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LaLiga Santander jornada 4
Mallorca
Mallorca
0 0
Finalizado
Athletic
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Mallorca y Athletic empatan en un final de locura

Ambos equipos fallan sendos penaltis en los últimos minutos del encuentro

Jon Rivas
Dani Rodríguez y Sastre acechan a Yuri.
Dani Rodríguez y Sastre acechan a Yuri.JAIME REINA (AFP)

Un periódico mallorquín tituló en la previa que Aritz Aduriz, que se presentaba por última vez en Son Moix y fue recibido con una pancarta en la que la afición le daba las gracias, era el rival “más querido”. En el banquillo mallorquín también había un futbolista, Abdón Prats, que se convirtió hace unos meses en icono bermellón. Marcó el gol que le daba el ascenso a su equipo. Ese día se lesionó. Reapareció frente al Athletic saludado con una ovación, cuando el partido parecía languidecer a falta de un cuarto de hora. Pero, al contrario, el choque estalló con Aduriz y Abdón en el césped en los minutos finales, y con la entrada de Kubo, a quien veneran en la isla como el nuevo profeta del fútbol mallorquín.

El japonés da motivos. Llevaba sólo un ratito cuando le hizo la bicicleta a Yuri, el defensa del Athletic se tragó el engaño como un alevín y zancadilleó a la joven promesa madridista. La pelota la cogió Abdón, que soñó con un regreso apoteósico. Clavado frente a Unai Simón, cogió carrera y lanzó fuera.

El partido iba hacia el empate a cero, cuando en el descuento, una pared entre Muniain y Yuri acabó en la mano de Baba. González Fuertes tardó un rato en parar el partido, ir a ver la acción y señalar penalti. El encargado de lanzar era Aduriz, que después de recibir una camiseta del Mallorca, una placa de las peñas y ser aclamado al salir al campo, tenía el deber de apuntillar a su antiguo equipo. Pero también falló. Lanzó a su lado de seguridad y Reina adivinó la trayectoria. Los minutos finales, que se habían convertido en una vorágine, no consiguieron, sin embargo, mover el marcador, porque además de los penaltis hubo tiros al palo por ambos bandos, y ocasiones varias, que no tuvieron reflejo en el resultado.

Alguien debería regular el riego automático de los campos. Que no sea tan automático, vamos. En Son Moix, por donde pasó la gota fría, funcionaban los aspersores en el descanso. Manguerazo lo llamaban cuando Javier Clemente ponía San Mamés a punto de caramelo. Pero ya nadie juega así, ni el Mallorca ni el Athletic, por eso se sintieron incómodos los futbolistas en los primeros minutos, cuando los efectos de la tormenta que había retrasado dos horas la llegada por vía aérea de los bilbaínos, comenzaron a disiparse.

Así que cuando el balón empezó a rodar mejor, apareció ligeramente el fútbol, aunque el Mallorca confundía la velocidad con el frenesí y el Athletic, la calma con la lentitud, y en esas se movía el partido, aunque daba la sensación de que eran los visitantes quienes andaban más cómodos, no en vano los resultados le han acompañado más durante el comienzo de la campaña. Se acercaron más los bilbaínos a la portería de Reina que los mallorquines a la de Simón, pero con parecida eficacia, es decir, ninguna.

Empezó la segunda parte, tras el riego, y todo fue parecido, aunque la salida de Aduriz y Abdón, más que un requiebro sentimental, se convirtió en un acicate para el resto de los futbolistas y la grada. Todo cambió, a mejor. Los dos pudieron ganar, pero ninguno supo, y la emoción se alargó hasta el último segundo, cuando Alex Alegría marcó de cabeza, pero en fuera de juego.

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