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Sobrino rescata al Valencia ante el Sevilla

El delantero suplente anota el empate ante un equipo de Lopetegui superior pero que se relajó al final

Jordan controla el balón ante Kondogbia.
Jordan controla el balón ante Kondogbia.Maria Jose Segovia (Europa Press)

Empujando a balón parado y cargado de corazón, aunque corto de fútbol, el Valencia rescató un punto en Mestalla ante un Sevilla superior pero adormilado y recostado en el gol que consiguió Ocampos en la primera mitad. Confiado en su dominio del partido hasta que Parejo encontró el camino para llegar a Vaclik, el Sevilla dejó escapar la opción de cazar una pieza grande y fue castigado por un cabezazo del suplente Rubén Sobrino.

Condicionado por las ausencias de peso en su ofensiva, Celades rediseñó su ataque. Sin Rodrigo, Gameiro, Cheryshev y Guedes, el técnico catalán desplazó a Carlos Soler a la izquierda, devolvió al once a Ferran Torres y acompañó a Maxi Gómez con el pequeño y temperamental Kang In para enganchar con Parejo. Manu Vallejo y Rubén Sobrino, delanteros naturales, coincidieron en la banqueta. Lopetegui, con un once más reconocible, apenas cambió su ropaje pese a la llegada del Atlético el sábado al Pizjuán. Reservó al titularísimo Reguilón y metió a Escudero. En punta jugaron Oliver Torres y Chicharito en lugar de Nolito y De Jong.

Sin defensas en el banquillo, por las bajas de Carriço y Sergi Gómez, la lesión de Escudero antes de la media hora de juego obligó a Lopetegui a coser su defensa; Kounde pasó al lateral izquierdo y Gudelj, un centrocampista, entró para ejercer de central. En la acera de enfrente también hubo contratiempos. Coquelin, justito de fuerzas en su muslo derecho, se rompió en los minutos finales obligando a Celades a darle entrada a Kondogbia, lento para pertrecharse y participar en el partido. Su desidia fue premiado con una bronca por el público. Su apatía es la del Valencia actual. Sin Coquelin, los locales perdieron consistencia. El momento de Kondogbia es decepcionante.

El Valencia, mejor que en los dos duelos de la catastrófica semana anterior en Lille y Pamplona, estaba jugando un partido aséptico. Mejor con balón y sin conceder el carrusel de ocasiones para el contrario que lo marca a fuego en este tramo de campeonato, el once del murciélago trató de tomar la trinchera contraria con los niños Ferran y Kang In y el gigantón Maxi. El golpe lo dio Ocampos, uno de los destacados en este inicio de temporada. El argentino irrumpió desde atrás por el centro, escondido previamente en la esquina izquierda del área, y, muy suelto, alojó el balón en la portería de Cillessen. La asistencia se la apuntó Fernando desde la línea de fondo.

Vaclik, el portero invisible que guarda la portería del Sevilla, impidió que en el primer disparo a puerta los blanquinegros empataran el partido. Kang In alimentó a Maxi con un pase rompe líneas en el inicio de la segunda mitad, pero el meta checo despejó a córner. La acción en ataque local, aislada, llegó con el Sevilla cómodo y dominador.

El Valencia, con el paso de los minutos, se desequilibró emocionalmente y perdió los nervios, impotente. En esas, Gabriel se dejó caer al suelo víctima de un mareo. El central se recuperó y acabó el partido pero su equipo, anárquico y chato, no se levantaba. El Sevilla controló el partido y se manejó mejor aprovechando la ambigüedad del Valencia, un bloque perdido todavía a medio camino entre Marcelino y Celades que no se encuentra a sí mismo.

Un murmullo recorrió la grada cuando el capitán Parejo dispuso de un libre directo en la frontal del área. Esta vez el francotirador de Coslada estrelló su lanzamiento en la barrera. El balón parado era la única vía de acceso camino del empate ante el bloqueo del equipo. Parejo lo sabía. El capitán y su guante acudieron al rescate poniendo un balón en el corazón del área desde la banda derecha que Rubén Sobrino aprovechó para empatar. Ese gol reactivó al Valencia que, sin embargo, no pasó del empate pese a empujar a base de corazón y balón parado.

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