El Alavés da un azote al Madrid
El equipo de Machín, muy valiente y aguerrido, derrumba en el Alfredo di Stéfano a un Real moroso de entrada al que no le bastó con el arrebato final
Un Alavés bizarro se llevó por delante a un Real Madrid moroso de entrada y entregado a un arrebato final que no le alcanzó. Un azote liguero considerable para los de Zinedine Zidane tras un partido con muchos chascos locales frente a un rival muy gregario y valiente que le pudo dar la puntilla mucho antes.
El tránsito de la Copa de Europa a LaLiga le suele resultar engorroso a los grandes. No es la primera vez que el Madrid, por ejemplo, se toma el regreso al torneo doméstico como un apeadero. Como si tras un reto con el Inter el Alavés fuera una jornada de garrafón. Lo advirtió desde el calentamiento el equipo de Machín e hizo pagar a los de Zidane su monotonía durante la primera media hora. Desaliñados y pesadotes los locales, el Alavés salió expansivo. Sin miramientos al escudo rival. Se desplegó como un equipo bien articulado, con diente sin la pelota y sin riendas con ella. Joselu, con cuerpo de pértiga, descolgaba el juego aéreo y Lucas Pérez iba en patines por toda la cancha. Córner a córner, ataque tras ataque llegó el 0-1. Marcelo, azorado, cedió la pelota hacia su trinchera. Nacho creyó que era para Courtois tanto como Courtois se fio de Nacho. Saque de esquina, cabezazo de Laguardia y rebote en un brazo de Nacho. Lucas fulminó al portero belga. El quinto penalti contra el Real en tres jornadas ligueras. Hoy, el fútbol es más una ruleta que nunca. Poco después, pudo girar a favor del Madrid en una trompicada de Hazard ante Duarte. Pero, instantáneas al margen, gobernaba el Alavés. Otro chasis, otro forro, otra disposición.
En pleno crecida visitante, una pifia de Hazard, secundada por otra de Kroos le pudo costar al Madrid el 0-2. El belga, turbado, cedió la pelota a Jota, que iba de blanquiazul. El chico lanzó a la aventura a Lucas Pérez y Kroos, que estaba de cierre, pretendió un imposible: dejar en fuera de juego al alavesista cuando Lucas arrancaba desde su campo. Frente a Courtois fue otra cosa. El meta no se venció en el duelo esgrimista con el gallego y salió ganador con un manotazo por alto a la pelota.
Como el fútbol es un juego de desmentidos, un hecho inopinado dio un vuelco momentáneo al partido. A la media hora, Hazard, que no hay forma de que sea Hazard, tuvo molestias musculares. Zidane echó el lazo a Rodrygo y el brasileño, que no se distingue por ser Espartaco, entró en combustión.
Al fuego de Rodrygo logró el Madrid acogotar a su adversario en el último tramo antes del intermedio. Modric fue al auxilio del brasileño y Mariano comenzó a cabecear una tras otra. Nada dijo Asensio, mustio otra jornada más. De entrada por la derecha y ya sin Hazard por la izquierda. En la tormenta blanca, Pacheco estuvo pletórico por dos veces ante Kroos. Al descanso se llegó con una jeremiada de Laguardia ante la que se hicieron los lonchas tanto el árbitro como los de la cueva del VAR. Insólito: el central del Alavés derribó a Marcelo con un tirón de pelos. Tal cual, sin disimulo, el zaguero arremetió contra la pelambrera de Marcelo.
Otra nueva calamidad, esta vez de Courtois, frenó la escalada local. De vuelta del descanso, el belga recibió un pase de Varane y quiso trenzar el juego con Casemiro. Pillo, Joselu se anticipó y anotó con la puerta abierta de par en par. El 0-2 dio paso a un encuentro frenético. Sin aliento, de portería a portería, con Courtois y Pacheco al tajo. Se descamisó el Madrid, ya con Vinicius, Isco y Mendy. No se refugió en las cuerdas el Alavés, que contra tras contra tuvo angustiado a un Real sostenido por su portero.
Joselu, sin techo, y Lucas Pérez, al raso, tuvieron la sentencia. Lo mismo que varios madridistas, frustrados sobre la raya de gol por varios despejes visitantes. Tras varios rechaces a un palmo de Pacheco, Casemiro rebañó el 1-2. Era el partido era una locura, con frenesí en las dos áreas. Nadie estaba a salvo. Y hasta Isco la tuvo pasado incluso el alargue de los cinco minutos. Su disparo combado se estrelló en el larguero. Tanto como se estrelló un Madrid que pasa con nota por San Siro y se derrumba unos días después en LaLiga. Es el nomadismo de este Madrid que no siempre se explica. LaLiga de los grandes —Real y Barça— va camino de ser una tortura para ambos. De momento, el trono está abierto como nunca.
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