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Se van los futbolistas, quedan sus huellas

LaLiga regresa huérfano de los retirados Bruno, Ramis, Zurutuza y Aduriz, y tras la marcha de Banega y Cazorla

Bruno Soriano y Santi Cazorla en su último partido con el Villarreal.
Bruno Soriano y Santi Cazorla en su último partido con el Villarreal.Quality Sport Images (Getty Images)

Todas las temporadas, la Liga pierde efectivos que han marcado su recorrido y gana otros nuevos para la causa. El campeonato que comienza no iba a ser una excepción. Se echará de menos a una serie de futbolistas que por su trayectoria y cualidades han marcado una época que perdurará en la memoria del aficionado. Sus huellas dejan un recuerdo. Entre el carné de identidad y las persistentes lesiones, cuatro jugadores con pedigrí han decidido retirarse: Bruno Soriano, Ramis, Zurutuza y Aduriz. Mientras, Banega y Cazorla abandonan la Liga en su plenitud futbolística. La tentación de un último gran contrato lleva a los medios a Arabia Saudí y Catar, respectivamente.

Bruno Soriano. Tres años sin jugar.

Hombre de un solo club (Artana, Castellón, 36 años). En el Villarreal desde 2006 a 2020. 13 temporadas en Primera, casi tres de ellas sin jugar por culpa de una lesión, y una en Segunda. 288 partidos de Liga, más de 400 oficiales. Una decena de veces internacional. Su brillante carrera se vio truncada primero por dos lesiones en la rodilla izquierda. Dos operaciones, la primera en el verano de 2017. De los tres meses diagnosticados pasó a los dos años largos sin jugar. En el verano de 2019, nueva intervención, ésta en el tendón rotuliano. El 21 de mayo de 2017 había disputado su último partido. Reapareció 1.128 días después, tres años, un mes y un día, contra el Sevilla. “Me quería retirar con las botas puestas”, dijo.

Javier Calleja fue su entrenador en el Villarreal en dos etapas y ha vivido a su lado gran parte de su etapa de recuperación: “Su capacidad de superación es suprema. Mentalmente fortísimo. Le he visto llorar mucho. Era un líder del vestuario, pero especial. No lo era con la palabra, lo era con el ejemplo. Pero cuando hablaba sentaba cátedra. Los demás se ponían firmes y le escuchaban. Era introvertido. Cuando no jugaba no hacía ruido, pero estaba ahí. Él y Cazorla representan los otros valores del deporte”.

Como futbolista, el técnico le define como “un centrocampista a la vieja usanza, interpretaba muy bien los partidos. De esos que un entrenador no quiere que se retiren nunca. Le pasaba de todo y no se quejaba. Su única obsesión era retirarse jugando”.

Iván Ramis. ‘Mendi’ en el campo.

Un trotamundos al gusto de todos los entrenadores que le tuvieron a sus órdenes, sobre todo de José Luis Mendilibar en el Eibar. “Tengo el central más lento del mundo, pero en silla de ruedas es el mejor que tenemos. A un tipo rápido no creo que haya que contrarrestarle con velocidad, sino ponerle cerca uno listo”, dice el técnico. Ese era Ramis (Sa Pobla, Baleares, 35 años). Andoni Azkargorta, mano izquierda del primer entrenador de Ipurua, no tiene dudas. “Ramis era Mendi dentro del terreno de juego. Aunque no era rápido, era el central perfecto para jugar con la defensa alta porque preveía, lo interpretaba como ninguno. Era el más lento y el más listo. Empujaba a los mediocentros hacia delante y a los laterales los quería altos, apretando todos al rival y así que a él no le pudiera pillar uno para no quedar retratado. Lo suyo era el posicionamiento, alejar a los puntas rivales”.

Carrera larga, de 19 temporadas. Desde Segunda B en el Mallorca a 14 cursos en Primera (ocho en el Mallorca, media en el Levante y cinco en Eibar), pasando por una cesión en Segunda con el Valladolid. En agosto de 2012 fue traspasado al Wigan. Internacional sub-19 y sub-21, ahora quiere dirigir sus pasos hacia los banquillos y ya prueba en el Poblense, el club de su ciudad de nacimiento.

Zurutuza, el último del ascenso.

Otro futbolista de un solo club, la Real Sociedad, incluida la cesión al Eibar (2007-08), cuando todavía pertenecía de la nómina del filial realista. Después, 11 temporadas consecutivas en el primer equipo. David Zurutuza (Rochefort, Francia, 34 años) era el último superviviente de la Real Sociedad que jugó en Segunda en 2009-10. La denominada generación de Zubieta.

Anoeta se rendía a su juego fino y talentoso. Al centrocampista le corría el balón y llegaba al área rival con criterio. Una lesión en el tendón de Aquiles le complicó la existencia y sin más lamentos de los justos optó por la retirada con 238 partidos de Liga y 16 goles. Su único lamento, no disputar la final de Copa contra el Athletic.

Aduriz, del juego aéreo a la sutileza.

Su último gol con el Athletic sirvió para abrir por la puerta grande la Liga pasada. Fue contra el Barcelona en San Mamés. Una chilena prodigiosa. Esa noche, Aritz Aduriz (San Sebastián, 39 años) ya tenía decidido que se retiraría a final de temporada, pero no se podía imaginar que fuera a ser la última diana de su carrera. Se fue el jugador más veterano del campeonato. Sus 23 años de corto le dieron para conocer desde la Segunda B a la Primera y la selección (13 partidos, dos goles). Entró en el Athletic por la puerta del Aurrerá y se fajó en el Burgos, Valladolid, Mallorca y Valencia para volver a casa y quedarse hasta la retirada. Como Zurutuza, se queda sin el postre de la final del Copa, en su caso por una lesión de cadera. Le contemplan 443 partidos y 158 goles en Primera.

El delantero del Athletic Club de Bilbao Aritz Aduriz (i) remata para conseguir el único gol del partido, durante el encuentro de la primera jornada de LaLiga Santander 2019-2020 que Athletic de Bilbao y F.C.Barcelona han disputado en San Mamés.
El delantero del Athletic Club de Bilbao Aritz Aduriz (i) remata para conseguir el único gol del partido, durante el encuentro de la primera jornada de LaLiga Santander 2019-2020 que Athletic de Bilbao y F.C.Barcelona han disputado en San Mamés.JAVIER ZORRILLA

Manu Sarabia fue delantero centro del Athletic antes que entrenador y comentarista, y siente admiración por Aritz: “Lo que más me ha llamado la atención es a la edad que ha explotado todo lo que sabíamos que llevaba dentro y lo que pensábamos que no llevaba. Todos conocíamos su fortaleza en el juego aéreo, pero en los últimos años nos demostró una sutileza para finalizar el juego que le convertía en un artista, esa frialdad para hacer esas picadas ante el portero, el penalti que lanzó como un golpe de golf. Sacó unos gestos técnicos desconocidos, sobre todo con el balón: regates, paredes, juego de conjunto. Un añadido para un delantero. Acabó como líder y ejemplo del vestuario”.

Banega, el mago de Nervión.

Dice Pablo Blanco, exjugador, responsable actual de su cantera y referencia del sevillismo, que son muchos los que piensan que Éver Banega (Rosario, Argentina, 32 años) estará llamando en diciembre a la puerta para volver. “Cuando quiere, no hay otro como él. Técnicamente es un superdotado, tiene personalidad, criterio futbolístico. Él mueve a los muñecos, digo yo. A sus compañeros. En corto, en largo, filtra pases, roba balones, muchos además. Tira faltas, córners. Es culibajo pero está bien dotado físicamente. No para de correr. A su trote, pero no para. Es canchero”.

El mejor Banega se ha visto en el último Sevilla, pero atrás tiene un currículum de altibajos dentro y fuera del campo desde 2007: Boca, Valencia, su puerta al fútbol español (2008-14 con cesión al Atlético), Newell’s, antes de recalar en el Sánchez Pizjuán, cesión al Inter de Milán (2016-17) incluida.

Ever Banega, el pasado 20 de agosto en un entrenamiento durante la Europa League.
Ever Banega, el pasado 20 de agosto en un entrenamiento durante la Europa League. POOL (Reuters)

Cazorla, la calidad no tiene edad.

Villarreal, ida y vuelta. Volvió donde nació futbolísticamente y los años no habían pasado para el fútbol de Santi Cazorla (Lugo de Llanera, Asturias, 35 años). Ni la experiencia física de la Premier ni las lesiones pudieron con él. Cinco años, desde 2013, que comenzó con sus males en el talón, hasta mediados de julio de 2018, cuando vio los primeros rayos de esperanza. Por medio, en diciembre de 2015, fue operado de una rotura de ligamento externo de la rodilla izquierda.

Calleja ha sido testigo de su renacer. “Para un entrenador es una alegría que un jugador de su categoría recupere su nivel físico. El técnico nunca lo perdió. Ni cuando estaba lesionado. Veía el juego igual, golpeaba el balón con las dos piernas. He visto cómo ha llevado su calvario con una sonrisa, trabajando con ese carácter abierto que contagia. Como Bruno, un ejemplo para los chavales”.


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