Un Athletic fuerte en San Mamés
El Mallorca solo lo intentó a la desesperada con un marcador demasiado en contra
Ganó el Athletic (3-1) y se hace fuerte en un San Mamés vacío a pesar de jugar solo con once, sin el número 12, que, dicen, es su afición. Fue frente a un Mallorca angustiado, que solo reaccionó cuando ya estaba herido casi de muerte. La palabra Europa empieza a sonar mejor con el eco de la Catedral. En las islas empiezan a tener pesadillas con el descenso.
Durante las pausas de hidratación, que son como los tiempos muertos del baloncesto, los entrenadores suelen sacar el libro de las jugadas, un cuaderno de tapas blandas con fotografías en color metidas en plástico. Se parece a los menús de los restaurantes turísticos de la costa, así que cuando se lo enseña a los jugadores parece estar diciéndoles que elijan el segundo plato o preguntándoles: ¿qué os parece esta jugada por la izquierda para picar entre todos?
Pero poco suele cambiar después de ese invento de la nueva normalidad, porque el fútbol es un deporte más de tendencias que de cambios radicales tras un consejo del entrenador. Por eso en San Mamés, nada cambió tras la pausa, ni antes de ella. Athletic y Mallorca se comportaron casi como se esperaba de ellos antes del partido. Los rojiblancos sin un ápice de ansiedad y los bermellones, con los nervios propios de su situación clasificatoria. Salieron al campo con precaución y cinco hombres en defensa, para evitar que las bandas del Athletic hicieran daño, pero con falta de espíritu de medio campo hacia delante.
Además, el plan les duró apenas un cuarto de hora, porque en un balón que se perdía tras un centro cruzado, Lago Junior tropezó con Raúl García y el árbitro señaló un penalti que el navarro transformó. Los planes del Mallorca, si los tenía, se desbarataron en esa acción; el menú de las fotografías se quedó obsoleto. Más todavía después del segundo gol rojiblanco en una acción ensayada de un saque de esquina, que Sancet ejecutó para estrenarse como goleador con la camiseta del Athletic.
Hacía calor en Bilbao, así que los hombres de Garitano, con más descanso que el Mallorca y el marcador favorable, se lo tomaron con calma. Manejaron la pelota, la escondieron y apenas concedieron opciones a su rival, que además, cuando había que correr, corrían menos que el Athletic, que mantuvo el partido en unos límites razonables de riesgo.
Solo otra pena máxima activó el duelo, que se dormía al son de la canción de cuna que tarareaba el Athletic. No le quedaba otra opción al Mallorca que perseverar en el área rojiblanca, y en el minuto 69 una pena máxima que aprovechó Budimir estrechó el marcador y alimentó las esperanzas del equipo visitante, que se lanzó, sin demasiados argumentos ofensivos, hacia el área bilbaína. Apretó pero no ahogó al Athletic, que comenzaba a dar signos de agotamiento hasta que los cambios le refrescaron. Uno de los nuevos, Asier Villalibre, especialista en aprovechar los minutos, sentenció el partido en el 89. Unai Simón, cuatro más tarde, evitó que el Mallorca volviera a marcar en el descuento. Los tres puntos se quedaron en Bilbao. El Athletic progresa adecuadamente y suma tres victorias y dos empates tras el confinamiento. Solo cayó derrotado en Barcelona. Los isleños regresan angustiados a casa. Les queda cada vez menos margen de maniobra.
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