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Pelota vasca a 313 km/h

El récord mundial de velocidad en cesta punta, usando fibra de carbono, une la tradición con la tecnología

Goiko, durante su récord de velocidad.
Goiko, durante su récord de velocidad.RED BULL
Jon Rivas

Iñaki Osa Goikoetxea, Goiko (Zumaia, Gipuzkoa, 40 años), es un hombre de acción. Diez veces campeón del mundo de cesta punta (una de las modalidades de pelota vasca), surfero vocacional, 1,93m de altura y 100 kilos de peso. Su último reto ha sido batir el récord de velocidad lanzando la pelota con su cesta. Lo tenía desde 2017, cuando lo consiguió en el frontón de Dania (Florida), el vizcaíno Ibon Aldazabal, con 305 kilómetros por hora. Goiko lo ha elevado recientemente a 313 km/h en el circuito automovilístico de Aragón en una exhibición junto al expiloto Dani Pedrosa.

Su acompañante en este reto, Iñigo Calzacorta, es un soñador. Lleva desde los 12 años ligado a la pelota vasca, y desde esa edad trata de experimentar. “He sido pelotari profesional en Milán, luego en Milford y en Dania, en Estados Unidos, y siempre me quedaba pegado a los escaparates de las tiendas de deportes, viendo la cantidad de material de otras especialidades, su evolución, las marcas…”, cuenta. Y la cesta seguía ahí, hecha de mimbre, con el guante de cuero, sin cambios desde hace más de un siglo, pura tradición. “Creo que se puede mejorar. Sé hacer cestas desde pequeño, aprendí el oficio observando a los cesteros. Así que empecé a probar con fibra de carbono, con aluminio”, afirma. Tecnología punta.

Hace seis años, Calzacorta le mostró el primer modelo a Goiko, que vive a caballo entre los frontones de Florida y los del País Vasco. “La probó, le gustó, y se planteó el reto de batir el récord de velocidad con una pelota lanzada por una cesta”, comenta. “Así es”, ratifica el pelotari por teléfono desde Miami. “Veníamos trabajando en algo así desde hace más de cuatro años. Cuando llegó la covid y la competición se suspendió, pensé que era el momento para intentarlo. Hablé con Iñigo, me fue pasando prototipos y yo le decía los cambios que se podían hacer para estar más cómodo”. La cesta definitiva está construida en un 90% por carbono y un 10% de aluminio.

Goiko, el nuevo poseedor del récord, tiene relación profesional con Red Bull, uno de sus patrocinadores, que se tomó en serio el desafío y lo organizó. “Hemos ido trabajando con la cesta; la probaba y me daba las directrices. Tiene que tener las mismas características de tacto y de golpeo de una cesta tradicional. Goiko dice que con la cesta de carbono, las sensaciones son muy parecidas a las de siempre”, afirma el cestero.

El mundo de la pelota vasca es muy tradicional. Los cambios se miran con lupa y cierta desconfianza. Cuando los frontones de mano comenzaron a pintarse de colores en vez del tradicional blanco, se alzaron voces en contra, pero la televisión ganó el pulso. Con paredes verdes, azules o negras, la pelota se aprecia mejor. Para la adopción del casco obligatorio en la cesta punta, tuvo que producirse una desgracia: en 1966, el pelotari Fernando Orbea recibió un pelotazo en la cabeza que le mantuvo en coma varios días. Le quedaron secuelas epilépticas y no pudo volver a jugar.

”Creo que la cesta de carbono puede tener futuro”, apunta Calzacorta. “Una cesta de mimbre cuesta alrededor de 400 euros, hay que mantenerla y a veces no dura más de dos meses. Además, se hacen a mano y puede haber lista de espera para conseguir una”, explica. Sin embargo, “la de carbono y aluminio cuesta bastante menos, no necesita mantenimiento y las piezas se pueden cambiar”. La única parte en la que prefiere no experimentar es el guante: “Se han probado muchos materiales, pero no hay nada que se adapte a la mano como el cuero. Eso es mejor no tocarlo”.

Goiko lanzó la pelota con su cesta en el circuito de Aragón y batió la marca. Después de tantas pruebas llegó el momento de máxima tensión. “Fue un día de nervios”, recuerda. “Primero se hicieron las grabaciones con Dani Pedrosa, que tenía que intentar alcanzar la misma velocidad con su moto, luego el lanzamiento. Cuando el velocímetro marcó los 313 kilómetros por hora, me puede por fin relajar”, cuenta.

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