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CR remata menos que nunca y golea como siempre: diez tantos en nueve partidos de Serie A y Champions

El portugués rebaja la actividad y los disparos al mínimo en uno de los arranques de temporada más acertados de su carrera

Cristiano durante el último entrenamiento de la Juventus.
Cristiano durante el último entrenamiento de la Juventus.ALESSANDRO DI MARCO (AFP)
Diego Torres

Cuando el 8 de abril de 2014 Cristiano Ronaldo salió a calentar al Westfalenstadion, atravesó sin quererlo el umbral que separa la plenitud física del largo declive. La rodilla izquierda le dolía. Los médicos del Madrid le advirtieron de que debía descansar. Los doctores que él consultó por su cuenta le sugirieron que podía intentar hacer un último esfuerzo para disputar aquellos cuartos de final de Champions con el Dortmund. En el club contaron que el pinchazo que sintió en el tendón rotuliano fue tan agudo que, por primera vez en su carrera, temió que el cuerpo le fallara. Esa noche Cristiano se autodescartó. Lo que siguió fue una batalla desigual: el futbolista contra el irreversible declive orgánico.

No está claro que ganara el futbolista. El goleador ni se inmutó. La media goleadora de Cristiano en sus primeras cinco temporadas con el Madrid, hasta junio de 2014, fue de un gol por partido; en las cinco temporadas subsiguientes su promedio ha sido de 0,95 goles por partido.

El hombre que regresa al Camp Nou va camino de cumplir 36 años elevándose por encima de su índice anotador. Suma diez goles en los nueve partidos de Liga y Champions que lleva disputados este curso con la Juventus y se consolida como uno de los rematadores más longevos que han existido. El contraste con la generación que le precede es abrupto. Con 35 años, Raúl metió 12 goles en 35 partidos con el Al Sadd; Van Nistelrooy metió cinco en 22 partidos con el Málaga; Henry 15 en 27 fechas con el New York Red Bulls, y Ronaldo se retiró del Corinthians sin marcar.

Cristiano cuenta 42 remates totales. Es la cifra más baja de disparos que se le recuerdan en un comienzo de campaña. Sin embargo, hasta la semana pasada superaba los registros goleadores de todos los inicios de temporada de su carrera, a excepción de la 2014-15. ¿Cómo hace para marcar más que nunca rematando menos que nunca? “Cristiano ha encontrado su posición ideal en el campo”, respondió Pirlo ayer en la sala de conferencias del Camp Nou, más lacónico que una lápida. “Aparece siempre en el lugar justo. Si somos capaces de hacerle llegar la pelota será bueno para nuestro equipo”.

“A Ronaldo hay que mirarlo para aprender cómo se hace para ser el mejor cada día”, lo elogió Bonucci. El capitán juventino sabe que Cristiano se transformó a sí mismo y transformó, de paso, al equipo que le rodeaba. Esto presentó un problema táctico. Lo sufrió Maurizio Sarri antes de que lo contratara la Juventus, en el verano de 2019. Inducido por el presidente Andrea Agnelli, el técnico visitó a Cristiano, que se hallaba de vacaciones en un yate en la Costa Azul. Ahí mismo intentó convencerlo de que la posición que le liberaría más para meter goles era la de delantero centro. Pero Cristiano le previno. El portugués no quería ser el nueve, sino partir del costado izquierdo. Eso tenía dos consecuencias: que otro jugador debía ocupar el centro del ataque y un tercero debía hacerse cargo de presionar al lateral diestro contrario cuando tuviera la pelota. Sarri se resignó a intentar articular una heterodoxia que, a la postre, acabó restándole fluidez al juego del equipo.

“Ha metido 700 goles arrancando desde una posición ligeramente abierta a la izquierda, y es normal que prefiera jugar ahí”, dijo Sarri. “Pero no creo que jugar unos metros más o menos cerca del eje del campo suponga una diferencia enorme para un jugador tan bueno”.

Sarri fue despedido porque bajo su dirección la Juventus nunca pudo ser el equipo propositivo que soñaba Agnelli. Su sucesor, Andrea Pirlo, continúa sin poder resolver el enigma en un orden en el que solo Cristiano parece elevar el rendimiento. Lo hace en términos paradójicos: economizando movimientos.

“Devastador”

Las estadísticas indican que Cristiano cada día se desmarca y remata menos, y que, si lo hace, emplea el menor número posible de toques. Sus disparos totales en los siete primeros partidos de cada campaña desde que llegó al Madrid en 2009 fueron, sucesivamente, 42, 60, 52, 51, 64, 45, 59, 38, 50, 48, 37, y 33. Nunca ha tirado a puerta con menos frecuencia. Nunca con más puntería.

“Él debe recibir la pelota en ciertas zonas del campo en donde resulta devastador”, dijo Pirlo tras su partido ante el Cagliari tras verle hacer uno de los goles que le caracterizan últimamente. Apareció por la izquierda mientras toda la jugada se gestaba por la derecha y, ya con la defensa adversaria pendiente de Morata y Kulusevski, recogió el balón y transformó el 1-0.

Pirlo señala una transformación. Desde que la rodilla hizo crisis en el Westfalenstadion, Cristiano se especializó en resumir los caminos que llevan al gol. Antes acaparaba el balón en el origen de la jugada. Ahora lo busca al final, normalmente, en el segundo palo, a la espalda del lateral, como hizo en el 2-0 al Dinamo. Si en sus seis primeros partidos de la temporada 2013-14, término de su apogeo físico, precisó de 57 tiros para meter siete goles, en los primeros seis encuentros del actual curso con la Juventus metió ocho tantos con 31 disparos. Casi todos sin controlar la pelota. Seis de los diez goles que ha hecho este curso —ha metido dos penaltis— han sido en jugadas que culminó a un toque. Marca en 7 partidos de nueve, 10 goles, 6 a 1 toque; 2 penaltis.

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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

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