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Al ritmo de Koeman

El técnico holandés, con un discurso directo en el vestuario del Barça, logra recuperar de momento una mejor versión de jugadores señalados tras el curso anterior

Koeman, durante el encuentro ante el Celta.
Koeman, durante el encuentro ante el Celta.Lalo R. Villar (AP)
Jordi Quixano

“No da rodeos, es serio, directo y sincero. ¡No está para hostias! Y, además, respeta y pide respeto”, exclama uno de los jugadores del Barcelona para definir a Ronald Koeman. Los mejores equipos necesitan generalmente a entrenadores exigentes e intervencionistas cuando el desgobierno se ha apoderado del vestuario como ocurría en el Camp Nou. “Recuerdo todavía cuando llegó Luis Enrique y proclamó: 'en mis equipos el líder soy yo”, agrega un empleado cualificado del club azulgrana. “Y a su manera, después del litigio con Messi, lo fue y se ganó hasta el triplete en Berlín 2015”. Koeman también lidera a su manera, sin presumir ni levantar la voz, “mandando sin dobleces”, apunta uno de los titulares. “Hay compromiso”, añade, “y el grupo se fortalece, sin filtraciones ni tonterías. Había que hacer piña después del desastre de Lisboa [2-8 contra el Bayern]”.

La tarea no es fácil porque cuando la plantilla regresó de las vacaciones, en el vestuario hubo un revuelo tenso que se hizo palpable porque el técnico prescindió de futbolistas capitales como Rakitic, Luis Suárez, Vidal y Umtiti, al que no le encuentran salida porque tiene una rodilla a la virulé. “Fueron días complicados”, señalaban desde la ciudad deportiva Joan Gamper. Había pasado ya el tiempo del consenso y sentido común de Valverde y no pudo ni supo encontrar su sitio Quique Setién. El discurso de Koeman, sin ser autoritario, fue siempre diáfano. “Sabe perfectamente lo que quiere y así lo transmite, sin rodeos ni adornos. Es de agradecer”, admiten en el vestuario del Barcelona. Los jugadores, de momento, responden de maravilla, hasta el punto de que el capitán Messi se ha sumado a la causa después de su pleito con el presidente Bartomeu. Han jugado y ganado dos partidos con siete goles a favor por ninguno en contra, 4-0 al Villarreal y 0-3 al Celta, muy poco trayecto todavía para sacar conclusiones, suficiente en cualquier caso para cambiar la tendencia derrotista del último Barça.

Hasta siete de los titulares del jueves contra el Celta formaron la noche del 2-8. Así, y además del portero Neto, que actuó por el lesionado Ter Stegen, las novedades en Vigo fueron Griezmann, Ansu y Coutinho en los puestos de Semedo, Vidal y Suárez. La diferencia, en cualquier caso, radica en la actitud de los futbolistas, más solidarios y esforzados que nunca, y también con más variantes ofensivas que la de Messi. También se advirtió ante el Villarreal. Hubo tres ocasiones de Jordi Alba, dos de Sergi Roberto, Ansu, De Jong, y una más de Coutinho, Messi, Trincão y Pedri.

“Hemos defendido y atacado juntos, se nota que estamos muy unidos”, expuso Sergi Roberto en Balaídos. “Estamos dando una imagen fantástica de grupo”, convino Ramon Planes, director deportivo. Koeman remachó: “Estoy muy orgulloso del equipo”.

El técnico siempre va de cara, propio del carácter holandés, porque siempre se acepta la crítica como algo constructivo y no peyorativo. Así lo hizo, por ejemplo, en el Valencia, cuando se enfrentó al sector fuerte del vestuario y acabó por ser despedido después de ganar la Copa. Lo mismo hizo en el Ajax a principios de siglo, cuando revivió a un club desgastado al punto de que ganó el doblete en dos ocasiones y, de paso, alcanzó los cuartos de la Champions (2003). Algo similar ocurrió recientemente con Holanda, selección perdida hasta que Koeman compactó al grupo.

Jugadores ‘nuevos’

Y más de lo mismo pasa ahora con el Barcelona. No hay un caso tan flagrante como el de Coutinho, desahuciado en pretemporada porque notificó que prefería irse con su fútbol a otra parte, incómodo en el Camp Nou. Aceptó la secretaría técnica y le buscó equipo sin éxito porque no había quien le pagara la ficha. Un contratiempo menor para Koeman, que convenció al futbolista de quedarse y le dio ese cariño que siempre había necesitado. “Cou quiere sentirse importante, es un poco delicado en ese sentido y con Ronald parece haber encontrado su ecosistema”, admiten en las oficinas del Barcelona. Frente al Villarreal y Celta ha sido la palanca del ataque, quarterback en dos de los goles de Ansu Fati. Pero el brasileño no es el único que ha virado su destino en el Barça.

A Jordi Alba (31 años), parte de la afición le consideró un lateral a la baja, alegre en ataque y descompuesto en defensa. Sus incursiones y viajes de ida y vuelta son notables ahora. Como sucede con Busquets (32) a quien se castigó por su falta de físico, por llegar tarde a los cortes. Un dato lo certifica: en el curso anterior hizo cinco recuperaciones por duelo y ahora alcanza las ocho, seguro en el pase y capital en el eje. Como De Jong —quizá el único que todavía debe dar un paso al frente—, que de cuatro ha doblado a ocho. Y, por supuesto, La Pulga.

“Messi tiene que acompañar la evolución del equipo”, resolvió Koeman, sin pelos en la lengua. Así, el conjunto abre el abanico de posibilidades en el ataque, por más que Leo sea la principal opción porque es el mejor. Una hoja de ruta, sin embargo, que no le quita protagonismo porque remata exactamente lo mismo que en la pasada campaña: 4,5 disparos por encuentro. Aunque nadie como Ansu Fati, que ha eclosionado con la titularidad en el extremo izquierdo. De 0,24 goles por choque ha pasado a 1,5.

Datos que enaltecen a este Barcelona, mejorado en lo físico y táctico, que ya no pretende atacar con un rondo porque los rivales son atletas además de futbolistas, sino que ataca al abordaje con ritmo y sobre todo en bloque, con Messi como único liberado en tareas defensivas, por más que se desfondara en el segundo tiempo ante el Celta. “Se juega como se entrena”, zanjó Koeman. Palabra de míster. “Volvemos a ser un equipo”, dicen en el Camp Nou.

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