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Barcelona y Madrid, un clásico sin goles

El conjunto blanco, más equipo e incisivo, no logra superar a un equipo azulgrana que se mantiene de pie gracias a Piqué y Messi

Jordi Quixano
Messi, durante el partido en el Camp Nou.
Messi, durante el partido en el Camp Nou.Emilio Morenatti (AP)

Se cambiaron los papeles en el clásico porque el Barcelona apenas jugó al fútbol, remitido a la fiabilidad de Piqué en defensa y a la genialidad de Messi en las contras, y gobernó el duelo el Madrid, un equipo mucho más serio y generoso, un bloque de verdad. Pero faltó puntería en las áreas y el clásico se quedó sin el festejo del gol.

Aunque el Barcelona intentó dormir el encuentro con el balón entre los pies, se quedó con las ganas porque la presión alta del Madrid y después su generoso repliegue en campo propio evitaron el fútbol azulgrana habitual. No había líneas de pase, no había jugadores que recibieran entre las líneas y tampoco había de inicio mucho Messi (aunque suficiente para expresar que el Barça estaba vivo). Así, desnortado ante el fútbol bloque del Madrid –todos se movían acompasadamente hacia delante y hacia detrás, también hacia los costados-, el Barcelona se contentó con jugar como hacía el Madrid y defiende su heráldica, a la contra y con transiciones vertiginosas. Pero los centros de Alba no encontraron rematador y el balón se instaló en el campo contrario, donde el Madrid apretó de lo lindo. Para su infortunio, Piqué ha recobrado su mejor nivel y Ter Stegen sigue siendo un portero referencial. Futbolistas que sustentaron al Barça porque el central sacó casi todos los centros que merodeaban por el área y el portero dio respuesta a todos los disparos, como ese envenenado de Casemiro, ese otro de Valverde y hasta el de Kroos. Incluso se cantó gol desde la esquina donde estaban los aficionados blancos, después de que Casemiro rematara de cabeza un centro a saque de esquina. Superó a Ter Stegen, pero no a Piqué, que la sacó de debajo del larguero. Muchas ocasiones sin premio para dos sustos del Barça: un disparo de Messi que la maraña de defensores rivales desviaron a tiempo; un remate demasiado cruzado de Alba tras un pase de escuadra y cartabón de La Pulga.

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Más abierta fue la segunda parte, con el Madrid un poco más cansado, por lo que dejó más espacios para correr al Barcelona. Y eso le gusta al equipo de Valverde –por eso sacó a Arturo Vidal, que garantiza agitación pero no posesión del balón-, tan débil en su área como fuerte en la contraria. Y en el choque de idas y vueltas, pareció más cómodo el Barça, con De Jong como quarterback y con Messi como estilete. Aunque, por una vez, a La Pulga se le encasquilló la zurda cuando el Camp Nou ya festejaba el tanto. También lo probó el Madrid, pero con menos fe y piernas, cansado por la exigencia a la que sometió al rival en el primer acto. No hubo goles –sí uno de Bale que fue anulado por fuera de juego- y el clásico empezó como acabó: en empate a nada.

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