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Nadal y la incógnita abdominal

El número uno emprende el abordaje al Masters, torneo que no ha ganado nunca, sujeto a la respuesta de su cuerpo y su servicio, condicionados por la reciente lesión en París-Bercy. “Vamos justos”, dice Moyà

Alejandro Ciriza
Nadal, durante el entrenamiento del sábado en el O2 de Londres.
Nadal, durante el entrenamiento del sábado en el O2 de Londres.Justin Setterfield (Getty)

Cortinas de agua, neblina y frío. Pasillos colapsados en Heathrow, desfiles caóticos en el metro y embudos de coches en las calles de la zona este, allí donde se asienta el O2, sede del Masters. Bienvenidos a Londres.

Es otoño y no hay rastro de la bucólica ciudad veraniega de Wimbledon. Se fue la luz, los habitantes deambulan como zombis y aceptan con indiferencia la hostilidad meteorológica, que en el interior del moderno recinto por el que desfilarán los ocho maestros a lo largo de la próxima semana es imperceptible. The Dome, como es conocido el multiusos de Greenwich, es un búnker. Allí pelotea y se entrena Rafael Nadal, al que le sobran las ganas pero le faltan minutos, horas y tal vez días. Quién sabe. Todo va mejor. El dolor ha ido alejándose y la cuestión se reduce, básicamente, a cómo reaccionará el músculo recto abdominal cuando abra fuego ante Zverev.

Son Nadal y sus 33 años frente a una cuenta atrás, contra el reloj, ante su cuerpo.

Iba todo sobre ruedas hasta que la distensión frenó al balear en París-Bercy, hace una semana. Por primera vez en años, Nadal abordaba la recta final del curso sin ninguna magulladura reseñable y dosificado. Todo iba bien, hasta que un pequeño desgarro le obligó a echar otra vez el freno. A partir de ahí, precaución y la milimétrica supervisión diaria del doctor Ángel Ruiz Cotorro, guardián eterno de ese corpachón que tanto arrastra. Descanso, tratamiento, radiofrecuencia. Y una evolución positiva, dice el propio Nadal, que pese a la enésima adversidad se halla de nuevo ante un reto tan esquivo como ilusionante: nunca ha ganado en Londres, no en el O2, luego el deseo de convertirse por primera vez en el maestro de los maestros es mayor si cabe.

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“Necesito ir día a día”, precisaba ante los periodistas el viernes, el segundo día que ensayaba la maniobra del saque, principal damnificada por la punzada del abdominal. “Estoy feliz de estar aquí porque después de lo que ocurrió en París no sabía sí tendría la oportunidad de estar, así que estoy muy emocionado de volver a Londres tras un par de años sin poder jugar. Necesito ver cómo evolucionan las cosas cada día, pero tengo esperanzas de estar al cien por cien el lunes”, ampliaba el de Manacor, que asiste como número uno y en la sesión de ayer incrementó la intensidad del saque, acercándose poco a poco, con precaución, al punto al que desea llegar.

“Vamos progresando cada día un poquito más, aunque está claro que vamos justos. Mañana [por hoy] va a ser decisivo para ver cómo estamos”, comentaba su preparador, Carlos Moyà, satisfecho de la evolución de su jugador. “Estamos dando los pasos adecuados. Mañana intentaremos un poco más y el lunes más. Esto lleva su tiempo y no tenemos el tiempo que nos gustaría tener, pero tampoco haremos ninguna locura”, sostenía el técnico, siempre al quite porque a su chico a veces le puede el ímpetu y debe contenerse, porque de lo contrario la distensión podría degenerar en un mal mayor.

Moyà cifra el nivel actual del servicio “en un 80%”, porcentaje que irremediablemente deberá aumentar si Nadal quiere tener opciones en un torneo que se le resiste. Figuran un par de finales (2010 y 2013), pero también unos cuantos disgustos y la última escena de hace dos años, cuando abandonó el recinto cojeando de la pierna derecha. “Llevo quince años clasificándome, pero desgraciadamente he podido jugar menos de lo que me hubiera gustado. No sirve de nada lamentarse”, dice el balear, que guerreará en la fase inicial (round robin) contra Zverev, el último campeón, Daniil Medvedev y Stefanos Tsitsipas.

Por el otro lado, los dos mastodontes, Novak Djokovic y Roger Federer; cinco trofeos el serbio, seis el suizo. Con ellos, el debutante Matteo Berrettini y Dominic Thiem, con quien ayer compartió entrenamiento Nadal. “Tengo 33 años y medio. Me siento viejo para jugar al tenis y joven como persona. Es un sueño para mí seguir en la élite a estas alturas de mi carrera”, dice Rafa, pendiente de su cuerpo. De lo que diga su abdominal.

EL GRAN PULSO POR EL NÚMERO UNO

Cargado de alicientes, esta edición del Masters propone un novedoso escenario porque a la jerarquía de los Nadal, Federer y Djokovic se suma el ascenso de la nueva generación, representada en tres debutantes: Medvedev (23 años), Tsitsipas (21) y Berrettini (23).

De 2012 a 2015, Djokovic gobernó el torneo con puño de hierro, pero después se abrió el abanico e inscribieron su nombre en el listado de campeones Andy Murray (2016), Grigor Dimitrov (2017) y Alexander Zverev, el curso pasado. Mientras tanto, para remontarse al último título de Federer hay que retroceder hasta 2011.

“Espero que no ocurra lo mismo que en Wimbledon”, bromea el suizo, en referencia a la dura derrota de julio. “Roger hablaba antes de la familia: no sé cómo lo hace con cuatro hijos, porque yo lucho con dos...”, sigue en la misma línea el balcánico, que aspira a arrebatarle a Nadal el trono mundial y cerrar la temporada en lo más alto. El de Manacor lo recuperó el pasado lunes, un año después de haberlo perdido, y le bastaría con llegar a la final ganando los cuatro partidos previos —los tres de la fase de grupos y la semifinal—, así como ganar el título.

"Siempre digo que no es un objetivo prioritario para mí", matiza Nadal, "pero si lo consigo sería fantástico". En el caso de lograrlo, el balear igualaría a Djokovic y Federer (4). El tenista que más veces (6) ha concluido el año en la cima es el estadounidense Pete Sampras.

Este domingo, el Masters arranca con los siguientes duelos: Djokovic-Berrettini, a las 15.00 (Movistar+ Deportes), y Federer-Thiem, a las 21.00 (en el mismo canal).

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Sobre la firma

Alejandro Ciriza
Cubre la información de tenis desde 2015. Melbourne, París, Londres y Nueva York, su ruta anual. Escala en los Juegos Olímpicos de Tokio. Se incorporó a EL PAÍS en 2007 y previamente trabajó en Localia (deportes), Telecinco (informativos) y As (fútbol). Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Navarra. Autor de ‘¡Vamos, Rafa!’.

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