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Italia lidera la revolución del gol

La Bota de Oro de Ciro Immobile simboliza la transformación de la Serie A, convertida en plena pandemia y contra su propia tradición en la gran liga europea que más dianas registra en este siglo

Immobile recoge el balón tras marcar un gol.
Immobile recoge el balón tras marcar un gol.EMANUELE PENNACCHIO (EFE)
Diego Torres

Ciro Immobile era la clase de delantero hedonista, sentimental y disperso, que la Juventus no quiere ver ni en pintura. Lo supieron los técnicos de la Vecchia Signora al poco de ficharlo y lo cedieron sucesivamente al Siena, al Grosseto y al Pescara, de Segunda. Por fin vendido, rindió ligeramente en el Genoa, estuvo muy bien en el Torino, y fracasó en el Dortmund antes de pasar inadvertido por el Sevilla, en donde hizo dos goles y fue cedido al Torino. Tenía 27 años y nada invitaba a pensar que cuatro temporadas después este rubio napolitano se convertiría en el máximo goleador de Europa haciendo sombra a Cristiano y a Messi enfundado en la camiseta de la Lazio, club que apenas emerge de una larga noche de mediocridad y que ahora brilla gracias a sus 35 tantos en la liga más explosiva del siglo.

La parábola de Immobile es la parábola de la Serie A. La liga italiana pasó de ser el campeonato más opulento y rentable de la década del 90 a la cuarta liga de Europa por beneficios económicos. Los hinchas se aburrían viendo el calcio hasta que comenzaron a divertirse atraídos por un inesperado resurgir. Porque el campeonato que concluye este fin de semana se ha convertido en el más goleador del siglo XXI. Contra todos los condicionantes culturales. Contra la pandemia que deprimió el régimen goleador de todas las grandes ligas europeas. A falta de la última jornada la Serie A suma 1.122 goles en 370 partidos. Un récord en ligas europeas de 20 equipos. Ni la Liga española (el pico fue 2,94 goles por partido y un total de 1.118 en la temporada 16/17), ni la Premier (2,82 goles de media por partido y un total de 1.072 en 18/19) alcanzaron los tres goles de media este siglo.

Solo la Bundesliga igualó este promedio en las temporadas 13/14, 18/19 y 19/20. Pero al tratarse de un torneo de 18 equipos el calendario permitió aumentar los descansos y elevar el rendimiento. Paradójicamente, tras la irrupción de la pandemia, sin público la Bundesliga cayó de 3,2 a 3,1 de media, mientras que en Italia se pasó de 2,9 a 3,3 goles por partido. La frecuencia anotadora más alta contabilizada, según Opta Sports. Algo inimaginable en las décadas de los 80 y 90. Cuando en la Serie A se reunieron Ronaldo Nazario y Zidane, en la cúspide de su esplendor, la temporada 97/98, la media no superó los 1,3 goles por encuentro.

Burdisso: “El golpe de 2018 impulsó un cambio positivo”

Immobile no es la causa. Es el efecto de un cambio drástico en una liga que hizo escuela de la especulación. Nicolás Burdisso, que ganó un scudetto en la Roma y hasta hace poco ejerció de director técnico de Boca, es un dedicado estudioso del fenómeno. “El golpe que supuso la eliminación del Mundial de 2018 impulsó un gran cambio positivo”, dice el excentral. “Italia debió cambiar cuando estaban cambiando Alemania, España o Inglaterra. Pero en 2006 salieron campeones del mundo y eso los frenó. Ahora vemos cada vez más equipos italianos muy comprometidos con tener la pelota, algo que casi nunca hacían. Eso contribuye a que la evolución sea notoria, porque el fútbol italiano siempre valoró las cifras. Antes les obsesionaba más la idea de ser concretos: hacer goles sin que te los hagan. Hoy hay más vehemencia a la hora de jugar y tomar la iniciativa”.

“Esa misma necesidad de conseguir números los empuja a arriesgar más”, señala Burdisso. “Es grato ver a técnicos como Gasperini en el Atalanta, o De Servi con el Sassuolo, que siempre pusieron en dificultades a los grandes. O como Juric, un pupilo de Gasperini en el Hellas… O Liverani en el Lecce... O Conte, que fue parte de este cambio de mentalidad cuando adquirió cosas de Luis Enrique en la Roma con respecto a la construcción para salir jugando desde atrás. Inzaghi y Pioli tampoco negocian la posesión. Tienen conceptos mucho más globalizados que el típico entrenador italiano de catenaccio que ya no existe más”.

El ímpetu ofensivo por un lado, y la implantación de modelos que fuerzan a defensas sin formación de base a salir jugando con el balón controlado, exponiéndose al fallo, ha compuesto un cóctel de partidos espectaculares. “A veces los defensas italianos de toda la vida no saben muy bien lo que están haciendo cuando salen combinando”, dice un analista que prefiere el anonimato, y que apunta a equipos como la Juve, antaño un reducto defensivo y ahora más desordenada en defensa.

El nuevo espectáculo del calcio es producto de un plan que cuenta con el apoyo del Gobierno de la República. Embarcado en conseguir socios que financien la compra y explotación de los derechos de televisión a partir de 2021, el presidente de la Serie A, Paolo Dal Pino, dio fe en The Financial Times de que la revolución goleadora comenzó muy por encima de los banquillos: “Tenemos que volver a los tiempos del glamour. Queremos volver a ser el mejor campeonato del mundo”.

Cristiano no explica la tendencia

A la Serie A le queda un largo camino por recorrer en el plano económico. Pero en sobre el terreno de juego se multiplican los indicios de un cambio de tendencia. Immobile (Lazio, 35 goles), Lewandowski (Bayern, 34), Cristiano (Juventus, 31), Werner (Leipzig, 28) y Haaland (Dortmund, 29), los cinco primeros aspirantes a la Bota de Oro esta temporada, juegan lejos de la Liga española. La temporada 2001-02 fue la última vez que la Liga no tuvo a ningún representante entre los cinco máximos goleadores de Europa: Trezeguet (Juventus, con 24 goles), Hübner (Piacenza, 24), Henry (Arsenal, 24), Shearer (Newcastle, 23) y Van Nistelrooy (Manchester United, 23) formaron aquel podio en una época de fútbol más defensivo.

No es casual que esta sea la segunda temporada consecutiva que el top cinco reúne a dos jugadores de la Serie A. El año pasado la jerarquía la formaron Messi (Barça, 36 goles), Mbappé (PSG, 33), Quagliarela (Sampdoria, 26), Duván Zapata (Atalanta, 23) y Nicolás Pepé (Lille, 22). El calcio no precisó de la mejor versión de Cristiano (Juventus, 21 goles) para ponerse por encima del fútbol español en materia de remate.

Hasta hace poco sinónimo de acción ofensiva superior, LaLiga se ufanaba de superar a la italiana en número de goles. Que esto no suceda no es circunstancial, sino consecuencia de una deriva más larga de lo que parece. Las medias goleadoras por partido de España e Italia describen trayectorias cruzadas desde hace años. Desde el curso 2016-17 en LaLiga los promedios han sido de 2,9, 2,7 y 2,6 goles por partido hasta la temporada pasada, y 2,5 y 2,3 goles por partido, respectivamente, antes y después de la pandemia en este campeonato. En la Serie A la evolución ha sido 2,9, 2,7, 2,7, 2,9, y 3,3 después del parón.

Los goles han viajado a Italia. Cristiano, que se fue en 2018, no es la única explicación.


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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

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