Inglaterra, sin fútbol pero con apuestas
Cuatro viejas glorias, un árbitro y un Lord formaron un jurado en la temporada 1962-63 que ponía resultados imaginarios para que el negocio continuara ante el parón por la nieve
El de 1962-63 fue el invierno más duro en Gran Bretaña en muchos años a la redonda. El primer aviso llegó el sábado 22 de diciembre, cuando una niebla que algunos calificaron como “puré de guisantes” se posó sobre toda la isla. Entre Primera y Segunda, 18 partidos fueron suspendidos y otros ocho no pudieron terminarse. Cosas así no espantaban demasiado en Inglaterra, donde siempre fueron frecuentes los aplazamientos de encuentros, que se recuperaban cuando se podía. No les dolía acumular tres partidos en una misma semana si era preciso.
Pero solo fue el prólogo de lo que estaba por venir. El Boxing Day (día 26), toda la isla se vio cubierta de nieve hasta un metro de altura donde menos. No hubo fútbol. El 29 pudieron jugarse algunos, pero para Año Nuevo volvió a ser imposible disputar un solo choque. El 5 de enero, jornada de Copa, las temperaturas bajaron a 20 bajo cero y la fecha pasó a ser recordada como The Big Freez’. Nada que hacer tampoco.
El aficionado se quedaba sin ver a los Graves, Charlton y Moore, pero había un daño añadido: las apuestas. En España solo teníamos entonces nuestras sencillas quinielas y las apuestas en el hipódromo, pero en Inglaterra las apuestas eran toda una industria, con multitud de establecimientos en todas las ciudades. Lo que aquí ha llegado hace poco, allí era una tradición sólida, una gran afición nacional y un serio sector económico.
Las tres grandes casas de apuestas del país, Vernon, Zetters y Littlewoords, se reunieron en busca de una solución. Y se les ocurrió que mientras no hubiera partidos ellos podrían ofrecer a los apostantes resultados imaginarios. Para hacerlo, se escogió un panel de personajes de probidad reconocida, a fin de que nadie pudiera pensar que soplaban previamente sus decisiones a amigos, para enriquecerse.
Para esa singular tarea se tiró de cuatro viejas glorias, un árbitro y un Lord. Los jugadores escogidos fueron Tom Finney, Tommy Lawton, Ted Drake y George Young. Los tres primeros, ingleses. El cuarto, escocés.
Tom Finney, Tommy Lawton y George Young estaban retirados hacía poco. Finney y Lawton, fijos durante años en la selección, habían combatido a los alemanes en la guerra. Young fue el primer escocés en reunir 50 caps de la selección de Escocia. Ted Drake era mayor que ellos. Fue jugador antes de la guerra y después entrenador de gran prestigio. Por cierto, tuvo un paso fugaz por España como auxiliar de Vic Buckinham en el Barça, en 1970.
El árbitro era Arthur Ellis, retirado hacía poco bajo la etiqueta de “mejor árbitro del mundo”. Un anticristo para los madridistas, dicho sea de paso. En 1961, los arbitrajes de Míster Ellis en el Bernabéu y Míster Leafe en el Camp Nou fueron señalados como causa de la primera eliminación del Madrid en la Copa de Europa, tras ganar las cinco primeras. Aquello se consideró en Madrid un complot de la UEFA para cortar el monopolio.
Cada uno de los cinco elegidos cobraría 100 libras por reunión, más gastos. Se encontrarían en un lugar secreto de Londres, el sábado, a la hora de los partidos y sus resultados se anunciaban en programa especial de la BBC. Sobre ellos, como presidente y portavoz, estaba la figura imponente de Lord Brabazon. Entonces ya anciano, John Theodore Cuthbert Moore-Brabazon había sido un pionero de la aviación que en 1909 probó que los cerdos podían volar portando uno en un cubo atado a una de las alas de su primitivo biplano. De ahí el dicho inglés de “cuando los cerdos vuelen”, que entre nosotros popularizó Toshack. Luego fue piloto en la Primera Guerra Mundial y ministro de Transportes y de Producción Aérea durante la Segunda.
The Grand Jury, como se llamó, intervino por primera vez el 26 de enero, fabricando resultados para 38 partidos. Metieron dos sorpresas muy polémicas, las victorias del Leeds sobre el Stoke y del Peterborough a domicilio sobre el Derby. “Para introducir la incertidumbre natural del fútbol real”, explicó Lord Brabazon cuando anunció los resultados en la BBC. Aunque no faltaron dudas y críticas, el Gran Jurado funcionó hasta que el invierno dio tregua. El 23 de febrero ya se jugaron 24 partidos, lo que hizo innecesaria su intervención. El 16 de marzo se pudo, por primera vez, celebrar una jornada completa en Primera y en Segunda.
El campeonato (lo ganó el Everton) recobró la normalidad, aunque recuperando partidos a un ritmo infernal, puesto que aquellos resultados no fueron contabilizados salvo para las apuestas. Y del Gran Jurado se siguió hablando durante mucho tiempo.
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