El Real Madrid tiene remangue
El equipo de Zidane remonta el buen inicio de Osasuna con una actuación muy coral para contrarrestar al combativo cuadro rojillo, solo desfondado en el último tramo
En un partido espasmódico, el Real Madrid sufrió, templó y apuntilló a Osasuna. Lo hizo a medida que interpretó que ante el equipo rojillo hay que poner mucho del equipo rojillo. En El Sadar no basta con una faena cualquiera. A menudo, ni siquiera con el talento como única bandera. Por Pamplona hay poco escenario para el vedetismo, allí se impone la disposición forzosa para la intendencia. Lo entendieron gente como Modric e Isco, capitales con Casemiro y Valverde en el andamiaje visitante, clave para la victoria final.
Todo el Madrid metabolizó que El Sadar no es una plaza para endomingados. El Real tuvo la firmeza necesaria para sacar adelante un partido bravo, corrosivo. Un encuentro mucho más ajustado que el reflejo del resultado final, sellado con goles de un volante (Isco), un centinela (Sergio Ramos), un extremo (Lucas Vázquez) y su ariete más puro (Jovic). Un ejemplo del Madrid coral que ha impulsado Zidane.
Media hora le duró la pulsión superior a Osasuna. De entrada no fue un equipo, sino un regimiento. Y ya se sabe lo cachas que se pone El Sadar cuando los rojillos entran en combustión. Cada jugador local mostraba el colmillo. Sin ñoñeces en el cuerpo a cuerpo, sin remilgos a la hora de buscar los espacios. Con el lamento por el Chimy Ávila, Osasuna ya no es un equipo con delanteros de referencia. La baja del espartaco ariete argentino la suplieron entre Rubén y Arnáiz, futbolistas que más anidar en el área tienen preferencia por llegar donde no están.
No había dicho ni Pamplona el Madrid cuando los muchachos de Jagoba Arrasate ya contabilizaban cuatro ocasiones ante Courtois, decisivo en una de ellas frente a Rubén. El contratiempo de Moncayola, lesionado tras un amague de Modric, alteró la tamborrada rojilla. Brasanac tuvo que retrasar su posición con lo que Osasuna rebajó su presión sobre Casemiro. Antes, un córner lanzado por Rubén lo cabeceó con saña y estilo Unai García, que se anticipó a un corsario como Casemiro. Un guiño para Unai, que no era titular desde el 4 de mayo, cuando le estalló un ligamento cruzado. El Real Madrid tuvo la respuesta adecuada: remangue y remangue. Tan necesario era armonizar el juego como no aflojar la mandíbula.
Modric e Isco comenzaron a dar hilo al Real. Cogieron pista Carvajal y Mendy, y Benzema ya pedía socios por todo el campo. Quedaba Bale, que nunca se sabe si está de cuerpo y mente. Algo se adivinó cuando en el mejor tramo de los blancos, una disputa del galés con Estupiñán provocó que la pelota saliera rebotada hacia Isco, que con una volea terminal certificó el empate. Para entonces ya apretujaba menos Osasuna. Para entonces ya amedrentaba el Real.
En plena remontada visitante, Casemiro se la devolvió a Unai. Le ganó un reto aéreo que descolocó de tal manera a la zaga navarra que lo mismo que remachó el gol Ramos pudieron hacerlo Varane, Benzema o Bale. Todos estaban tan descuidados por los rivales como el capitán madridista.
No es este Madrid el Madrid más expansivo en ataque que se recuerde. Ni mucho menos. Lo sabe Zidane, que ha perfilado un equipo mucho más sostenible en defensa y en las disputas. Así que en el segundo tramo apareció un Real Madrid más ocupado en evitar un repunte osasunista que en mandar a la lona a los de Arrasate. Como evidencia, al irrelevante Bale le sustituyó Lucas, con más ida y vuelta que Vinicius, reservado para el último instante. Con Lucas, ZZ quiso anudar a Estupiñán, lateral ecuatoriano confuso en defensa, pero maratoniano en ataque. Por ahí remó Osasuna, por más que Estupiñán abusara de los centros laterales sin miramientos.
Guiño de Jovic
Tras un periodo anodino, Osasuna pareció un equipo cada vez más afeitado, sin gancho con Gallego como ariete. La baja de Ávila le ha abierto un considerable cráter ofensivo. Para colmo, un error de la zaga permitió a Benzema prefabricar el gol de Lucas que mandó a la cuneta al cuadro local. Jovic, a un suspiro del final, cazó un gol con un gran remate con la zurda. Un apunte que hace tiempo que reclamaba el madridismo al serbio. En este Madrid el gol cuelga de zagueros y volantes. Y no siempre saldrá cara. Sin Hazard y con las penumbras de Bale, Benzema se ha secado. A la espera de la vuelta del belga y el posible despegue de Jovic, el Real se apaña para liderar LaLiga con su sentido mosquetero ofensivo y defensivo. Como siempre quiso Zidane: todos a una. Y esa una es LaLiga que lidera y tanto ilusiona a ZZ.
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