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PAISAJES DEL FÚTBOL
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Picasso y Koeman

El ADN de los verdaderos innovadores es arriesgado, no la copia de lo ya realizado

Ronald Koeman, entrenador del Barcelona.
Ronald Koeman, entrenador del Barcelona.DPA vía Europa Press (Europa Press)
Andoni Zubizarreta

Martes 6 de octubre, 17.00, encuentro la entrada del Museo Picasso libre de turistas y de locales y pienso que sería un buen momento para verlo con tranquilidad. 12 euros y para dentro. Junto a una de las primeras fotos se reúne un grupo que analiza la imagen, Picasso en una playa, y alguien con acento francés (esto ahora me tira mucho) explica que es la misma playa que en uno de sus dibujos. Una elegante señora comenta: “Picasso rompía sus consensos cuando llegaba a ellos”. El señor con acento francés confirma: “Sí, cada vez que ponía a todos de acuerdo cambiaba de estilo, de color, de forma”.

Y eso me transporta a 1996, cuando en una visita al IVAM de Valencia, Vicente Todolí, entonces director artístico del museo, nos dijo: “Los artistas acaban repitiendo y copiando su primera idea de éxito, salvo los más grandes, que rompen con todo cuando se han instalado en el éxito y reinician con nuevas ideas”. Nos puso a Picasso y a Goya como ejemplos. Vamos, que el ADN de los verdaderos innovadores es arriesgado, no la copia de lo ya realizado.

Es esa mirada singular y diferente sobre lo obvio, lo clásico, lo de siempre, lo que les ha hecho famosos y artistas únicos, de referencia, de esos que marcan tendencia. 50 metros en el Museo Picasso, toda la exposición para mí y mi mente se va al fútbol y me pregunto si el fútbol es así, como dice el tópico, o puede ser de la forma de quien quiera atreverse a ponerse en cuestión desde una mirada diferente o una manera diferente de mirar... y de ver.

Y ya que estoy en Barcelona, la ciudad donde más se debate el estilo, el juego, la idea y hasta el ADN, mi mente vuela a cuando llegué en 1986 y descubrí en esa Barcelona preolímpica ese ADN de una ciudad que empezaba a mirarse diferente y que, tras la concesión de los Juegos, se atrevía con mitos y retos pendientes y que dieron lugar, dicen, a los mejores Juegos de la historia.

Y era eso lo que yo, que era un cliente difícil, admiraba de Johan (lo mismo me vale para Pep), su capacidad de encontrar la solución en todo lo contrario de lo obvio y de lo trillado. Si había que solucionar un problema defensivo se buscaba un centrocampista que sacara mejor el balón o un extremo jugando de lateral-central para abrir el campo. Esa capacidad de aportar ideas regenerativas a terrenos agostados.

Ese es el ADN que me admira del FCB, su capacidad de seguir los caminos menos trillados, incluso los considerados imposibles. El ADN de Picasso o Goya para Vicente Todolí. Retarse a uno mismo (y a todos los demás), rompiendo consensos y buscando soluciones a lo de siempre por los caminos de lo de nunca. El juego, el sistema, el físico de los jugadores, los rondos o los juegos de posición no son, por todo ello, un fin en sí mismo, sino simplemente el medio que el Barça ha encontrado durante tres décadas para manifestar su singularidad en la forma de ver este juego que de tan popular está lleno, plagado, de repuestas estereotipadas.

Hace ya muchos años que el Barça se fijó en Holanda y su contracultural fútbol total porque encajaba como un guante en el fútbol de toque de su pasado. Mientras otros clubes miraban Alemania, ganadora y campeona, el Barcelona optó por la vía opuesta, por los que perdieron el Mundial pero quedaron en la historia. Y ahora le toca a Ronald Koeman, que conoce tan bien esa partitura, que ha bebido de las fuentes de Johan, de Van Gaal, del fútbol inglés, del Valencia y de la orange, encontrar esa singularidad, retar a esas soluciones de copiar y pegar para desde su experiencia y conocimiento buscar nuevas soluciones a las preguntas de siempre. Y cuando digo nuevas quiero decir nuevas y tiene el mismo derecho, y deber, que todos los anteriores para pensarlo, reflexionarlo y ejecutarlo. Es su momento para que nos cuente sus ideas regenerativas para la mirada singular sobre el fútbol del Barça. Y el momento de que le digamos que está chiflado por quererlas llevar a cabo, para más tarde, espero, pedirle perdón.

Vaya, acabo de llegar al final del Museo, todo Picasso ha pasado por delante y yo pensando siempre en lo mismo. Habrá que volver, y si hay más gente será buena señal.

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