La excelencia de De Bruyne
Nadie lee o interpreta el juego con tanta clarividencia ni encuentra los espacios interiores con tanta facilidad
Elegancia ‘zidaniana’. En el juego de posición-ubicación quizás Kevin de Bruyne sea el mejor interior del mundo. Nadie lee o interpreta el juego con tanta clarividencia ni encuentra los espacios interiores con tanta facilidad, entre líneas y en el intervalo entre el central y el lateral, como lo hace él. Nunca se sitúa demasiado cerca de los rivales que le rodean para evitar la entrada agresiva, a veces oscureciendo marcas para aparecer en el momento preciso, otras veces dejándose ver mientras flotay espera el momento exacto.
Su percepción del juego y toda la absorción de información necesaria reconociendo rivales, compañeros y balón, rozan la excelencia y eso es muy difícil de encontrar. Es el nivel máximo del fútbol: analizar el juego como si lo vieses desde arriba para poder tomar la mejor decisión y en el tiempo adecuando.
Además, su posición corporal acelera el juego, siempre bien orientado hacia donde va a dar continuidad o hacia donde tiene que proteger, y eso le dota de una elegancia zidaniana memorable. Es lo mejor de este City que no pasó del empate frente al Tottenham, pero que vuelve a indicarnos que será un equipo entretenido y con una riqueza táctica interesante.
La segunda juventud. El golazo de Aduriz frente al Barça nos hizo pensar a todos en la edad del futbolista, y después de eso el siguiente pensamiento, o al menos el mío, fue: ¿qué hace para mantenerse a alto nivel tantos años? Más nombres saltaron en mi cabeza: Joaquín, Buffon, Pizarro, Formiga, Carli Lloyd... Pero también Roger Federer, Gemma Mengual, Tiger Woods... Todos han tenido una gran carrera y siguen compitiendo al máximo nivel. Esto no es algo casual. Son años y años de trabajo, de rutinas de entrenamientos, viajes y comidas, de horas extra en gimnasios, campos y pistas, horas de recuperación y prevención, y muchos días de entrenamiento invisible. Mucha exigencia durante muchos años. Los éxitos individuales y colectivos, el afán de mejora que tienen dentro, el círculo vicioso en el que se meten temporada tras temporada (¡bendito círculo!) y, sobre todo, la pasión por su deporte, hacen que se encuentren en una segunda juventud, en la que posiblemente estén disfrutando y apreciando todo más que en sus inicios. Cuando eso pasa, el rendimiento solo puede ser bueno.
El adiós de dos leyendas (Silvia Meseguer y Marta Torrejón). Dos de las mejores jugadoras españolas de todos los tiempos dicen adiós a la selección y lo hacen a lo grande: por decisión propia, después de jugar el último Mundial de Francia y en el mejor momento del fútbol femenino español. Dejan lo que encontraron en una situación mucho mejor, siendo partícipes y protagonistas. Nunca se pudo pedir más de ellas. Me consta que son decisiones meditadas, pero necesitaremos un tiempo para hacernos a la idea de no verlas con la Roja.
Una es la jugadora española con más internacionalidades y la más joven en debutar. Capitana durante muchos años, y esa jugadora que sabes que siempre va a estar ahí, sea contra el rival que sea, independientemente de las condiciones o de dónde se juegue, su rendimiento será siempre de, como mínimo, un ocho. Su contundencia nos hizo crecer, su poderío aéreo nos dio alegrías y su carácter nos ha alegrado muchas penas. Marta, eres Leyenda.
La otra es la jugadora que siempre quieres en tu equipo, esa que hará el trabajo sucio como si fuese el más vistoso, esa que nunca rehúye un duelo ni un esfuerzo. Mires donde mires siempre está ahí, equilibrando al equipo, destruyendo y creando como pocos. Siempre ha escapado de los focos, incluso marcando alguno de los goles más importantes del fútbol español. Odia llamar la atención. Curioso, cuando durante años ha sido el faro de la selección. Silvia, Mesi, eres Leyenda.
Gracias a las dos.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.