Desastroso inicio del camino a Amberes
Así se confeccionó la primera lista de seleccionados de la historia para los Juegos de 1920
Hace poco conté aquí la Asamblea de la Federación del 1 de junio de 1920. Dimitida la directiva que presidía Gabriel Maura, se creó un Comité Ejecutivo de tres personas de las que solo aceptó el designado para tesorero, Luis Argüello, a cuyo cargo se celebró el acto. Tras mil disensiones, se votó la primera lista de seleccionados de la historia, para los inminentes Juegos de Amberes. Las federaciones Norte (Bilbao y Vitoria) y Guipuzcoana pretendieron que se enviara un equipo íntegramente vasco. La Catalana defendía que fuera enviado el Barça, reciente campeón de Copa. Otros proponían elegir el mejor jugador de cada club, otros no querían mandar selección, temiendo un ridículo. Por fin se elaboró una lista, por el tesón de unos pocos, que incluía 10 jugadores de equipos vascos, seis del Barça (uno vasco), cuatro gallegos, tres de madrileños y dos asturianos:
Porteros: Zamora (Barça) y Eizaguirre (Real Sociedad).
Defensas: Otero y Encimas (Vigo Sporting), Arrate (Real Sociedad) y Vallana (Arenas de Guecho).
Medios: Torres (Deportivo), Meana (Sporting), Ricardo Álvarez (Racing de Madrid), Samitier y Sancho (Barça), Belauste y Sabino (Athletic), y René Petit y Eguiazábal (Real Unión).
Delanteros: De Miguel (Real Madrid), Pagaza (Arenas, aunque ya comprometido con el Racing), Sesúmaga, Vicente Martínez y Alcántara (Barça), Ramón González (Vigo Sporting), Patricio (Real Unión), Villaverde (Sporting) Acedo (Athletic) y Silverio (Real Sociedad).
No todos llegarían a la meta.
Y un Comité Técnico: José Ángel Berraondo, Julián Ruete y Paco Bru, éste remunerado y con tareas de preparador. Y este calendario de preparación: 11 y 13 de julio, Vigo; 18, Oviedo; 20, Gijón; 25 y 27, Bilbao; y 1 y 3 de agosto, San Sebastián. Se saldría desde Irún el 10 de agosto. La inauguración estaba fijada para el 14.
La primera impresión fue desoladora. A Vigo sólo viajó Paco Bru: la esposa de Berraondo y la madre de Ruete estaban muy enfermas. Las federaciones vascas devolvieron a la española el importe girado para el viaje a Vigo de sus seleccionados, sin mayores explicaciones, como recibido en dirección equivocada. Tampoco fueron los asturianos, que esperaban incorporarse en los partidos de su tierra.
De modo que en Vigo solo hubo ocho de los 25 seleccionados, cuatro del Barça (faltó Alcántara, además del vasco Sesúmaga) y los cuatro gallegos. Se enroló sobre la marcha a Hernández Coronado, portero del Madrid, dado que sin Eizaguirre quedaba solo el jovencísimo Zamora. Un desastre.
Aquello lo salvó impulso de Manuel de Castro, Handicap, periodista vigués y gran animador del cotarro. Previendo el boicot vasco, tuvo en alerta a lo más granado del fútbol del terruño, no sólo a jugadores de equipos gallegos, sino a otros que jugaban fuera pero estaban de vacaciones por allí.
Así se apañaron dos partidos como de Probables contra Posibles, denominación que haría fortuna. Como tal se anunció en la prensa. En los Probables, tres gallegos completaban a los ocho seleccionados. Enfrente, 10 gallegos más Hernández Coronado, portero madrileño.
Muy poco público. La gente sabía que le ofrecían gato por liebre. Arbitró Lemmel, ex portero del Español, escogido por Bru para ser el masajista en Amberes. Para más confusión, los Posibles (la leva de gallegos reclutada por Handicap) ganaron 2-0 a los Probables, cuyo marco guardaba Zamora.
Handicap simuló entusiasmo en su crónica en el Faro de Vigo, de la que mandó un resumen a todos los vientos que se publicó en muchos diarios españoles. Pero para la prensa vasca aquello ni existió. Ni para el Sol, el prestigioso diario madrileño cuya página de deportes estaba a cargo de Ricardo Ruiz Ferry, que había sido presidente de la Federación pero estaba de espaldas a aquella iniciativa.
El 13 se repitió el simulacro. Esta vez fue algo más de gente y al menos ganaron los Probables por 4-0. Más adelante, en sus Memorias, Zamora expresó un mal recuerdo de aquellos partidos: “Allí se inició un mal que luego se agudizaría en el correr de los partidos de preparación; nosotros no nos empleábamos a fondo, temerosos de que nos lesionaran, mientras que los equipos entrenadores, en el deseo de vencer al equipo nacional, ponían toda el alma en juego y nos dominaban y hasta nos vencían”.
Pasado el trago de Vigo, llegó una noticia peor: la Federación Cántabra (que incluía a Asturias) renunciaba a sus partidos. Visto el boicot vasco, no se veía con tiempo para reclutar jugadores con los que completar dos simulacros parecidos. Allí no hubo un Manuel Castro que previera las cosas. La noticia cayó como una bomba en Argüello, Bru y Castro, los tres animosos que mantenían la llamita encendida.
Ahora tocaba completar con cuatro partidos en el País Vasco, donde no querían hablar de nada que no fuera enviar a su propia selección. Habría que convencerles antes de ir…
Continuará...
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