_
_
_
_
OBITUARIO
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Andrés Gimeno, todo un pionero

Nació prácticamente en una pista y cuando solo algunas élites conocían el tenis en España, él surgió de la nada y ofreció una nueva dimensión de modernidad a un deporte anclado en el pasado

Gimeno y Santana posan en Barcelona, en 1983.
Gimeno y Santana posan en Barcelona, en 1983.AGUSTÍ CARBONELL

Cuando el tenis no era aún profesional y solo algunas élites lo conocían en España, la figura de Andrés Gimeno surgió de la nada y ofreció una nueva dimensión de modernidad a un deporte anclado en el pasado. Gimeno se miró en el espejo internacional y descubrió que al tenis se jugaba de otra forma. Bajo la mirada de su padre, Esteban Gimeno, fue adaptándose a los nuevos esquemas hasta convertirse en profesional en 1960 junto a los mejores tenistas del mundo —cuando el tenis era solo amateur— y coronar su carrera en 1972 con el título de Roland Garros, rozando los 35 años, convirtiéndose en el jugador más veterano en ganar en París. Ahora, a los 82 años, Gimeno ha fallecido tras una larga enfermedad.

Su historia es de leyenda. Nació prácticamente en una pista, porque su padre era el entrenador del RCT Barcelona, lo que le proporcionó un estatus especial en el club. Podía acceder a las pistas y las compartía habitualmente con sus mejores amigos de la infancia, Alberto y Lis Arilla, hijos del conserje del club. Allí aprendió a jugar. “Si devuelves 100 bolas te pagaré una Coca-Cola”, le decía su exigente padre. Y cuando llevaban 95 le mandaba una que no podía restar. Pronto comenzó a destacar. Fue campeón júnior. Y a los 18, gracias al apoyo económico de algunos socios del club, pudo realizar una gira por el Mediterráneo que le llevó a Italia, Montecarlo y Niza.

Más información
Muere Andrés Gimeno, uno de los símbolos históricos del tenis español
Gimeno y Santana: “Sentimos el orgullo del pionero”

“Entonces no cobrábamos por jugar. El tenis era amateur”, contaba Gimeno. “Pero tras perder en San Remo, un directivo se acercó a mí y me dio un sobre. ‘Como sabemos que tiene pocos recursos, queremos ayudarle’, me dijo. Había unas 2.500 pesetas en liras italianas”. En aquella época no había españoles jugando fuera. El tenis se había modernizado y el referente español, Pedro Masip, no había evolucionado.

Sin embargo, fue en 1958 cuando Gimeno dio un paso definitivo. José Luis Arilla, entonces con 16 años, recibió una oferta para desarrollar su juego en Australia. Pero sus padres quisieron que le acompañara Gimeno. Estuvieron cinco meses juntos, jugando con los mejores tenistas del momento: Laver, Emerson, Hoad, Rosewall... “Jugábamos mañana, tarde y noche. Competíamos en exhibiciones y torneos. Y ellos nos mostraron el camino del nuevo tenis”, confesó después Andrés Gimeno.

En 1960, Gimeno no solo era el mejor jugador español, sino también uno de los mejores de Europa. Aquel año ganó los torneos de Queen’s sobre hierba, Montecarlo y el Godó. Y justo después de Barcelona recibió una oferta de Jack Kramer para incorporarse a su grupo profesional. “Jugarás contra los mejores y te garantizo 50.000 dólares en tres años”, le dijo. Gimeno no podía negarse. Aceptó la oferta y renunció así a la posibilidad de ser campeón de los cuatro Grand Slams (Wimbledon, Roland Garros, Australia y Open de EEUU), vetados a los profesionales. La troupe recorría Estados Unidos con una caravana, montando la pista Supreme en los pabellones y viviendo como auténticos nómadas. Allí estaban Pancho González, Pancho Segura, Ken Rosewall, Àlex Olmedo, Tony Trabert, Lew Hoad, Frank Sedgman y, más tarde, Rod Laver. Llegó a ser campeón de las Series Mundiales.

Todos ellos quedaron excluidos del tenis aficionado hasta que llegó la Era Open en 1968. Y después, quedó patente que eran los mejores, porque ganaron casi todos los Grand Slam. Andrés jugó la final del Open de Australia en 1969, fue semifinalista en Wimbledon en 1970 y campeón de Roland Garros en 1972. “Abrió las puertas del mundo al tenis español”, comenta su amigo Lis Arilla. “Fue el primer profesional y abrió un camino que luego produjo valores como Manolo Santana y Rafael Nadal. Fue un gran tenista. Pero, sobre todo, fue una persona buena. Pierdo un gran amigo”.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_