Un Baskonia en quiebra técnica no responde a Ivanovic
En el estreno de su tercera etapa en el club, el técnico se convierte en espectador de un desastre ante el Alba Berlín (81-57)
Dusko Ivanovic suele ser un volcán en el banquillo, pero en Berlín se contuvo, prefirió no montar un espectáculo en la banda, ni convertirse en el Júpiter tonante que fue a veces en sus dos primeras épocas al mando del equipo vitoriano. Le tocaba observar. Apareció en su primera comparecencia de su tercer advenimiento baskonista, con la coleta gris más larga, y sin corbata para acompañar al traje, algo inusual, que imitaba su cuerpo técnico, en la competición continental. Como para romper con el pasado; con la corrección política de Perasovic.
Quedó claro que tiene mucho trabajo por delante. De momento sólo ha tenido unas horas para convivir con la plantilla del Baskonia, que parece abatida, desmoralizada, como si hubiera perdido la ilusión por la Euroliga después de los últimos malos resultados, de los marcadores apabullantes en contra.
Frente al Alba Berlín, un rival de la zona media-baja, con la experiencia en el banquillo de Aito García Reneses, que dirige a su equipo con las manos en los bolsillos, casi sin gesticular, consiguiendo que sus jugadores defiendan como leones y ataquen como panteras, el Baskonia de Ivanovic volvió a ser la sombra que viene siendo desde hace semanas. Ni la presencia del nuevo técnico en el banquillo alumbró a los suyos. "Nos falta energía en defensa y en ataque", aseguraba el nuevo entrenador ya en el descanso, cuando intuía que el partido iba a ser, de nuevo, un desastre. Entre Giedraitis, Eriksson y Nnoko le estropearon la noche al Baskonia.
Las pérdidas de balón, la falta de concentración en defensa, la desconfianza a la hora de lanzar, lastran a un equipo bajo mínimos y convierten a un grupo teóricamente inferior como el Alba Berlín, en un gigante sobre la cancha.
Ivanovic no pudo utilizar el desfibrilador para reanimar a los suyos, cabizbajos todo el tiempo, sin ánimo para afrontar los reveses. Nada les salió a los baskonistas, que fueron un desastre. Shengelia, que anotó un punto, está desaparecido hace semanas; una canasta de Janning se convierte en noticia de portada; el Vildoza chispeante del Mundial está apagado o fuera de cobertura. Al entrenador montenegrino le queda mucho trabajo por delante, algo que no rehúye, para que la fragilidad de su equipo vuelva a la solidez de antaño. Al final del tercer cuarto, el Baskonia ni siquiera llegaba a los 40 puntos; las estadísticas de tiro eran catastróficas, las pérdidas un agujero negro para el equipo vitoriano.
Aplicó la inteligencia Dusko Ivanovic. Observó las ruinas de su equipo y no se cebó en la riña, en el reproche. En los tiempos muertos trató de ser didáctico, casi paternal. Todavía no ha comenzado su trabajo, que tendrá que ser intensivo. Miró al marcador, cuando restaban pocos segundos, suspiró y empezó a planear lo que le queda por delante. Su equipo está en quiebra técnica. Si hace una semana, frente al Real Madrid, sólo pudo anotar 55 puntos, en Berlín, ante un equipo muy inferior, sumó sólo dos más, 57, gracias a los tres tiros libres de Stauskas en el último segundo.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.