La doble frustración de Carrasco
El belga regresó de China al Atlético en enero para intentar ir a la Eurocopa, y ahora sufre la pandemia en España
Dicen en el Atlético que, tras superar unos primeros meses muy duros en el Dalian Yifang, Yannick Carrasco (Bélgica, 26 años) convirtió su carrera en China en una apuesta personal para regresar al fútbol europeo y su participación en la Eurocopa 2020. El 24 de enero, con la Covid-19 haciendo estragos en la ciudad china de Wuhan, se confirmó su vuelta al club, que lo reclutaba mediante una cesión con opción de compra que expira el próximo 30 de junio. Otra apuesta más, la de ganarse el traspaso definitivo, interrumpida por la pandemia. “El acuerdo de cesión con el Dalian es hasta final de temporada y luego hablaremos con ellos y con el jugador”, deslizan en el club. Según un documento al que ha tenido acceso EL PAÍS, la FIFA hará públicas en breve una batería de medidas y recomendaciones entre las que se encuentra prorrogar los contratos, también los de cesión, hasta que concluyan las competiciones.
“Yo me vine antes de que la cosa se pusiera seria de verdad”, aseguraba Carrasco a este periódico en los prolegómenos de una entrevista realizada a finales de febrero. Sentado en un taburete de la tienda que el club tiene implantada en el Cerro del Espino, Carrasco destilaba el ímpetu de un futbolista dispuesto a relanzar su carrera para estar en el Europeo, ahora ya aplazado por la UEFA hasta el 11 de junio de 2021. “Tengo que hacerlo bien para poder quedarme y estar en la Eurocopa”, relataba con rostro de responsabilidad. “Puede haber gente que piense que puedes ir a China con 33 años a firmar el último contrato y luego te da igual si juegas bien o mal, solo coges el dinero. Esa no era mi opción, yo tenía que jugar bien para seguir en la selección y volver a Europa. He vuelto por mi trabajo, cumplí, no me fui de vacaciones”, decía. Dos meses después de su retorno, Carrasco sigue en su domicilio el plan de trabajo que impuso el cuerpo técnico. Un vídeo corriendo con su perro desató la polémica el 23 de marzo. El Atlético desmintió que estuviera entrenándose. “Quizá este parón le venga bien para igualarse con sus compañeros. Cuando regresó no estaba al nivel de los demás”, dicen en el Atlético. “No le recuperamos porque no se hiciera el fichaje de Cavani. Desde hacía tiempo se perfilaba la operación”, insisten en los despachos.
Simeone no vio mal su llegada a un equipo con problemas de desborde, creación y finalización. “Por sus características de jugador imprevisible el míster pensó que podía venirle bien”, abundan en el club. Desde el primer momento, Simeone trató de darle vuelo. No llevaba ni una semana entrenando y le hizo jugar 20 minutos en el último derbi del Bernabéu (1-0). Hasta el momento ha disputado 155 minutos, todos en Liga, en los que suma una titularidad ante el Espanyol (1-1).
La integración en el vestuario a su vuelta ha sido correcta. Ya no están ni Gabi ni Godín, con los que mantuvo algún que otro episodio subido de tono. Los caciques de la caseta no digerían ciertos comportamientos de aparente desidia o de crecido por el que le apodaron Beckham. Algunos de esos veteranos tampoco llevaba muy bien que los burreara en los rondos y en los partidillos con filigranas de free-style que los sonrojaban ante el plantel y cuerpo técnico. “Eso no se cambia, mi fuerza es mi regate y mi velocidad. Puede ser que antes lo intentara siempre, hasta con los ojos cerrados, y ahora elijo mi momento”. Su manera de entender el juego, el uno contra uno, también es una apuesta que el coronavirus ha detenido hasta que se reanuden las competiciones.
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