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Isak y Odegaard, dos vikingos se adueñan del Bernabéu

El sueco y el noruego firman tres de los cuatro goles de la Real en un recital de juego y eficacia

Gorka R. Pérez
Odegaard no celebra el 0-1, Isak sí.
Odegaard no celebra el 0-1, Isak sí.Rodrigo Jiménez (EFE)

A pesar del excelente trabajo de cantera que acredita la Real con la formación de futbolistas de presente contrastado como Oyarzabal, Elustondo o Zubeldia, y de promesas que asoman como Gorosabel o Barrenetxea, hay dos jugadores que, a pesar de venir del norte, pero mucho más al norte de San Sebastián, capitanean la propuesta de uno de los equipos más en forma del campeonato. Isak y Odegaard, sueco el primero, noruego el otro, desplegaron sobre el Bernabéu un repertorio de juego que entregó los goles suficientes para que la remontada final del Madrid solo llegase hasta la orilla.

Mucho antes de que acabasen metidos en su área pidiendo la hora, a los diez minutos de partido, Odegaard golpeó con fuerza la espinilla de Ramos. El central del Madrid llegó antes a un balón suelto, y el interior de la bota izquierda del noruego fue a parar a una de las partes más dolorosas en las que puede recibir un impacto un futbolista. A Ramos le sentó a cuerno quemado el golpe y se lo hizo saber al jugador de la Real, que con la mano protestó la reacción del capitán blanco y ni se acercó a interesarse por su estado. En ese momento, la matrícula de Odegaard, cedido en principio por el Madrid en la Real hasta 2021, pasó a formar parte del inventario madridista.

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No contribuyó a calmar los ánimos que poco después enviase el balón al fondo de la portería de Areola. Aunque el nórdico no celebró el gol, la piña de jugadores de la Real que lo rodeó emanaba suficiente calor como para encender el ánimo del futbolista. Acabó de contribuir a ese calentamiento Marcelo, cuando en una jugada sin aparente peligro y aprovechando que el balón botó con cierta altura entre él y Odegaard, decidió lanzarlo por los aires con una dureza que Mateu Lahoz no consideró suficiente para mostrarle la tarjeta amarilla. Como ocurriera en la jugada anterior con Ramos, pero con los papeles cambiados en esta, el lateral brasileño no pisó ni uno solo de los centímetros que rodeaban el perímetro de césped sobre el que se dolía, con la mano arriba y el rostro pegado a la hierba Odegaard.

Renqueante en los minutos siguientes, poco a poco recuperó el aliento el mediapunta de la Real, quien, bien secundado por Merino y Januzaj —otros dos zurdos—, aprovechó los espacios de James —también zocato—, para seguir generando jugadas de peligro. Hay entrenadores que consideran que los zurdos no solo golpean mejor el balón, sino que como entienden sus limitaciones son capaces de sintonizar mejor. En el Bernabéu solo Zubeldia utilizaba la bota derecha, pero resultaba suficiente para alterar el curso del juego y guardar la ropa ante cualquier remonte blanco.

A media hora para el final, Odegaard se desplomó sobre el verde pidiendo auxilio. En una mezcla de cansancio y dolor por el bocadillo de Marcelo que no desinflaron la clase de su zurda, siguió acariciando el balón hasta que abandonó el campo ovacionado. El público del Bernabéu reconoció el talento de un futbolista que promete tardes de gloria con la camiseta blanca.

"Estoy muy contento con los dos goles que nos han servido para estar en las semifinales", dijo Isak, sobre su aportación personal. "Estoy muy orgulloso de mi trabajo y del equipo. Ha sido increíble. Estamos en las semifinales de manera merecida, aunque en los últimos minutos hayamos sufrido un poco. Es normal porque el Madrid es un gran equipo y hoy hicimos historia al eliminarlos en un estadio como el Santiago Bernabéu".

Antes de irse por el túnel de vestuarios, ya le había entregado un pase de gol a Isak, anulado por fuera de juego. Sin embargo, el otro nórdico de la plantilla, tan sueco en su comportamiento como latino en su ebullición, quedó enrabiado y su manera de deshacerse de la frustración pasó por firmar dos goles y entregar una asistencia a Merino. Sus goles retrataron a tres de los cuatro defensas locales, Militao, Ramos y Marcelo, siendo el lateral brasileño el mayor de los damnificados. Su zancada nunca encontró réplica, de la misma forma que sus movimientos al espacio no hicieron más que agrandar la sombra en los marcajes de Marcelo. Ni siquiera el tanto que firmó le exoneró de las críticas de los aficionados.

La apuesta de Zidane por la rotación, especialmente acentuada con las ausencias de Casemiro y Bale, las dos caras de la moneda del juego que propone su equipo, se aprovechó de la hiperactividad de Vinicius, el mejor jugador del Madrid muy por encima del resto, para agarrarse como solo él sabe al partido. Si los goles de Rodrygo y Nacho no fueron suficientes solo fue porque antes de irse dos vikingos habían decidido reivindicarse en el Bernabéu.

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Sobre la firma

Gorka R. Pérez
Es redactor de la sección de Economía y está especializado en temas laborales. Ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS. Antes trabajó en Cadena Ser. Es licenciado en Periodismo por la Universidad del País Vasco y Máster en Información Económica de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo.

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