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Otra tunda de España a Malta

La selección se divierte con siete goles ante un débil rival, rebaja las dudas sobre el proyecto de Robert Moreno y certifica el primer puesto del grupo

Ladislao J. Moñino
Cazorla celebra el segundo gol de España
Cazorla celebra el segundo gol de EspañaREUTERS

Con la exigencia de enterrar los borrones de los empates y el juego desplegado en Noruega y Suecia, España resolvió el trámite de Malta certificando la superioridad que se le suponía. Ganó fácil y con holgura. Lo que se le pedía. Bonello no se llevó la docena de goles que se llevó su progenitor en aquella histórica noche de diciembre de 1983, pero podía haberlos rondado con algo más de tino de los delanteros españoles.

Las dos premisas que La Roja debía cumplimentar se dieron en un duelo disputado a una sola portería. Tanto que la hinchada que llenó el Carranza se dedicó a jalear con chanza las pocas pelotas que Pau López tuvo que tocar, siempre con el pie para jugar en corto el balón lejos del cobiijo de su área. El rival no dio para medir la altura real del grupo que trata de amasar Robert Moreno, pero el técnico y sus futbolistas necesitaban este ejercicio de contundencia para no avivar más el fuego de las dudas. Una actuación por debajo de la ofrecida habrían acrecentado las incertidumbres.

No tenía más argumento el partido que el objetivo de la goleada y de los tres puntos para que España ratificara su primera plaza en grupo. Aún le resta asegurarse ser cabeza de serie ganando a Rumanía el lunes en el Metropolitano. A la búsqueda de un once definitivo, Robert Moreno presentó una mixtura entre la primera y la segunda unidad de lo que han sido sus composiciones más habituales. Le dio la anunciada oportunidad a Pau López, que tiene colgado el cartel de tercer portero y testigo de la batalla por el puesto entre Kepa y De Gea. A Ramos le acompañó Albiol, el central con el que el capitán percibe que se siente más cómodo porque le permite jugar a la izquierda y porque revive la pareja que formaron en el Real Madrid. La elección del medio del campo respondió al molde y las intenciones de Malta, una defensa amurallada con tres centrales y la exclusiva misión de cerrar todos los espacios posibles por amontonamiento. Para combatir la cerrazón maltesa Moreno prefirió el pie de Cazorla y Thiago para acompañar a Rodrigo que la llegada de Fabián y Saúl. Metros para aparecer desde la segunda línea no iban a sobrar. El ataque lo dibujaron Gerard Moreno, Morata y Sarabia.

Pau y Olmo, debut con gol

Como Malta intentó sobrevivir apelotonada sobre Bonello, el partido se jugó a campo único. Veintiún futbolistas en cincuenta metros. En ese avispero se tuvo que manejar España, que comenzó imprecisa y poco afilada porque la construcción pasó más de la cuenta por las botas de Ramos. Hasta que Cazorla, no asumió la tutela del ataque, Rodrigo ancló al equipo y le metió ritmo y Sarabia y Gerard Moreno empezaron a percutir, no pudo España barrenar el blindaje maltés. Fue Morata, a trompicones, el que abrió la tunda. Machacó un saque de esquina que tuvo una cascada de cabezazos en la cara de Bonello.

Sin más argumento que intentar el vapuleo, Malta asistió a la crecida de Cazorla. Primero con un tanto que rezumó finura. Receptor en el área de un pase filtrado de Gerard Moreno, embocó el remate con un toque de interior, abajo y a la cepa del poste. La clase maestra la prolongó el veterano volante asturiano con un toque corrido para una carrera de Sarabia en la izquierda. La hinchada se rindió a Cazorla, que estuvo más punzante en el primer acto que Thiago, que recibió demasiadas veces de espaldas para descargar las triangulaciones. Al centro raso de Sarabia, Gerard Moreno llegó cómodo para empujarlo a puerta vacía. No marcó el delantero del Villarrea en esta ocasiónl, pero lo acabaría logrando e interviniendo en total en cuatro de los seis goles. El peso de los jugadores del Villarreal en el partido lo agigantó el debutante Pau Torres, que tuvo uno de esos estrenos de película. No llevaba ni un minuto en el campo cuando empujó con el pecho una peinada en el primer palo.

Ese tanto abrió ya el frenesí goleador de la Roja. Cuatro goles en nueves minutos. Sarabia, que siempre produce cosas en ataque, se estrenó como goleador internacional. Para entonces, Thiago, ya con Cazorla en el banco, asumió el mando jugando más de cara a la portería maltesa y empezó a destapar su visión y su repertorio de golpeos de balón. A Dani Olmo le dibujó un pase con el exterior que el chico también coronó con el gol sentando a Bonello con templanza. Fue una de esas jugadas que realzan la figura de Thiago como ese jugador bonito de ver al que las lesiones y su tendencia al arabesco hedonista le han limitado. A la fiesta del gol terminaron por sumarse el propio Gerard Moreno y Jesús Navas para completar otra tunda a Malta.

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Sobre la firma

Ladislao J. Moñino
Cubre la información del Atlético de Madrid y de la selección española. En EL PAÍS desde 2012, antes trabajó en Dinamic Multimedia (PcFútbol), As y Público y para Canal+ como comentarista de fútbol internacional. Colaborador de RAC1 y diversas revistas internacionales. Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Europea.

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