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Yuri Ganus, sobre la trama de dopaje en Rusia: “Intentan tapar los problemas, no resolverlos”

El máximo responsable de la lucha contra el dopaje en Moscú carga contra las instituciones por ocultar los datos de las trampas de sus atletas y pide que se castigue a los responsables

Yuri Ganus, en una imagen de diciembre de 2018.
Yuri Ganus, en una imagen de diciembre de 2018.Mikhail Japaridze (TASS)
María R. Sahuquillo

Yuri Ganus no alberga duda ninguna de que Rusia alteró miles de datos con las pruebas de sus deportistas para ocultar casos de dopaje. Ganus, máximo responsable de la agencia antidopaje de Rusia (Rusada), se ha convertido en una de las voces internas más críticas del escándalo. Y ha recibido por ello reproches feroces. Incluso amenazas, revela con gesto serio durante una entrevista con EL PAÍS en su despacho de la organización en Moscú. Rusia ha sido excluida de las competiciones internacionales durante cuatro años por la trama de dopaje. Y Ganus (Tokmak, 55 años), que tomó las riendas de la Rusada hace tres años con el objetivo de emprender una limpieza a fondo, se muestra convencido de que para “recuperar el prestigio” hace falta hallar a los culpables y apartar a quienes gestionan el deporte ruso.

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La Rusada ha recurrido las sanciones impuestas por la Agencia Mundial Antidopaje (AMA), que dictan que Rusia no podrá ir como equipo a los Juegos de Tokio 2020 o al Mundial de fútbol de Qatar 2022. Sus deportistas solo competirán —si están limpios— en un equipo neutral; sin himno ni bandera. Aunque Ganus elude pronunciarse sobre si considera justa la decisión. El organismo internacional concluyó el pasado diciembre que Moscú alteró los datos del laboratorio al presentar pruebas falsas y eliminar archivos vinculados a pruebas de dopaje positivas que podrían haber ayudado a identificar la trampa.

El jefe de la Rusada apunta alto. “A la pregunta de quién lo hizo no puedo responder porque no lo sé, pero sí sé quién es responsable: el ministro de Deportes dirigió y coordinó este trabajo”, dispara. “El llamado informe McLaren encargado por la AMA señaló que el laboratorio implicado en la manipulación de datos estaba controlado por el Ministerio de Deportes. Y eso nunca se refutó. No creo que el ministro [Pavel Kolobkov, relevado hace unos días] haya hecho estas alteraciones personalmente pero es necesario aclararlo; precisamente para evitar que se vuelva a producir”, recalca. “Debe haber una investigación en Rusia sobre lo que ha sucedido porque las consecuencias para el deporte son inmensas”, inquiere.

Si no se investiga es que las personas responsables de nuestro deporte o no están interesadas o están involucradas en ello

Tajante, Ganus reprueba al Gobierno por cómo ha tratado la crisis derivada de lo que la AMA considera un uso “sistemático” del dopaje patrocinado por el Estado. A Rusia ya se le prohibió participar en eventos deportivos internacionales, incluidos los Juegos Olímpicos de Invierno de 2018, después del descubrimiento de un amplio programa de dopaje en 2015. Según los cálculos de la agencia mundial, más de 1.000 deportistas rusos —de todas las disciplinas— se beneficiaron de las prácticas de ocultamiento. “La pregunta es si funcionarios públicos participaron en la manipulación de datos. La inacción es una forma de culpa. Si no se investiga, si no se hace nada para llegar al fondo del asunto, es que las personas responsables de nuestro deporte o no están interesadas —y entonces hay que averiguar por qué— o están involucradas en ello”, plantea. “En lugar de resolver los problemas se están tratando de tapar. Parten de la posición de que, supuestamente, no hubo manipulación. Pero entonces deben dar unas explicaciones y justificaciones aceptables. Desafortunadamente todavía no las he escuchado”, reclama.

Un organismo independiente

“Todo lo que está sucediendo ahora actúa en contra de la reputación de Rusia. El problema no es la cantidad de infracciones o en qué consisten, sino qué se hace con ellas”, opina Ganus, que trata de transformar la agencia en un organismo más independiente.

Para la Rusia de Vladímir Putin ha sido prioridad mostrarse como una potencia deportiva mundial y recuperar así el viejo espíritu de la Unión Soviética. Y a ello se han dedicado miles de millones de euros. Para el Ejecutivo y los medios afines estas últimas sanciones se ven como un drama. Excepto por atletas como la campeona Maria Lasitskene, que han criticado la gestión de las autoridades y la falta de castigo a los responsables, el cierre de filas con las cúpulas deportivas es casi total. El hasta hace unos días ministro de Deportes Kolobkov, que de hecho fue condecorado por el Kremlin en pleno escándalo, se ha limitado atribuir las discrepancias de los datos a “problemas técnicos”.

Ganus, una de las voces más críticas del escándalo, ha recibido amenazas desde que llegó

El relato general del Kremlin es que el castigo se debe a una campaña política. Se habla de “rusofobia”. O de “histeria anti-rusa crónica”, como lo definió el entonces primer ministro, Dmitri Medvedev. Ganus se endereza al escucharlo. “Rusofobia es un viejo estereotipo que se sigue manejando desde la época de la Unión Soviética, cuando se decía que ‘todo el mundo estaba en contra de la URSS’. Pero no es así”, señala. "Según las estadísticas, desde 2016 se han registrado en todo el mundo 16 situaciones de crisis en las que se ha privado de la acreditación del laboratorio o han privado de la conformidad de la agencia; Francia, Portugal, Estados Unidos, Rumanía, China y muchos otros, sin contar a Rusia, han caído bajo estas sanciones”, abunda. “Si no se hubieran producido esas alteraciones [en los datos de laboratorio sobre dopaje] y Rusia hubiera mostrado que no había razón para señalar esas modificaciones significativas se podría decir que no ha sido justo… Pero no se ha hecho”, zanja

Las reprobaciones de Ganus desentonan en Moscú. Y eso le ha acarreado críticas furibundas. Algunos le acusan de dar una respuesta vehemente en público para guardar las apariencias con la AMA, pero ser en realidad otro miembro más de un engranaje purulento. Otros le han llamado directamente traidor. “Creo que fue Abraham Lincoln quien dijo que el patriotismo no se define por la lealtad al funcionario o al presidente, sino por la lealtad al Estado, a los intereses estatales”, dice mientras se encoje de hombros y mira de reojo la bandera rusa colocada tras su escritorio. A su espalda tiene colgados todos sus diplomas y certificados.

Amenazas y presiones

Ganus remarca que su objetivo es convertir la Rusada en una organización independiente. Aunque asegura haber recibido “presiones de las autoridades deportivas” rusas.

“Este es el mayor desafío al que nos enfrentamos ahora y necesitamos un cambio. Esta crisis se ha producido por el uso de enfoques viciosos, por el intento de ocultar en lugar de cooperar. Es un horror, una historia inaceptable y es clave emprender cambios reales”, dice. “Deben venir nuevos líderes en la gestión del deporte, comparecer ante los atletas y convencerles con hechos de que están dispuestos a realizar cambios reales”, pide.

Ganus, ingeniero y jurista de formación, confiesa que ha recibido amenazas prácticamente desde que llegó a la agencia anti dopaje rusa. “No físicamente, con una pistola, sino alusiones directas e indirectas”, dice sin querer profundizar. Aunque menciona las muertes en 2016 de dos altos funcionarios de la Rusada —Nikita Kamaev y Vyacheslav Sinev— en el centro de la trama de dopaje. Y desliza: “Un caso puede ser una casualidad, dos son tendencia, el tercero ya es una ley”.

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Sobre la firma

María R. Sahuquillo
Es jefa de la delegación de Bruselas. Antes, en Moscú, desde donde se ocupó de Rusia, Ucrania, Bielorrusia y el resto del espacio post-soviético. Sigue pendiente de la guerra en Ucrania, que ha cubierto desde el inicio. Ha desarrollado casi toda su carrera en EL PAÍS. Además de temas internacionales está especializada en igualdad y sanidad.

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