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Campazzo y la batalla contra el calendario

El Facu espera las fechas de la NBA para activar su salida mientras ayuda al Madrid

Campazzo recibe la felicitación de sus compañeros tras ganar la Supercopa. acbphoto
Campazzo recibe la felicitación de sus compañeros tras ganar la Supercopa. acbphoto
Faustino Sáez

En mayo de 2016, en el primero de sus dos años de mili en Murcia y antes de medirse a su Real Madrid en el playoff de cuartos de aquella Liga, a Facundo Campazzo le preguntaron por el futuro en términos generales. “¿Dónde se ve dentro de tres años?”, le lanzaron. Acababa de cumplir los 25 y era solo su segundo curso en Europa, pero su respuesta fue igual de intrépida y decidida que su juego. “Mi deseo y mi sueño es jugar en la NBA y no voy a parar hasta conseguirlo”, respondió sin titubeos. Regresó a las órdenes de Laso para la campaña 2017-2018 y, en este tiempo, el genio argentino de “1,80m siendo generosos; siendo realistas 1,78 o 1,79” se ha agigantado hasta sentir, como había soñado, que el baloncesto europeo se le queda pequeño.

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Atómico Campazzo

Campazzo, de 29 años, fue el gran artífice en el triunfo del Madrid en la Supercopa ante el Barça y encadenó su cuarto galardón de MVP. “Estoy dándolo todo por el Madrid y por el momento me quedo dando el cien por cien aquí”, resumió el Facu, abrazado a su compromiso con el club y esquivando mencionar su horizonte en la NBA. Un pasaporte que solo espera fecha para ser sellado. “No pienso en el futuro. Campazzo es jugador del Real Madrid. Nos ha ayudado mucho a ganar. Ha sido muy importante y ha demostrado su compromiso con el equipo y con el club”, contó Laso.

El Madrid respiró aliviado y satisfecho cuando en verano de 2019, con apenas unos días de diferencia, firmó las renovaciones de Campazzo y Tavares, los dos pilares de su proyecto, hasta 2024. “La NBA ya no me obsesiona y me siento importante aquí”, había declarado el Facu meses antes de la rúbrica. Pero la sucesión de exhibiciones del argentino, su creciente sensación de dominio y el impulso de desafío que aprendió de la generación dorada despertaron de nuevo su sueño americano y el interés de franquicias como Minnesota y Dallas. “El Madrid va a tener que entender que es un salto que él va a desear. Le ilusiona desde chico”, explicó Nocioni, mentor del Facu, en el mes de mayo en As.

En esos días y tras rumiar la decisión durante todo el confinamiento, Campazzo le comunicó al Madrid su firme intención de marcharse a la NBA en cuanto fuera posible. La resistencia del club blanco, que tardó en hacerse a la idea de la noticia, pasó por remitirse a su cláusula de salida de 6 millones de euros. Después, el incierto panorama en la meca estadounidense —rematando ahora la temporada postpandemia y sin fechas para la próxima— y la imposibilidad de encontrarle recambio forzaron la entente cordial para que el Facu siga ayudando al equipo al tiempo que, con su sueldo, descuenta dinero en su futuro cheque de salida. El tramo inicial de su salario (1,8 millones, reducido a 1,6 tras el recorte por la pandemia) de la presente temporada irá destinado a cubrir el primero de los plazos de la cláusula.

Por vocación y devoción, Laso ha construido su idea de juego del Madrid en torno a la figura del base, su oficio de toda la vida. El organizador como piedra filosofal e imagen de marca de su estilo. Desde hace años, la NBA se dio por enterada del espectáculo que se generaba en la sala de máquinas del equipo blanco y no ha dudado nunca en lanzar reiteradamente sus redes sobre ella. En 2015, Sergio Llull se resistió al contrato irrechazable de 24 millones de euros por tres años que le ofrecían los Houston Rockets y renovó hasta 2021. Al verano siguiente, Sergio Rodríguez sí decidió retomar su aventura americana y aceptó la oferta de los Philadelphia 76ers de 7 millones de euros por una temporada. En 2018, Luka Doncic llevó su eclosión incontenible al draft estadounidense y fue elegido en tercera posición para acabar debutando con los Dallas Mavericks con solo 19 años. Y ahora es Campazzo el que tiene decidido hacer las Américas, cuando sea viable. En estos años, el Madrid ha fichado 33 jugadores: 15 pívots, 13 exteriores y solo cinco bases (Draper, Campazzo, Randle —recambio temporal de Llull—, Laprovittola y Alocén). Un puesto delicado por estratégico.

La marcha de Campazzo generará un agujero en esa línea sucesoria de los bases madridistas. Cuando se marchó el Chacho, Llull estaba en plena madurez. Cuando el menorquín sufrió una grave lesión de rodilla con la selección en 2017, Doncic ya había roto los percentiles. Y, cuando Luka dio el gran salto, el Facu ya se había desatado reclamando galones. Ahora, la secuencia de problemas físicos de Llull, las dudas sobre Laprovittola, la inexperiencia del recién llegado Alocén (19 años) y la candidez de los pujantes canteranos, Juan Núñez (16) y Matteo Spagnolo (17) abren interrogantes para llenar el vacío del atómico Campazzo. El tiempo ha corrido a favor para que el Facu siga en el Madrid pero, en cuanto la NBA reactive su plan de futuro, comenzará a correr en contra.

La NBA, que cerrará la temporada 2019-2020 en octubre, había programado para dentro de un mes la apertura de la agencia libre (cuando Campazzo podrá recibir ofertas formales), para el 18 de noviembre la celebración del draft, y para diciembre el inicio del curso 2020-2021. Pero, en las últimas reuniones entre el comisionado Adam Silver y los propietarios de las franquicias, ya se da por hecho el traslado de ese comienzo de curso a enero o incluso febrero, con la idea de ganar tiempo para volver a tener público en las gradas. Campazzo espera y el Madrid libra una batalla contra el calendario para seguir contando con su estrella.

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Sobre la firma

Faustino Sáez
Es redactor de deportes del diario EL PAÍS, especializado en baloncesto. Además del seguimiento de ACB y Euroliga, ha cubierto in situ Copas, Final Four, Europeos y Mundiales con las selecciones masculina y femenina. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y ha desarrollado toda su carrera en EL PAÍS.

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