Vicente Trueba, el primer ganador de la montaña
El Tour creó el premio para honrar las hazañas del extraordinario escalador de Torrelavega
El Premio de la Montaña del Tour tiene un nombre propio: Vicente Trueba, a quien Henri Desgrange, impulsor de la carrera, apodó la Pulga de Torrelavega. El patrón se inventó un galardón para honrar las victorias de un ciclista que volaba sobre las cimas, pero nunca consiguió ganar una etapa porque en aquellos años ninguna terminaba en alto.
En 1930, Trueba maravilló a Desgrange. “De pronto llega una pulga, como un huracán, y se pega a los hombres de cabeza, se lo sacuden de encima, pero insiste como una pulga, salta de nuevo hasta el grupo. Le dan otro manotazo y lo alejan. Pero vuelve a la carga, una tercera, una cuarta, una quinta y una sexta vez. Y esta pulga encuentra todavía fuerzas para reírse cada vez que salta sobre los hombres de cabeza”.
En 1932, España no presenta equipo, pero el Tour quiere a Trueba, lo incorporan a la categoría de turista-routier y le asignan una dieta de 50 francos diarios para comer. Maravilla en el Aubisque, pero en el Tourmalet le atropella un coche, pasa segundo y pincha en el descenso, le alcanzan y le superan. Viaja en solitario hasta Luchon y pierde 16 minutos. Pero al día siguiente, en Perpiñán, la gente le reconoce. Una niña le entrega 250 francos recaudados por inmigrantes españoles, le invitan a cenar, le pagan un buen hotel y le reciben con decenas de abrazos. Es un ídolo y sus hazañas ablandan a Desgrange, que crea el premio de la montaña para 1933. Lo gana después de vencer en todas las grandes cimas y se lleva 56.700 francos tras superar las dificultades del llano y los adoquines, como le escribía a su amigo y protector santanderino Clemente López Dóriga: "Ya hemos pasado lo peor, que son los adoquinados, en los cuales está visto que me he de caer todos los años. Como consecuencia, tuve que marchar 30 kilómetros completamente solo. Tuve suerte en la caída. Algunos rompieron las ruedas, la mía solo se me descentró".
La primera bicicleta de Vicente Trueba había sido una Favor, heredada de su hermano José. Se convirtió en escalador casi por obligación. Un seguidor suyo lo definía: "Los Trueba tienen una casa de campo. Junto a los establos hay una colina de 500 metros, a la que hay que subir por un camino de cinco kilómetros. Allí guardaban sus vacas. Vicente subía cada día en bicicleta. Al de una hora agitaba un pañuelo para que le relevara otro hermano, y así todos los Trueba han salido unos formidables trepadores". El 29 de julio, después de acabar sexto el Tour y ganar la montaña, fue recibido en Barcelona como un héroe. Más de 20.000 personas le esperaban en la estación de Francia y tuvo que salir a saludar desde el balcón de la Generalitat, pero él solo pensaba en las ganancias de la carrera, y lo que iba a hacer con ellas. "Quiero hacer como el gran Pelissier, comprarme una granja para criar gallinas".
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