Distinto técnico, mismos problemas
El Barça cambia la propuesta de juego con Setién, pero sigue sin imponer su fútbol
El área deportiva del Barça consideró que el equipo no trabajaba lo suficiente, que tampoco tenía los automatismos requeridos y que el fútbol dejaba mucho que desear, por más que fuera líder en LaLiga y pisara con suficiencia los octavos de la Champions. Por lo que despidió a Valverde y fio el grupo a Setién, que no prometió resultados sino un fútbol de salón. Juramento que se le echa en cara cada vez que el equipo no da la talla. Y ya son unas cuantas ocasiones en las que el Barça se ha quedado con las ganas. Por mucho que se haya cambiado al entrenador y que el fútbol destile ahora matices cruyffistas, el equipo tampoco se impone. Transcurridas 26 jornadas, el Barça suma 55 puntos, su puntuación más baja a estas alturas desde la temporada 2007-2008 (54 puntos). “La Liga es muy irregular y vamos a estar ahí. En la Champions, si queremos optar, tenemos que seguir creciendo y mucho porque creo que hoy por hoy no nos alcanza como estamos para poder pelearla”, resolvió Messi hace un par de semanas. Palabra de capitán.
Debilidad lejos del Camp Nou. Lo advirtió Valverde tras encajar la tercera derrota fuera de casa, entonces ante el Levante. “Lejos del Camp Nou tenemos dificultades, sufrimos”, apuntó. Un mensaje desolador para el aficionado, que mantiene en la retina los descalabros europeos ante la Roma y el Liverpool; también una realidad, porque el equipo carece de respuestas ante muchos rivales. “No sabemos salir bien de saque de puerta cuando nos presionan”, apuntó Busquets tras el clásico. Una verdad a medias porque en el primer tiempo el Madrid robó dos balones en posiciones adelantadas y 12 en el segundo, cuando las piernas ya no daban para más.
El Barça ha cosechado en LaLiga cinco triunfos, otras tantas derrotas y tres empates fuera de casa. Además, solo ha marcado 18 goles en 13 encuentros y recibido 19. Dinámica que no ha corregido Setién, que ganó en el descuento ante el Ibiza, de Segunda B, cayó frente al Athletic en Copa y en Liga ante el Valencia. Luego, venció al Betis con apuros y empató en Nápoles.
Mala planificación deportiva. Después de empatar con el Nápoles, Busquets fue diáfano: “No somos una plantilla muy amplia; desgraciadamente, la planificación ha sido así”. Rakitic agregó: “Tenemos una plantilla corta, pero eso ya lo sabían los responsables”. Y no hay remedio porque por norma un equipo siempre tiene a un par de lesionados, dilema para Setién porque solo cuenta con 19 fichas del primer equipo y a Luis Suárez se le espera para el sprint final. A Dembélé ni se le aguarda. Solo Ansu Fati pide paso, pues Riqui Puig no convence al técnico en el apartado defensivo del mismo modo que le gusta Collado, aunque no lo suficiente porque le puede la exigencia. “Ya tengo claro que aquí hay que ganar todos los partidos”, reconoció el técnico antes del clásico.
Los ‘rockeros’ de siempre. Frente al Madrid se dio la misma constante que ocurre desde que el Barça fuera el ejemplo en el planeta balón con Guardiola. Los que siguen en pie son los mejores. Además del cerrojo de Ter Stegen, hay tres futbolistas que son la columna vertebral del equipo, jugadores con el escudo al pecho más de una década. Caso de Piqué (33 años); caso de Busquets (32); y caso de Messi (33), que por una vez no se salió con la suya. Noticia que da valor a los tres jugadores pero que resta méritos al resto porque no hay nadie que coja el relevo, no hay un fichaje que asuma galones como tampoco un joven que puje con ahínco, más allá de Fati. “Soy consciente de la edad que tengo, se va acercando el momento de la retirada”, resolvió Messi al recibir en diciembre su sexto Balón de Oro.
Messi pierde dardos. Cuando Xavi tenía la pelota, levantaba la cabeza para mirar a Messi. “Si miraba al suelo, daba una vueltecita y le volvía a mirar. Y si la seguía sin querer, pues el balón hacia otro lado”, explicaba el ahora técnico del Al-Saad catarí. También tenía otra reflexión: “Leo sabe dónde tiene que estar para hacer daño. Yo le decía: ‘Quédate ahí que nosotros te llevamos el balón”. El clásico evidenció que ya no es lo mismo, por más que Leo haya aguantado al club en los últimos años.
Resulta que por un lado, Messi la quiso en todo momento hasta que se cansó de intentarlo, hasta que recibieron el primer gol. Y, por el otro, no se quedaba en su sitio sino que cruzaba la divisoria para recoger la pelota. Por lo que se alejó demasiado de la portería y cuando la encaró se encasquilló en el disparo. No es el mejor año de Leo, con 24 goles en 30 encuentros —una barbaridad—, aunque se ha quedado sin marcar en 16 de ellos. Sus números más terrenales (junto a 2010, cuando contaba 23 goles en los mismos choques) desde el curso 2007-2008, cuando, todavía niño, sumaba 15 goles y se había quedado en 18 partidos sin marcar.
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