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Muere el ‘Trinche’ Carlovich, una leyenda única

El mítico y desconcertante exfutbolista argentino, de 74 años, no sobrevive a un golpe en la cabeza tras ser asaltado para robarle la bici

Federico Rivas Molina
El Trinche Carlovich, en una foto histórica.
El Trinche Carlovich, en una foto histórica.

Tomás el Trinche Carlovich, considerado “el mejor jugador de la historia” por algunos de quienes lo vieron en una cancha en el fútbol argentino, murió este viernes en Rosario, la ciudad argentina donde había nacido hace 74 años. El exfutbolista había sufrido un golpe en la cabeza después de que dos jóvenes le robaran la bicicleta el miércoles. El asalto ocurrió cerca de la casa humilde donde Carlovich nació y forjó su leyenda. Rosario quedó conmovida por la muerte de una figura que venera como parte de su mitología colectiva, un hombre reacio a las cámaras del que se narran gambetas prodigiosas y anécdotas increíbles, y sobre cuya figura se estrenó una obra de teatro en España.

Admirado por César Luis Menotti, José Pekerman y Marcelo Bielsa, idolatrado por Maradona, El Trinche Carlovich siempre escapó a la fama y, sobre todo, al dinero. Hijo de un fontanero croata, aun vive en la casa donde se crió como el menor de siete hermanos. No hay registros fílmicos de sus hazañas con el cinco en la espalda y su leyenda depende del relato oral de aquellos pocos que lo vieron jugar. Porque El Trinche tuvo 15 años de trayectoria discreta. Debutó en Rosario Central, en Primera, pero solo jugó un encuentro. Luego, su carrera se desarrolló en equipos de ligas locales, con un paso veloz por Colón, otro grande. Nunca despegó porque El Trinche prefería disfrutar de la vida a los entrenamientos y era común, incluso, que faltase a los partidos.

En la memoria perdura un amistoso entre un combinado de jugadores de Rosario, entre los que estaba Carlovich, y la selección argentina que debía viajar al Mundial de 1974. Cuando los rosarinos vencían 3-0 a la comunión de estrellas albicelestes, cuenta la leyenda que alguien rogó que retiraran a ese desgarbado de cabellos largos que estaba derrumbando la moral de los chicos que tenían pasaje para Alemania. Años más tarde, Cesar Luis Menotti, campeón del 78, lo convocó para el seleccionado, pero Trinche no se presentó. Carlovich le contestó que se había ido a pescar porque “el río bajaba muy alto”. Otra historia cuenta que un árbitro lo expulsó, pero tuvo que revocar su decisión ante la ira de ambas hinchadas, inflamadas por el deterioro del espectáculo. “Vuelve al campo o me matan”, dicen que dijo el juez al Trinche.

Los relatos populares son múltiples, pero ninguno ha perdurado tanto como aquel que atribuye a Carlovich la invención del doble caño, una finta que era la locura en las tribunas de tablones de madera. Consistía en tirar un caño, esperar al rival y tirarle otro en sentido contrario que completase la humillación. “El doble caño es, sin duda, el epicentro de su leyenda”, escribe Alejandro Caravario, autor de Trinche, un viaje a la leyenda del genio secreto del fútbol. Esta biografía, un documental de Informe Robinson y una obra de teatro expusieron al Trinche a las nuevas generaciones. Otros no lo olvidaron nunca. Como Maradona.

En febrero pasado, el 10 viajó a Rosario para dirigir a Gimnasia y Esgrima La Plata ante Rosario Central en la Superliga. El Trinche se acercó al hotel de Maradona convencido por dirigentes locales (“porque yo nunca le doy pelota a nadie”, contó más tarde) y se consumó el encuentro de planetas. El rosarino reveló los detalles días después a una radio de su ciudad. Dijo que la seguridad lo estaba expulsando del hotel cuando apareció Maradona de frente y lo abrazó con fuerza. “Me empezó a hablar al oído y no paraba. Hasta me firmó una camiseta y me puso: ‘Trinche, vos fuiste mejor que yo’. Lo único que le pude contestar es: ‘Diego, vos fuiste lo más grande que vi en mi vida. Ahora puedo partir tranquilo”.

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Sobre la firma

Federico Rivas Molina
Es corresponsal de EL PAÍS en Argentina desde 2016. Fue editor de la edición América. Es licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad de Buenos Aires y máster en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona.

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