Paquillo no tiene monumento
La muerte del corredor vasco en 1935 fue silenciada por el periódico oficial del Tour y sigue sin un reconocimiento oficial
El primer muerto del Tour, Francisco Cepeda, no tiene monumento. Tres ciclistas fallecieron durante la carrera en su historia centenaria. Los otros dos, Tom Simpson en el Mont Ventoux y Fabio Casartelli en el Portet d’ Aspet, fueron homenajeados como héroes caídos. El español Cepeda, 84 años después de su muerte, sigue sin un reconocimiento oficial. De hecho, la organización silenció su muerte todo lo que pudo.
La caída de Cepeda en 1935 en el descenso del Galibier, en Rioupéroux, se produjo el 11 de julio, durante la etapa entre Aix-les-Bains y Grenoble. El vasco no iba entre los primeros. Pasó a más de 15 minutos de la cabeza. Nadie sabe cómo ocurrió. En principio se dijo que se le había desprendido el tubular de la rueda trasera. Luego llegaron los rumores de que había sido atropellado. Un chico de 14 años aseguraba que cuando Cepeda se encontraba en un grupo de cinco corredores en un descenso rápido, tras una curva, perdió el control de su bici y un coche de la caravana del Tour le golpeó. Se detuvo y transportaron al corredor al coche y se lo llevaron. Un obrero italiano manifestó que una camioneta de color rojo arrolló al ciclista y siguió sin detenerse. Un misterio que no se aclaró.
El médico de Sopuerta, que le conocía desde niño, ponía en cuestión semanas después la teoría de la caída. Según el galeno, y a falta de una autopsia que no se realizó, la fractura de cráneo, acompañada de la de la clavícula y el húmero y las magulladuras de brazos, piernas y manos, respondían a algo más complicado que una caída, por brutal que fuese.
En la edición del 12 de julio del periódico L´Auto no se hace ni una sola referencia al accidente de Cepeda. El vasco aparece solo en la lista de abandonos. El día 13, tampoco hay ninguna mención en L´Auto, Cepeda no existe. Por fin, el día 14, el diario se hace eco del accidente de Paquillo, aunque la noticia, sin ninguna mención previa, resulta casi inexplicable: "La condición del pobre pequeño español, caído en el escenario de Aix-Grenoble, es mucho más alarmante de lo que se pensaba. Sin embargo, sin ser categórico, el médico que lo trata con gran devoción piensa que sus días no han terminado".
Ese mismo día, Cepeda murió en Grenoble. Aun así, la información no merecía ninguna mención en la portada del periódico deportivo. Se ocultaba en la tercera página dedicada al Tour, en un cuarto de columna en la parte inferior, junto a un anuncio publicitario. El título: "Cepeda ha muerto", y un breve texto.
El Gobierno francés reaccionó. El ministro de Salud Pública y Educación Física envió un comunicado y ordenó al prefecto del departamento del Isere que le representara en el funeral en Grenoble, al que acudió también la colonia española en la ciudad. El Tour solo lo hizo dos días después. En la salida de Niza, Henri Desgrange, impulsor de la carrera, dio un breve discurso a los corredores antes de pedirles un minuto de silencio. Pero Paquillo no tiene todavía un monumento que le recuerde.
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