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La carta que nunca llegó

La prima de Paquillo Cepeda le escribía todos los días al Tour, pero la última misiva no llegó a su destinatario. El ciclista fue el primer muerto en la historia de la carrera

Jon Rivas
Francisco Cepeda, en el hospital de Grenoble.
Francisco Cepeda, en el hospital de Grenoble.

Teresa Nistal era prima de Francisco Cepeda. Jugaban juntos cuando eran niños. Ya de mayores, Paquillo se dedicó al ciclismo, y entre carrera y carrera cobraba letras y alquilaba su coche para completar los exiguos premios de las competiciones. Su prima Teresa, como tantas otras chicas de los pueblos mineros de Bizkaia, se marchó a servir a una casa en Bilbao. Pero seguían teniendo mucha relación.

Cepeda era ya un ciclista reconocido. Había corrido en la sección velocipédica del Athletic, y, curiosamente, cuando fue destinado a hacer el servicio militar en Madrid, el club bilbaíno lo cedió al Real Madrid, su rival en los campos de fútbol. También corrió con los colores del Arenas, otro club de fútbol.

En 1935, después de un periodo sin correr, Cepeda decidió regresar al ciclismo con el maillot del Orbea. “¿Por qué lo hago? Por dinero”, respondió al periodista de la revista As que acudió a entrevistarle a Sopuerta. Fue seleccionado para el equipo español que corrió la primera Vuelta a España y acabó decimoséptimo. Después llegaba el Tour. Su prima Teresa decidió enviarle cartas de ánimo a las ciudades en las que recalaba la carrera. Le arengaba, le animaba, le daba consejos. Leía las clasificaciones y le hablaba de sus rivales. En cada fin de etapa del Tour, Cepeda se encontraba con una carta de Teresa. En aquellos tiempos bastaba con poner el nombre de la ciudad, el del ciclista y “Tour de Francia”. El servicio postal francés se encargaba del resto.

La última carta que envió Teresa estaba dirigida a Grenoble. Se las solía enseñar a la señora de la casa en la que trabajaba. Aquella vez, a ésta le extrañó el tono: “Qué poco efusiva estás con tu primo, Teresa”, le dijo, así que, de su puño y letra, añadió dos palabras, o una palabra dos veces: “¡Ánimo, ánimo!”

Esa carta nunca llegó a su destino.

Poco después de ser enviada, Francisco Cepeda moría en el hospital de Grenoble, tras un accidente en el descenso del Galibier, que nunca se aclaró. Fue el primer muerto en la historia del Tour.

La carta fue devuelta a la remitente. Paquillo no tenía novia, aunque la tuvo. Lo confirmaba Teresa, desconsolada, pero, ¿había algo más que cariño de primos entre ella y Francisco? Escribe la revista Crónica, días después de la muerte: “Paquillo quería entrañablemente a su prima. Como una hermana, como a una hija, como a una novia”. Cuando regresaba a Bilbao después de las carreras, su primera visita era a Teresa, que planeaba emigrar a Argentina: “Espera a que yo termine de correr y marcharemos juntos. Si vas ahora, no vuelves. Iremos los dos”.

Se extendió el rumor de que una misteriosa mujer “que viajó en avión”, depositó un ramo de flores junto a la cama de Paquillo mientras lloraba desconsoladamente. Se dijo que era Teresa, pero resultaba un poco raro en una época en la que viajar en avión era casi impensable, y más para alguien como ella, de condición humilde, que no podía pagarse un billete.

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