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Matheus Fernandes, el futbolista invisible

Con ficha del primer equipo del Barça, el brasileño, que costó siete millones, no ha sido presentado y Koeman no le ha dado un minuto

Jordi Quixano
Matheus Fernandes, durante un entrenamiento del Barcelona.
Matheus Fernandes, durante un entrenamiento del Barcelona.FC BARCELONA

Tras el primer entrenamiento en condiciones con el Valladolid, todos juntos y superado el confinamiento, Antonio Regal, Antoñito —ahora jugador del Panathinaikos— se preocupó por las sensaciones de Matheus Fernandes (Itabiraí, Río de Janeiro; 22 años), futbolista que había cedido el Barcelona por seis meses.

— ¿Cómo te has visto en el rondo?, se interesó.

— “¡Mucho ritmo, mucho ritmo!”, dijo con un resoplido el brasileño.

— “Pues acostúmbrate porque esto no es nada comparado con el Barça, ¿eh?”, bromeó Antoñito.

Esa es la fijación de Matheus, que desatendió a la insistencia del área deportiva azulgrana hasta el último día de mercado para irse cedido al Oporto o al Mónaco. “Tiene contrato con el Barça y quiere cumplirlo”, vino a replicar su agente. Lo mismo daba que Koeman le hubiera dicho que no tendría minutos y que la secretaría técnica le invitara salir a préstamo. Matheus se quedó en el Barça a la fuerza y legitimado por un contrato, al final con dorsal 19 (no lo quería nadie por ser el número covid), incluso parte de la foto de equipo en el Gamper, entonces lesionado. Y ahí se acaban las noticias del mediocentro fantasma.

El Barça, molesto por la actitud de su agente (también le asesora su padre), le negó una presentación en sociedad. Tampoco se le aguarda sobre el césped, todavía sin estrenar la camiseta azulgrana, ni siquiera en pretemporada. “Tiene que mejorar unos aspectos para jugar de 6. Aleñá puede ocupar el sitio y tiene delante a Busquets, De Jong y Pjanic. De momento, lo tiene complicado”, resolvió Koeman.

“Mete la pierna, un brasileño de los que rasca”

En el exigente vestuario azulgrana están conformes con Matheus porque se esfuerza mucho en los entrenamientos y no baja el nivel, también porque, aunque es reservado, siempre se muestra amable y atento, con su sonrisa tímida. “No está mal, ¿eh?”, explican desde el camerino azulgrana; “podría tener minutos, aunque todavía le falta un poquito de nivel. Eso sí, mete la pierna en los entrenamientos, es un brasileño de los que rasca”.

El fichaje ya fue bien extraño, como tantos de los que ha hecho el Barça, sobre todo recientemente en el filial, y especialmente con extranjeros. Como el de Gustavo Maia (Barça B), que este verano costó 4,5 millones y tampoco ha sido presentado. “Le pedí a Abidal [entonces director deportivo del Barça] que mirara al número 35, a Matheus. Me llamaron loco porque jugaba poco. Pero sucedió”, cuenta Alexandre Mattos, director de fútbol del Palmeiras, sobre esos días del pasado diciembre. “Fue raro porque aquí no era titular. A no ser que haya mejorado mucho, va a ser muy difícil que pueda jugar en el Barça”, conviene Mauricy Ramalho, técnico reconocido en Brasil. Deyverson, delantero del Alavés con el que coincidió en el Palmeiras, lo ve distinto: “No me sorprendió mucho que le llamara porque me encanta como jugador”.

El asunto es que Matheus convenció a Abidal, que todavía sin entrar en la época de la pandemia razonó el fichaje de siete millones fijos más tres en variables como una operación de futuro, además de que le gustaba mucho a Ronaldo, presidente del Valladolid. Se acordó entonces una cesión similar a la Emerson al Betis, pues estaría seis meses en Pucela con opción a un año más para luego ir al Barça o hacer caja. No salió bien.

Llegó sin resolver todos los documentos burocráticos, regresó a Brasil para arreglarlo y a su vuelta dio positivo por coronavirus antes del confinamiento. “Tuvo mala suerte. Pero tenía mucha calidad y llegada. Era un jugador de área a área. Pero le faltaba un poco de experiencia y decidir bien”, cuenta su excompañero Miguel De la Fuente (Leganés). “Calidad y primer toque”, reseña Antoñito; “y una buena zarpa para robar balones”. Deyverson también opina: “Ocupa mucho espacio y es tan bueno con el balón como sin él. Quizá su único punto débil es el remate de cabeza”. Pero no tuvo continuidad porque el Valladolid se jugaba la vida. El balance fue pobre: 166 minutos y la decisión única de jugar en el Barça.

“Aún no está”

“Con minutos y confianza podría tener nivel Barça”, dice Antoñito. “Es difícil que se haga un hueco, pero si está bien rodeado, puede pelear por el sitio”, agrega De la Fuente. “Si le dan la oportunidad saldrá bien y lo dará todo; es un trabajador nato y nunca protesta”, añade Deyverson. En el club, más críticos, zanjan: “Tiene calidad y técnicamente es bueno, pero le falta madurar y entender la situación. Coutinho, con lo bueno que es, cogió minutos en el Espanyol... Aún no está para el primer equipo”. Pero se queda porque se acoge a su contrato. Falta por ver qué pasa en invierno, toda vez que han dado aire al jugador para que valore la situación y se curta en un equipo trampolín antes de vestir la camiseta del Barça. Esa que ve, pero todavía no toca.

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