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Benzema está para todo

Una asistencia y un gol del francés permiten a un Real Madrid gris derrotar a un Espanyol más armado que en jornadas anteriores, pero con muy poca pegada

Benzema remata ante el marcaje de Espinosa durante el partido contra el Espanyol. En vídeo, declaraciones de Zidane.Foto: atlas | Vídeo: AFP | ATLAS
José Sámano

Enchufado a la Liga, este Madrid también canta bingo en jornadas de desaliño. Ni mucho menos fue un equipo iluminado ante un Espanyol que zozobra en el torneo doméstico. Pero al Real le bastó con el revoloteo de Vinicius, la recurrente eficacia de Benzema y el andamio de Casemiro.

Real Madrid y Espanyol sellaron un partido fatigoso. Un duelo destinado al olvido que no merecerá ser rebobinado, salvo, quizá, por Varane, inopinado autor del gol que descorchó al conjunto periquito. Muchas faltas, muchas imprecisiones, poca tertulia con la pelota. En definitiva, un encuentro con poca marcha. La única, la del reaparecido Vinicius. Un jugador singular. Un futbolista, por ahora, de prólogos. Arranca como pocos, pero se nubla cuando hay curvas, las que suelen aparecer con el gol a la vista. Fue el brasileño quien más alivió la sobremesa en Chamartín. Vinicius, en carrera un paso por delante de sus camaradas, se plantó en varias secuencias ante Diego López, que le ganó todos los duelos. En uno de ellos, el portero visitante recibió un estacazo del brasileño, imprudencia que le costó una tarjeta. También se ganó la segunda, justo tras el 1-0, pero el árbitro se hizo el lonchas. Tan cierto que Vinicius se patinó como que arrolló aparatosamente a David López.

Más allá de las moñas burlonas de Vinicius, el Madrid tuvo poca expresividad. No la tuvo Rodrygo, mucho más apagado que su compatriota. Y lo lamentó Benzema, decisivo, pero menos agitador que de costumbre. Quizá por la añoranza de Marcelo y, sobre todo, Hazard, sus mejores socios. Pero Benzema es un ilustrado y, en estos tiempos, rara vez no da con su momento por más que el partido parezca que se le escurre. Víctima también de un Madrid menos armónico que en las últimas jornadas, Benzema emergió cerca del intermedio. El delantero francés se revolvió por el embudo del balcón del área, y buscó dar hilo a Casemiro. En su camino apareció un forastero del gol, Varane, que estampó la pelota en la red con un disparo seco y cruzado. Nadie del Espanyol detectó la sorprendente presencia de Varane en su área, plantado allí desde el lanzamiento de córner previo.

El gol no hizo despegar a un Madrid discreto. Tanto como su oponente. Ocurre que el Espanyol, que no está para alardes, se sintió fortalecido. Llegó a Chamartín desde las catacumbas y con un sonoro rapapolvo de su técnico, Machín. En Madrid, sin serpentinas, al menos mantuvo el tipo. No fue un equipo pipiolo. Incordió a su rival con fases de bloqueo en la articulación del juego desde Courtois. Planteamiento que alternó con repliegues totales, con todo el regimiento por detrás de la pelota y el desafío de sus laterales sobre los del Real y sus centrales expuestos ante los tres atacantes locales. A los blanquiazules les faltó más tacto con el balón. No lo tuvo Diego López, que más de una vez zapateó directamente a los pies de Courtois. Ni tampoco Granero, inexacto en los muchos golpeos que tuvo a balón parado. Mejor le fue con la cabeza. En una jugada invertida, Calleri, la pértiga del Espanyol, asistió a Granero, supuesto arquitecto asistencial. Su remate lo palmeó con éxito Courtois.

Sostenido por Diego López, vencedor de los retos esgrimistas de Vinicius y un disparo con metralla de Valverde, el Espanyol se ganó un segundo tiempo para la remontada. De nuevo tuvo el auxilio de su portero, esencial en un mano a mano con Benzema. Poco antes, con el partido en doble dirección, sin gobernanzas de ninguno, Casemiro metió la escoba con precisión y extrema firmeza en una aventura amenazante de Darder. Tan desteñido como Granero y Marc Roca, el consorcio del medio campo perico.

El segundo acto puso en escena a un Madrid más dispuesto a la contra. Y a un Espanyol obligado a examinarse al ataque. Ni uno ni otro lograron la tutela del choque. El mismo discurrir. Un partido muy anudado, salvo por las andanzas de Vinicius, cartel del partido. Con mayor o menor fortuna, nadie fue tan emprendedor. En una de sus acometidas puso a Benzema ante el gol, pero se le escapó al galo. Pero este Benzema es el Benzema postCristiano. Así que su undécimo gol en Liga no tardó en llegar tras una jugada trenzada con Valverde. Punto final para el Espanyol, al que su cita con el Madrid terminó como casi toda la vida. A nadie han ganado más los madridistas en LaLiga (103 veces). Su crecida, si llega, tendrá que esperar, con o sin pipiolos. Para el Real, partido liquidado en un tono gris. Y un mal apunte final: la expulsión de Mendy, tan justa como innecesaria. Y con Marcelo de baja.

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Sobre la firma

José Sámano
Licenciado en Periodismo, se incorporó a EL PAÍS en 1990, diario en el que ha trabajado durante 25 años en la sección de Deportes, de la que fue Redactor Jefe entre 2006-2014 y 2018-2022. Ha cubierto seis Eurocopas, cuatro Mundiales y dos Juegos Olímpicos.

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