John Stones desmonta la obra del Kun Agüero
El errático central del City aparece en primera línea de las jugadas que hunden a su equipo ante el Palace, en un partido protagonizado por el punta, autor de dos goles
El Manchester City da recitales y recoge sopapos. Se repite el patrón de ciertos partidos de la temporada 2016-17. El equipo juega bien pero sin la cuota de fortuna necesaria para cimentar una fe inquebrantable. Al menor fallo defensivo, el castillo del cuento de hadas se desmorona descubriendo cortinas raídas y tapices polvorientos. Entreverado entre los despojos del oropel siempre aparece la misma figura desconcertada de John Stones, en su día el defensa más caro de la historia (60 millones de euros costaron sus derechos), hoy ejemplo lastimoso de las carencias del equipo de Guardiola en la zona de cobertura.
Aprovechando la confusión, el Crystal Palace se llevó un punto de su visita a Manchester. Le bastó con rematar cinco veces, contra las 25 del City. A la pura contra. Tapando los carriles interiores con tres volantes para desactivar la llegada de De Bruyne y de Bernardo Silva, el duelo coronó a Agüero como el personaje del partido. Él solo sacó al City del pozo, después del 0-1 de Tosun. Metió el 1-1 empujando un centro de Gabriel Jesús con una estirada acrobática en el segundo palo y cabeceó el 2-1 burlando a los centrales en un centro de Mendy. Saludados con gritos de desahogo por Guardiola, los dos goles del Kun no fueron el producto habitual de los avances de City. Fueron dos apariciones de oportunista en una maraña de marcadores más grandes que él. Devolvieron el alivio a la hinchada. Por poco tiempo.
Ganaba el City en el Etihad por 2-1 al Crystal Palace. Corría el minuto 90 y todo parecía, por fin, bajo control. Hasta que Ederson Moraes tomó la decisión equivocada. En lugar de intentar salir jugando desde atrás para que su equipo protegiera la pelota y dejara pasar los instantes que le restaban al partido, el guardameta sacó en largo. ¿Para quién? Para que De Bruyne hiciera aquello en lo que no destaca: ganar la disputa aérea a los viejos zagueros británicos. Ganó Cahill. Y cuando los jugadores del City fueron a presionar, la pelota ya estaba muy dividida. McCarthy se hizo con ella y cuando Rodri fue a presionarle soltó el pase a Zaha. La carrera del atacante pilló a la defensa del equipo local a contrapié. Superado Stones, como casi siempre, el centro pegó en la espinillera de Fernandinho y se convirtió en gol en contra. Apenas unos segundos después de rifar la pelota, Ederson la vio meterse en su portería. Sin tiempo para reaccionar, el City cedió dos puntos y se despidió un poco más de la lucha por el título de Premier que ya figura virtualmente en los libros del Liverpool.
Mientras Eymeric Laporte, en el palco, comía albóndigas. En una mano el plato, en la otra el tenedor. Aún convaleciente de su lesión, el central que servía para aglutinar al equipo desde atrás contempló los acontecimientos desde la lejanía. Hermoso, de tan poca actividad física, y vestido de calle. Sin dar señales de que su regreso esté próximo y cada vez más necesario, considerando el duelo de Champions que se avecina: el 26 de febrero en el Bernabéu, por la ida de los octavos de final.
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