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Pablo Carreño, todo un semifinalista

El asturiano remonta el pulso con el eléctrico Shapovalov (3-6, 7-6(5), 7-6(4), 0-6 y 6-3, en 4h 08m) y repite el registro de hace tres años en Nueva York. Se medirá a Zverev (1-6, 7-6 ,7-6 y 6-3 a Coric)

Carreño celebra su victoria sobre Shapovalov en Nueva York. En vídeo, declaraciones de Carreño tras el partido ante Shapovalov. Vídeo: FRANK FRANKLIN II (AP) / REUTERS
Alejandro Ciriza

Alza los brazos Pablo Carreño y sonríe, porque tiene motivos más que de sobra para hacerlo. El asturiano, de 29 años, acaba de reducir al talentoso Denis Shapovalov por 3-6, 7-6(5), 7-6(4), 0-6 y 6-3 (en 4h 08m) y de sellar su pase a las semifinales del US Open por segunda vez en su carrera. Lo hace el gijonés después de una exhibición de físico y aplomo, sin desfallecer, de un ejercicio de seriedad y control que le sitúa ya entre los cuatro mejores del grande neoyorquino y le conduce directamente hacia Alexander Zverev, que derrotó previamente a Borna Coric por 1-6, 7-6 ,7-6 y 6-3.

“¿La clave? Que he trabajado muy duro”, le responde al exjugador James Blake, con la respiración todavía entrecortada porque el desgaste ha sido de aúpa. Venía el joven Shapovalov (21) fuerte, ofreciendo una de las propuestas más atractivas de esta edición, y no solo logró contenerle el español sino que le desbordó. Lo intentó el canadiense por tierra, mar y aire, pero obtuvo premio el más sólido, el más entero, el que tuvo mayor determinación. Repite Carreño, pues, el logro conseguido hace tres años.

Se impuso en un duelo que fue una verdadera montaña rusa emocional, en el que Shapovalov ponía constantemente el turbo y a él le interesaba un ritmo más pausado. Quería el canadiense, puro vigor, energía por los cuatro costados, que todo transcurriera muy rápido y no hubiera demasiado debate, pero Carreño fue neutralizándole convirtiéndose en un frontón, a base de piernas y mordiendo cuando tenía que hacerlo. Comenzó a remolque, venía un tsunami, pero contemporizó y fue tomándole el pulso al partido y rebajando el ímpetu del zurdo.

Tiene Shapovalov un porvenir de oro, pero le pudieron las prisas y el deseo de ganar. Desprende su raqueta unos golpes arqueados y su bola hace constantemente extraños, muy difícil de domar; es un torrente ofensivo y construye cada punto como un orfebre. Sin embargo, cuando el pulso exigía cabeza templada, ahí marcó la diferencia Carreño, que se adjudicó los tie-breaks de la segunda y la tercera manga, y se levantó después de recibir un sopapo más que importante en el cuarto.

Se le había agarrotado la espalda, requirió de la ayuda del fisio y poco a poco fue recuperando el buen tono. Resistió la tormenta y le hizo pagar a Shapovalov su derroche al ataque. El canadiense, extraordinario en la red (52 aciertos en 70 subidas), dejó una tarjeta con 76 ganadores y 26 aces, pero se quebró a base de errores (76, y 11 dobles faltas) por ese exceso de hacerlo todo demasiado bonito. Expande la pista como pocos en el circuito, pero Carreño, más experiencia en el cordaje, contrarrestó con sangre fría y un planteamiento más equilibrado.

Agrandado, asestó el golpe definitivo con un break en el sexto juego de la resolución y se ganó así el derecho a la cita con Zverev, al que se ha enfrentado una sola vez. Fue en las semifinales de Miami, hace dos años, también sobre cemento, y el alemán se adjudicó la victoria. España ya amanecía, y su tenis tuvo un dulce despertar: Carreño, por méritos propios, ya es otra vez todo un semifinalista del US Open.

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Sobre la firma

Alejandro Ciriza
Cubre la información de tenis desde 2015. Melbourne, París, Londres y Nueva York, su ruta anual. Escala en los Juegos Olímpicos de Tokio. Se incorporó a EL PAÍS en 2007 y previamente trabajó en Localia (deportes), Telecinco (informativos) y As (fútbol). Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Navarra. Autor de ‘¡Vamos, Rafa!’.

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