El Espanyol pasa de nivel
El equipo de Gallego, que supera al Stjarnan gracias a la efusividad de Pedrosa y la puntería de sus puntas, se medirá en la penúltima ronda de la previa europea ante el Lucerna
Había partido pero no eliminatoria porque el Espanyol llegó a Islandia con los deberes hechos, con un expresivo 4 a 0 de la ida que borró toda esperanza rival. También duró poco el segundo envite, justo lo que quiso Pedrosa para darle la razón a Gallego, que puso un doble lateral por la izquierda —Dídac atrás y Pedrosa por delante—, preocupado como estaba por las pequeñas dimensiones del campo y por las llegadas al abordaje del Stjarnan, que trató de imponer el físico pero se olvidó del balón. Una receta insípida que llevó al Espanyol al siguiente nivel, ahora en la penúltima ronda previa de la Liga Europa frente al Lucerna suizo.
No padeció el Espanyol el arrebato islandés, más allá del césped artificial, el grito de su hinchada —el famoso ¡Hú! que contagió a la selección— y el lanzamiento de penalti de Halldórsson tras una tarascada absurda de Javi López sobre Aegisson, que recibió de espaldas en el vértice del área y se dejó caer a la lona a la que notó la patada. Una ilusión perdida para el Stjarnan y una bofetada para el Espanyol, que comprendió que sin esfuerzo no hay recompensa, por más que comenzara el duelo de la mejor de las maneras.
Mérito de Pedrosa, que no se dejó llevar por la desidia sino que pidió el balón y el protagonismo. Le alcanzó con arrancar la moto para entender que nadie corría a su ritmo, para tirar centros al punto de penalti sin éxito porque a la zaga islandesa se le puede ganar a casi todo menos a físico, tampoco a centímetros. Por lo que decidió jugar por dentro y a la primera bola que recibió de Roca, se giró, trazó un zigzag para descontar a tres rivales y, cuando le salió el cuarto al paso, le pegó con la derecha y la puntera, recurso de delantero de fútbol sala. Atinó en el golpeo y firmó un gol delicioso, un tanto que cerró el telón cuando apenas se había abierto.
Con Javi López preocupado en echar el lazo a Halldórsson —el único del Stjarnan que quería la pelota al pie y no al hueco—, la banda derecha del Espanyol apenas produjo fútbol, atascado también Melendo al jugar a pierna cambiada. Pero por la izquierda tiraban cohetes porque Pedrosa siguió con su recital de quiebros y eslálones, bien escoltado por las subidas de Dídac. En una de esas, tiró un centro medido al punto de penalti que cabeceó Borja Iglesias con toda la intención, pero el poste le negó la gloria.
No se rindió el Stjarnan, que tras el entreacto avanzó las líneas para maquillar el resultado. Y se salió con la suya porque tras dos centros envenenados —uno de Gudbjargason y otro de Hauksson— que por poco se le atragantan a Diego López, un tercero de Hauksson sobre la bocina se paseó por el área hasta que Sigursson la cazó al vuelo e hizo diana. Antes, sin embargo, el Espanyol ya había aprovechado la licencia rival de despreocuparse de la retaguardia, al fin profundo ante los espacios que le ofrecía el Stjarnan. Bastó una asistencia al hueco de Víctor Sánchez y un remate cruzado de Iglesias para sellar su diana, la tercera europea; y un pase Melendo a Ferreyra, que le pegó desde fuera del área para también contar tres redes.
No era una noche de urgencias sino de disfrute, por lo que entró el eléctrico Wu Lei y el prometedor Puado, también Iturraspe, que se estrenó como blanquiazul al igual que hiciera Bernardo.
Encuentro y triunfo sencillo para el Espanyol, que al fin está a cuatro choques de ser europeo.
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