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De esquiador olímpico a ciclista profesional

El oscense Martí Vigo llega al pelotón después de solo tres carreras como amateur

Carlos Arribas
Martí Vigo esquía en junio de 2018.
Martí Vigo esquía en junio de 2018.INSTAGRAM @martivigo

Los astrólogos hablan de confluencias astrales, las gentes normales de asombrosos cambios de ciclos, algunos de la influencia del covid y el aficionado se rasca la cabeza, asombrado, y piensa en Primoz Roglic, saltador de esquí hasta los 21 años y doble ganador de la Vuelta, y en Remco Evenepoel, internacional juvenil belga como futbolista y aclamado unánimemente como mejor ciclista del futuro, y compara y piensa que, por qué no, que la peripecia de Martí Vigo, su salto de esquiador de fondo a ciclista profesional en un abrir y cerrar de ojos, no tiene por qué acabar mal, que así son los tiempos que vienen y no hay equipo que no piense que cualquier desconocido hoy puede ser el mejor del mundo mañana.

A los 22 años, en su primer año en el pelotón ciclista, Roglic acababa pájara las carreras porque no tenía habilidad suficiente para echar mano al bolsillo trasero de su maillot y sacar una barrita energética sin provocar una caída; y Evenepoel, que aún tiene 20 años, se escapa siempre que puede porque sufre yendo entre ruedas y manillares, tan cerca, tanto, en el pelotón, y necesita espacio. “Y yo, en las pocas carreras que he disputado, estaba deseando que se hiciera pronto la fuga y meterme en ella porque en el pelotón voy con mucha tensión, y gasto mucho más que los demás”, confiesa Vigo, de Sesué, en el valle de Benasque (Huesca), a la sombra de la Maladeta, donde sus padres guardaban un refugio a más de 2.000 metros de altitud, que a los 20 años fue olímpico en los Juegos de Pyeongchang 2018 en esquí de fondo, a los 21 se replanteó la vida y a los 22, en medio del confinamiento, empezó a montar en serio en bicicleta, corrió tres carreras de calendario amateur, destacó en el Valenciaga, la gran clásica española, y fichó por un equipo profesional, el Androni italiano. “Una serie de circunstancias personales, como la muerte de mi padre, el que mi pareja dejara el esquí, una mononucleosis y el que tuviera estancados los estudios de fisioterapia en Lleida porque apenas tenía tiempo para las prácticas, me empujaron a dar un cambio a mi vida, y en primavera de 2019 dejé el equipo nacional de esquí. Necesitaba salir del bucle de concentraciones, Llanos del Hospital, viajes, competiciones, entrenamientos y cambiar de aires. Llevaba esquiando desde los tres años”.

Añadir un ‘lo nunca visto’ al periplo de Vigo (1,74m, 64 kilos) sería exagerar bastante, porque justo este mismo 2020 de la pandemia otro extraterrestre, el triatleta toledano Javier Romo, firmó por el Astana después de haber corrido solo tres o cuatro carreras en su vida, aunque una fuera el campeonato de España, que ganó escapado.

Y, como a Romo le animaron a meterse a ciclista algunos profesionales de su tierra, como Sevilla, Carretero o Parra y, a los que deslumbró cuando se unió a su grupo de entrenamiento, a Vigo fue otro profesional de Huesca, Sergio Samitier, el primero que le dijo que tenía nivel para ser profesional, los datos de su Strava los que alertaron al mundillo y Patxi Vila, el preparador del Movistar, el que se lo confirmó después de someterle a una prueba de esfuerzo en la que dio datos de vatios y consumo de oxígeno “muy buenos”. “Físicamente, está para correr en profesionales, y tiene buen manejo de la bicicleta. Después, habrá que ver cómo se adapta técnica, táctica y mentalmente al gran pelotón”, dice Vila, quien hizo llegar sus datos a algunos agentes y a uno de ellos, el exciclista italiano Maurizio Fondriest, le convenció para que lo llevara al Androni, el equipo en el que empezó, por ejemplo, Egan Bernal, otro que fue profesional sin pasar por los escalones juveniles y amateur del ciclismo de carretera, pues llegó desde el mountain bike. “Su pasado como olímpico de esquí de fondo, un deporte sin apenas atractivo mediático y en el que hay que trabajar muy duro para destacar, nos dice que Vigo al menos tiene una gran capacidad de entrenamiento y de adaptación”.

“Soy muy competitivo y me gusta correr para ganar”, dice Vigo. “Pero no sé hasta dónde llegaré. Tengo que descubrirlo”.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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