La hora del impaciente Pjanic
Kodro, Robert Moreno, Bojan y Pablo Moreno elogian al mediocentro, descontento con su suplencia en el Barça y dispuesto a sustituir al lesionado Busquets ante el Atlético
Frente al Betis, Milarem Pjanic (Tuzla, Bosnia; 30 años) entró al campo en el minuto 86 para perder tiempo, para adormilar un partido que sus compañeros habían ganado. Poco después, colgó en las redes sociales tres fotografías de su encuentro: dos recostado en la grada; y una última con el cartel del cambio y el minuto. Una protesta silenciosa. “Si no se sobrepasan los límites, no es malo que uno evidencie sus ganas de jugar. Indica competitividad, no como otros que se conformaron con estar y nada más”, señalan desde las oficinas del Camp Nou. Esta noche, en el campo del Atlético (21.00, Movistar), con Busquets lesionado tras el primer duelo de España en el parón de las selecciones, podría salir por primera vez de titular en la Liga (suma 75 minutos en la competición), por más que sí sea un fijo en los onces europeos.
Competitivo como pocos, Pjanic no se acostumbra a la suplencia, a estar bajo la sombra de Busquets y De Jong, también condicionado por pasar el coronavirus y su falta de ritmo cuando llegó. “Hay mucha competencia como pasa en cada gran club. Pero yo estoy aquí para jugar, para ayudar. Aunque me estoy adaptando, cada vez que jugamos quiero ser titular”, advirtió Pjanic. “Es normal que no esté a gusto con la situación porque le gusta jugar y lo ha hecho siempre, pero ya sabía lo que se iba a encontrar en el Barça. Seguro que le da la vuelta porque es competitivo”, refleja el exdelantero Meho Kodro, único precedente bosnio en el Barcelona. Eso lo sabe Pablo Moreno, delantero del Girona (cedido por el City) y hace dos cursos compañero de Pjanic en la Juve: “Era muy respetuoso y a los jóvenes nos ayudaba mucho. Eso sí, se picaba bastante en los partidillos cortos cuando perdía”. Y añade: “Pero nivel Barça tiene porque le sobra calidad y porque sabe jugar muy bien a uno o dos toques”.
El bosnio escogió al Barça antes que al Chelsea o al PSG
Cuando estaba en el Metz, el Barça preguntó por él sin hacer oferta alguna. Ya en el Lyon, gustaba pero no se intentó porque por entonces había superpoblación de medios. Pero con Abidal sí que se hizo un año de intentonas. “Imposible, Pjanic no se mueve. ¿Bernardeschi?”, respondía casi siempre la Juve. Pero al final la Vecchia Signora se interesó por Arthur y se cambiaron los cromos: el brasileño a la Juve por 72 millones más 10 en variables y el bosnio al Camp Nou por 60+5.
Pjanic, sin embargo, fue capital porque se negó a ir al Chelsea a cambio de Jorginho o al PSG por Paredes. “Quiero Barça”, resolvió el bosnio, que después rompió a llorar en una fiesta sorpresa que le hicieron familiares y amigos para celebrar su pase.
Una reflexión que comparte el exseleccionador Robert Moreno, que lo dirigió como segundo de Luis Enrique en la Roma. “En cada equipo que íbamos, el cuerpo técnico siempre nos preguntábamos quién podría encajar en el Barça, exigente como es en los juegos reducidos y en los rondos. Y todos veíamos claro que Pjanic podría ser uno más”. Lo mismo piensa el exazulgrana Bojan Krkic, punta del Montreal Impact que jugó con Pjanic en la Roma: “Encaja en el Barça porque los inteligentes siempre encajan. Es elegante, domina muy bien las conexiones con sus compañeros, busca el mejor pase, tiene llegada… Tiene cualidades para estar en el Camp Nou”. Visión que comparte el vestuario azulgrana, encantado con la personalidad de Pjanic, pues entremezcla la timidez con las bromas, casi siempre en italiano. “Ha entrado muy bien en el grupo. Pero no se sabe por qué el míster no le da mucha bola porque la toca”, señala un jugador del camerino. “Es cuestión de tiempo porque a Koeman le gusta”, zanjan desde el club. Robert Moreno tampoco lo duda: “Es un chico trabajador, callado, que no ponía problemas y disciplinado. Un muy buen perfil de profesional que encajará en el Barça”.
Quizá a Pjanic se le suben los colores en la grada porque se cansó de eso de niño porque su madre trabajaba por las tardes y él acompañaba a su padre a todos los entrenamientos, futbolista semiprofesional en su época. Un empleo que, sin embargo, les valió para abandonar Bosnia antes de la guerra e instalarse en Luxemburgo. Allí empezó a darle al balón —incluso jugó con las inferiores hasta que le llegó la llamada de la absoluta de su país—, pronto ingresó en la escuela del Metz y, tras alcanzar la Ligue 1, firmó por el Olympique de Lyon. Luego Roma, Juve y ahora el Camp Nou. “Jugar en el Barça es lo más grande y representar a tu país en ese contexto le convierte en uno de los embajadores de Bosnia”, remarca Kodro; “ahora le falta asentarse porque no tengo ninguna duda de que va a rendir”. Lo mismo piensa Bojan.
“Quiero dejar huella”
“Desde que le conozco, ha progresado mucho. Empezó como interior y se consolidó en un equipo dominante como la Juve en el centro del campo sin ser un pivote defensivo. Este cambio es por la inteligencia que tiene”, desliza Bojan. “Es un jugador muy completo, con capacidad técnica para no perder el balón en situaciones de presión, además de agresivo en la recuperación de balones. Y es muy inteligente”, se suma Robert Moreno. “Además, chuta las faltas de maravilla como demostró en las que le dejó chutar Ronaldo”, apostilla Pablo Moreno. Messi, generoso, toma nota. Pero para eso Pjanic tiene que estar en el campo. “No me vale con estar en el Barça, quiero dejar huella”, anunció el futbolista a su llegada. Ante el Atlético, tiene su oportunidad.
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