El derbi de las lamentaciones
Una victoria del Barcelona, enrabietado con el VAR y que necesita ganar para mantener sus opciones al título, certificaría el descenso del Espanyol
A puerta cerrada, que es como se juegan los partidos en LaLiga, hoy no se escucharán pitos contra el presidente del Barça ni cánticos de “¡Espanyol a Segunda!” en el Camp Nou. Un derbi mudo resulta sorprendente cuando hay tanto ruido alrededor de dos equipos en una situación de extrema necesidad. Al Barça solo le vale la victoria para mantener unas aspiraciones al título que parecen reservadas al Madrid, líder con cuatro puntos de ventaja cuando faltan cuatro jornadas para acabar el torneo, mientras que el Espanyol perderá la categoría si sale derrotado del campo del Barça.
“El Barça manda al Espanyol a Segunda”. No hay titular más goloso desde el punto de vista azulgrana. Nada extraño si se atiende a que el españolismo presumió de quitarle la Liga al Barça en favor del Madrid con el gol que marcó Tamudo en el Camp Nou en la temporada 2006-2007. El contexto invita a pensar en un derbi de lamentaciones o si se quiere de imposibles, porque el título y la permanencia parecen objetivos extremadamente complicados para Barça y Espanyol.
Al primero le anima en cualquier caso la mejora del juego experimentado ante el Atlético y el Villarreal. El tridente parece haber encajado desde que Messi se sitúa en la punta del rombo en el 4-4-2, Griezmann se reparte el frente de ataque con Luis Suárez y el juego de posición queda garantizado por Sergi Roberto.
A Setién se le ha puesto cara de entrenador y tanto sus alineaciones como los cambios han dejado de ser previsibles, circunstancia que ha reforzado su figura, hasta el extremo de que el presidente asegura su continuidad hasta junio de 2021. La fecha mítica porque es entonces cuando acaba el contrato de Bartomeu, de Setién y de Messi. Al Barcelona le aguarda, mientras tanto, retos excitantes como la Champions.
El Espanyol parece una víctima propiciatoria para alimentar la recuperación del Barcelona. Ha perdido en sus últimas 10 visitas al Camp Nou y no gana desde los tiempos de De la Peña, icono culé y después periquito convencido (2008-2009). Al equipo blanquiazul le estimula precisamente la posibilidad de fastidiar al Barça y firmar la capitulación del campeón azulgrana en 2020. El factor emocional pesa más que el futbolístico, circunstancia a tener en cuenta en un derbi, incluso en la desigual Barcelona.
Al club le ocupan por lo demás muchos asuntos ajenos al juego como la aplicación del VAR y el Barçagate. El presidente defiende que no hay corrupción ni difamación en el Camp Nou. No puede negar, en cambio, que en el club se dan prácticas reprobables que escapan al control de los ejecutivos y directivos nombrados al efecto con la excusa de que vale la palabra de Bartomeu.
Vive el Barça del marcador del equipo de Messi y el 10, de momento, calla y espera a ver cómo evolucionan los acontecimientos, también el derbi con el Espanyol.
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