Con Tyson no dudó y le ofreció irse a Madrid. El plan inicial era integrarlo en un equipo también de EBA, el Eurocolegio Casvi, pero sobre todo trabajar con él. Gratis. Los dos, una cancha, un balón y mucha pasión. "No soy de los que se come mucho el coco. Acepté sin pensarlo", recuerda el chico. El primer año en el Casvi deslumbró, el segundo se fue al Canoe para convertirse en el mejor jugador de la LEB Plata y firmar un ascenso de categoría. Nada cambió en la LEB Oro: llegó y repitió como MVP pese a jugar en un modesto que logró salvar la categoría. 16 puntos, 10,6 rebotes y 20,5 de valoración fueron las medias que le catapultaron a la ACB. Un ramillete de ofertas de equipos de la NBA le plantearon acudir a sus campus de trabajo en verano para situarle bajo su radar.
Mientras todo eso sucedía, la pelota no dejaba de botar en la cancha del Canoe. Al viejo Laso no le importan ni el día ni la hora. Con Bismack Biyombo abrían polideportivos los domingos al alba cuando el pívot congoleño, que ahora cumple su novena temporada en la NBA, se forjaba en Fuenlabrada. Esculpir a un jugador de baloncesto tiene mucho que ver con la fe y la constancia. “Con Pepe supe lo que es el sacrificio y entendí que no todo es talento, sino también ética de trabajo. Me enseña a autoentrenarme, a corregirme y a saber por qué fallo en algo, a dominar mis nervios", describe Tyson.
La relación se forja dentro y fuera del parqué y tiene que ver en la toma decisiones profesionales y personales. Hay exigencia. "El entrenamiento en solitario es muy adecuado, también muy complicado. Estás todo el rato en el foco y no puedes relajarte, pero ahora puedo decir que me divierte más hacer una sesión de técnica individual que un cinco contra cinco", confía Tyson, que este verano acordó con su maestro que era el momento de dar el salto a la ACB. Eligieron Andorra, donde ya muestra su potencial, muy físico, capaz de correr y de jugar por encima del aro, agresivo en el rebote en ambas canastas. "Ni yo sé lo que puedo hacer", explica Tyson, antes de concretar algo más: "Hago lo que me pidan, si están presionando al base subo el balón, si hay que tirar de tres lo hago, si hay que postear también. Aunque lo que más me gusta es jugar de cara al aro".
Hasta hace apenas un par de meses dudaba entre qué hacer si recibía dos llamadas, la de España y la de la República Dominicana, un país que late baloncesto. Sólo le llegó una, la de Scariolo. Jugará con España en las ventanas que se abren el día 20 y el 23 primero en Rumanía y después ante Polonia, en Zaragoza, para buscar el acceso al próximo Eurobasket
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