Adiós y ya, Leo
Messi cumplirá los treinta y cuatro años con la vista puesta en otro jardín, casi expulsado del suyo propio por la incompetencia de quienes dirigen el Barcelona
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De los nueve acompañantes que autoriza la normativa sanitaria para los inminentes festejos navideños me sobran ocho y me falta uno: Leo Messi, el conviviente universal. No contemplo cualquier otro plan para la Nochebuena y la Nochevieja de 2020, aunque solo sea con intención de llorar en silencio mientras lo veo mojar cigalas, camarones y percebes en mayonesa: incluso eso le consentiría a la pequeña criatura celestial y que me perdonen Don Álvaro Cunqueiro y su santa biblia de la cocina gallega. “¿Quieres que te fría dos corderos, Lionel?”, preguntaría con voz de abuela antes de sacar l...
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