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Mercedes impulsa a sus pilotos; Ferrari los desquicia

Primera victoria del curso para Hamilton y bochorno para la ‘Scuderia’ tras la colisión entre Leclerc y Vettel en la primera vuelta

Hamilton, en el podio del circuito de Spielberg, Austria
Hamilton, en el podio del circuito de Spielberg, AustriaJoe Klamar (AP)
Oriol Puigdemont

Si el Mundial de Fórmula 1 es popularmente conocido como el Gran Circo, esta temporada los payasos visten de rojo. Ferrari, el símbolo más universal de las carreras de coches, atraviesa un momento de lo más desconcertante y lo más preocupante para los ‘tifosi’ es que el panorama que se presenta delante no pinta demasiado bien. La flojera del monoplaza proyectado para este curso es alarmante porque no se limita a un aspecto, sino que es general. El SF1000 es lento en las rectas e inestable en las curvas, circunstancia que es capaz de desquiciar a cualquiera, también a dos monstruos del calibre Sebastian Vettel y Charles Leclerc. Hace una semana, en la carrera que puso en marcha el campeonato en el Red Bull Ring, el alemán la lio al entrar pasadísimo en una curva a la derecha y terminó con su monoplaza mirando al tendido. Siete días más tarde y en el mismo escenario, Leclerc radiografió la maniobra y su bólido se llevó puesto al de su vecino de taller.

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“Solo puedo pedir disculpas. Espero que aprendamos de esto porque he tirado a la basura todo el trabajo del equipo. Me precipité demasiado y quise ganar posiciones en la primera vuelta. Aprenderé de ello”, lamentó el joven monegasco. “Yo tenía el interior y no esperaba que Charles intentara nada porque no había espacio. Por eso nos tocamos”, resolvió Vettel. “Es la peor forma de terminar el fin de semana. No es cuestión de buscar responsables sino de volver a casa y trabajar”, resumió Mattia Binotto, el director de la estructura de Maranello.

El segundo puesto de Leclerc en el arranque del Mundial fue todo un subidón para la tropa de la ‘Scuderia’, que hizo lo imposible para acelerar los plazos y revitalizar el coche con vistas a la segunda cita. De los componentes que llegaron destacaron un nuevo suelo y algunos componentes del alerón delantero. El hecho de disputar dos pruebas seguidas en el mismo trazado ofrecía una oportunidad inmejorable para analizar el comportamiento del prototipo actualizado y así sacar conclusiones acerca del rumbo a seguir. Pero será difícil que los ingenieros se atrevan a señalar una dirección con solo cuatro vueltas de datos.

El drama de Ferrari todavía lo es más cuando se compara con el tremendo rendimiento ofrecido por Mercedes, que en Spielberg impulsó a Lewis Hamilton y Valtteri Bottas hacia el primer doblete de la temporada. Tras salir desde la ‘pole’, el británico dominó la prueba de la primera a la última vuelta sin que nadie pudiera marcarle en corto y los estrategas de la marca de la estrella impulsaron al finlandés para que se las apañara para superar en pista (a falta de cuatro giros) a un titán como Max Verstappen (tercero). Carlos Sainz cruzó la meta el noveno, penalizado por un cambio de gomas defectuoso de McLaren que le dejó atascado alrededor de cuatro segundos más de la cuenta.

Se trata de la 85ª victoria en la hoja de servicios de Hamilton, que se queda a seis de la plusmarca absoluta de Michael Schumacher (91), y es su podio número 152, una cifra que le deja a solo tres del récord del Kaiser (155), a quien también pretende igualar en número de títulos (siete). Por lo demás, esta es la 35ª cita consecutiva en la que el corredor de Stevenage (Gran Bretaña) termina en las posiciones de puntos, una racha que de por sí ya es un récord absoluto, y que obviamente supone una evidencia irrefutable de la robustez de las Flechas de Plata. El actual campeón emergió con fuerza después de una primera parada del calendario en la que estuvo irreconocible desde el sábado. “A diferencia de lo que hicieron otros yo me quedé aquí [en Austria], trabajé con los chicos el lunes y también el viernes para darle la vuelta a esta situación”, desveló el piloto.

Sainz: “La parada me costó el quinto puesto”

El domingo fue amargo para Carlos Sainz, que la jornada anterior y bajo un auténtico diluvio se las había apañado para colocarse el tercero en la parrilla de salida, su mejor posición de arranque desde que compite en la Fórmula 1 (2015). El madrileño incluso fue capaz de meterle el miedo en el cuerpo a Max Verstappen (segundo) en el primer giro, pero poco el McLaren fue recolocándose en las posiciones que le tocan por rendimiento. En estos momentos, la plaza que seguramente le corresponde al monoplaza de Woking (Gran Bretaña) es la quinta, la que consiguió arañar Lando Norris en una última vuelta de infarto y la que fácilmente podría haber sido para Sainz, de no ser por el calamitoso cambio de gomas que le condenó (finalizó el noveno).

Corría la 32ª vuelta de la prueba y el madrileño rodaba cómodamente el quinto, cuando fue reclamado desde el garaje para cambiar de neumáticos. En esa operación, la pistola de la rueda trasera izquierda no actuó como debía y eso hizo que la parada fuera alrededor de cuatro segundos más lenta de lo deseable. Al reincorporarse a la pista, el corredor de McLaren lo hizo en las catacumbas del pelotón, circunstancia que le llevó a culebrear hasta cruzar la meta el noveno, a una vuelta de Lewis Hamilton, el ganador.

“La clave de la carrera ha sido la parada, que me ha hecho quedar atrapado entre el tráfico. Eso me ha obligado a exprimir el neumático para adelantar”, explico Sainz, que al final volvió a visitar el garaje para colocar otro juego de compuestos, con el que se adjudicó la vuelta rápida. “Esa vuelta rápida es lo de menos, pero es evidente que la parada me costó el quinto puesto que podría haber logrado en condiciones normales”, remachó el español.


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